Cannes 2015 | Las infidelidades de Garrel y la delicadeza de Kore-eda y Kawase

Cannes 2015 | Las infidelidades de Garrel y la delicadeza de Kore-eda y Kawase

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Cannes 2015 | Las infidelidades de Garrel y la delicadeza de Kore-eda y Kawase

Poco a poco empiezo a hacerme al ritmo del Festival de Cannes, aprendiédome sus ritmos, su caos y las zonas o salas a las que evitar si no quiero sentir que he perdido una hora y media de mi vida haciendo cola para no poder acceder a la sala. Mientras todo el mundo iba como loco por ver 'Mad Max: Furia en la carretera' ('Mad Max: Fury Road', George Miller) , yo he optado por ver la película que inauguraba la Quincena de los Realizadores, el último trabajo de Philippe Garrel, la deliciosa 'L'Ombre des femmes', un relato sobre la infidelidad que mezcla el legado de la Nouvelle Vague con el Woody Allen más audaz, con guión de Jean Claude Carrière.

Luego me trasladé a Japón gracias a 'An' de Naomi Kawase, dentro de la sección Una Cierta Mirada y por fin, 'Umimachi Diary' de Hirokazu Kore-eda que nos perdimos ayer de la Sección Oficial. Dos historias que no tienen nada que ver la una con la otra, pero que comparten la visión tierna de sus dos directores y el canto a la vida con los cerezos en flor como metáfora de la belleza de las pequeñas cosas. Una jornada interesante en la que todavía no hemos vivido ninguna ovación, pero aún quedan muchos días por delante. Mientras tanto, os hablo de mis impresiones de hoy.

'L'Ombre des femmes' de Philippe Garrel

Nadie se atreve a filmar París, hoy en día, como lo hace Philippe Garrel. Nos muestra el París actual, en blanco y negro -como en casi todos sus films- pero siempre manteniendo ese espíritu romántico y atemporal que nos transmitía la ciudad mostrada por Truffaut o Godard. En 'L'Ombre des femmes' puede que Garrel no consiga su mejor film, que dejó el listón muy alto con 'La jalousie' (2013), pero consigue sorprender dejando un poco de lado su habitual intensidad e intelectualidad para reírse un poco más de la condición humana a través de la infidelidad y que protagonizan Clotilde Courau, Stanislas Merhar y Lena Paugam y con la voz en off de su hijo Louis Garrel.

En la cinta conocemos a Pierre y Manon, un director de cine y su mujer que viven a base de pequeños trabajos. Él pronto conocerá a una becaria, Elisabeth, que convertirá en su amante. Elisabeth descubrirá que Manon también tiene un amante y se lo contará a Pierre para intentar convencerlo de que la deje, pero él cambiará su actitud por completo. No, no es la primera vez que Garrel trata la infidelidad que, de hecho, es bastante constante en su filmografía, pero en esta ocasión toda la complejidad y dramatismo al que nos tiene acostumbrados, lo convierte en una comedia de diálogo que nos recuerda mucho al mejor Woody Allen y sus retratos de pareja.

Con la presencia de esa voz en off, Garrel ayuda a enfatizar momentos obvios o a lanzar ideas inesperadas al espectador sobre la relación de la pareja. El resultado es una película sencilla y divertida sobre la complejidad de las relaciones de pareja, la absurdidad de los roles dentro de la misma y lo bonito que es París en blanco y negro, aunque seas un artista bohemio y sin dinero. Una delicia que muchos tacharán de pedante y más de lo mismo, pero...¡bah!

'Umimachi Diaray' de Hirokazu Kore eda

Umimachi
La última vez que Hirokazu Kore-eda pisaba la Croissette lo hacía con 'De tal padre, tal hijo' ('Like father, like son', 2013) y se alzaba con el Premio del Jurado. Dos años después, el japonés regresa con 'Umimachi Diary', un nuevo retrato sobre la familia que, aunque ha dejado bastante indiferente entre la crítica, sigue demostrando que lo suyo es adentrarse con sutiliza y delicadeza en la complejidad de los lazos familiares, ser mujer o la importancia de las tradiciones en la cultura japonesa, y siempre conviertiéndola en universal.

Tres hermanas asisten al funeral de su padre al que no ven desde hace 15 años, que las abandonó a ellas y a su madre por otra mujer. Allí descubren que tienen una hermana de 15 años que ya perdió a su madre y cuyo futuro parece incierto.Las tres hermanas deciden invitarla a vivir con ellas y tendrán que aprender a conocer a una desconocida a las que les une padre al que apenas recuerdan pero que necesita, más que nunca, el calor de un hogar y una familia.

Aunque quizá sea algo cursi y busque demasiado la emoción, lo cierto es que Kore-eda trata como nadie las relaciones entre sus personajes y sobre todo, si estos son miembros de la misma familia. En esta ocasión, sorprende su profundidad en la relación de personajes únicamente femeninos y deja entrever la posición de la mujer en el Japón actual que, aunque sigue teniendo muy en cuenta los valores tradicionales, se retrata más liberada y sin la necesidad de un hombre permanente en la vida de ellas. ¿Oportunidad de premio? No lo creo.

'An' de Naomi Kawase

An

Naomi Kawase era una de las grandes favoritas de la edición del año pasado con 'Aguas tranquilas' ('Still the Water', 2014), aunque no logró entrar en el Palmarés. Este año, era la encargada de inaugurar la sección Una Cierta Mirada con su último trabajo, 'An', una historia delicada sobre la soledad, la segundas oportunidades y que retrata la sociedad japonesa de forma sutil y sobria, donde la flor del cerezo se convierte en metáfora de la juventud perdida.

Rodada con mucha ternura, 'An' sigue a Sentaro, que regenta una pequeña panadería que sólo vende dorayakis, una especie de tortita rellena de una pasta dulce de judías rojas. Un día, una anciana, Takue ofrecerá su ayuda en la cocina y demostrará que tiene un don para la elaboración de esa pasta de judías, llamada 'an'. Gracias a su receta secreta, el negocio mejorará, al igual que comenzará una bonita relación entre ambos y una adolescente que frecuenta el local, que les permitirá curar antiguas heridas del pasado.

Aunque sus planos sean luminosos y bellos, y la ternura se desprenda de cada fotograma gracias a la relación que se establece entre los tres personajes principales, la trama de 'An' parece decaer un poco en la segunda trama del film, cambiando su tono y rumbo y cambiando el sabor de boca dulce parecido -suponemos- al de los dorayakis de la película en un resultado algo más agridulce que no termina de conectar con el espectador.

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