Animación | 'El recuerdo de Marnie', de Hiromasa Yonebayashi

Animación | 'El recuerdo de Marnie', de Hiromasa Yonebayashi
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Con 'El recuerdo de Marnie' ('Omoide no Mânî', Hiromasa Yonebasahi, 2014), como decíamos ayer, Ghibli daba por cerrada una etapa que, durante tres décadas, la había posicionado como la mejor de las productoras de animación a nivel mundial a la par con Pixar. Tan a la par, que muchos amantes de esta forma de contar historias no dudarían ni un sólo momento en señalar a los estudios nipones como aquellos que estuvieron a la cabeza durante ese prolongado período de tiempo.

Y si es así, es debido a que, alejados de la influencia del cine estadounidense y de la sombra de la Disney, Ghibli siempre ha producido filmes que se apartaban de ese talante blando y moralista que se le ha reprochado desde tiempos inmemoriales a las cintas de la casa de Mickey Mouse y, en menor medida, a las que Pixar lleva ofreciéndonos durante los últimos veinte años. En firme contraposición, un puñado considerable de las producciones de los estudios japoneses orientaban sus miras a un público más adulto y formado con propuestas nada acomodaticias.

Ahí están esa 'La tumba de las luciérnagas' (''Hotaru no haka', Isao Takahata, 1988) o la superlativa 'La princesa Mononoke' ('Mononoke-hime', Hayao Miyazaki, 1997), dos cintas que no podrían ser más opuestas pero que guardan en común esa personalidad diametralmente opuesta a los cuentos de princesas con los que la Disney mejor sigue siendo identificada a pesar de los muy notables ejemplos que ha respaldado y que se alejan de su imagen más acaramelada.

Lo complejo de las emociones

Marnie 1

Aunque poco o nada tengan que ver, 'El recuerdo de Marnie' y 'Del revés' ('Inside Out', Pete Docter y Ronnie del Carmen, 2015) guardan cierta relación por cuanto que ambos filmes se aproximan al complejo mundo de las emociones de una adolescente en un momento crítico de su desarrollo. En el caso del filme que nos ocupa, esa niña es Anna, una joven adoptada que está pasando por una etapa muy convulsa y cuya madre enviará a casa de sus tíos a un pequeño y tranquilo pueblo alejado de la acelerada vida de la gran ciudad.

Allí, Anna, que tiene un singular talento para el dibujo y una imaginación desbordante, conocerá a Marnie, una chica de su edad que vive en una gran mansión y que, al igual que la protagonista, atraviesa un instante delicado sin que su entorno inmediato sepa comprenderla. El apoyo que la primera encontrará en la segunda y la relación que entre ambas se establece es el sustrato básico en el que el guión adaptado de la novela de Joan G. Robinson se cimienta para ofrecer, ante todo, un filme en el que nada es lo que parece.

Sin querer desvelar un sólo detalle de lo que la trama da de sí, creo que la forma en la que el libreto trata a las dos protagonistas, como expone de forma simple y cercana procesos interiores de gran complejidad y el halo de misterio y ensoñación con el que envuelve a Marnie son valores cuidados de forma soberbia que se unen a la capacidad del transcurso de la acción para impedir que el espectador pueda anticiparse, por mucho que así lo quiera, a lo que se hace descansar en el clímax final.

'El recuerdo de Marnie', promesas

Marnie 2

Un cierre que, con un golpe de autoridad, provoca que lo que hasta entonces ha sido un notable ejemplo de animación, se revele como un sobresaliente incuestionable que emociona, mueve a la reflexión, provoca lágrimas y deja con una sensación de gratificación plena en virtud, no ya de todas las espléndidas cualidades que hemos apuntado más arriba, sino también de la preciosa calidad técnica que lucen sus poco más de cien minutos de metraje.

Cuidados sus fondos y escenarios como sólo Ghibli sabe hacerlo —el protagonismo de los mismos siempre fue característica fundamental en el cine de la compañía— y dotándolos de una vida que traspasa la pantalla, quizás en la caracterización de personajes se eche un poco en falta la mano de Miyazaki y su muy reconocible y genial estilo a la hora de insuflar personalidad a los mismos, pero eso no quita para que, de la misma forma que hiciera en su anterior filme, Yonebashi sepa estar a la altura de las circunstancias.

Marnie 3

Muy superior en términos generales a esa agradable pero algo insustancial producción que fue 'Arrietty en el mundo de los diminutos' ('Karigurashi no Arietti - Yukashita no kobito-tachi', 2010), 'El recuerdo de Marnie' es un broche de oro precioso que da temporal clausura a la asombrosa trayectoria de una productora sin par cuya ausencia ya pesa sobre los que, durante muchos lustros, hemos esperado año tras año su correspondiente propuesta.

Sólo resta desear que los responsables detrás de Ghibli recuperen el buen sentido, se dejen de períodos de reflexión y reestructuración y vuelvan a hacernos soñar, reir, disfrutar, llorar, desear volver a ser niños al tiempo que nos regocijamos en nuestra madurez y en el hecho de que es gracias a ésta que sus filmes nos resultan Obras Maestras del cine de animación. Obras Maestras del cine.

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