Añorando estrenos: 'Capitán Kronos: Cazador de vampiros' de Brian Clemens

Añorando estrenos: 'Capitán Kronos: Cazador de vampiros' de Brian Clemens

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Añorando estrenos: 'Capitán Kronos: Cazador de vampiros' de Brian Clemens

‘Capitán Kronos: Cazador de vampiros’ (‘Captain Kronos – Vampire Hunter’, Brian Clemens, 1972) es uno de los films más interesantes de la época más decadente de la Hammer. Un film que tardó dos años en estrenarse, haciéndolo cuando William Friedkin cambió por completo la moda en el cine de terror. Las posesiones demoníacas interesaban más que los vampiros. Se trata de la única película dirigida por Brian Clemens, guionista salido de la televisión

En su curriculum estaba la popular serie ‘Los vengadores’ (‘The Avengers’, 1961-1969), serie muy admirada en la productora británica. ‘Terror ciego’ (‘See no Evil’, Richard Fleischer, 1971) es otro de los guiones por lo que en la Hammer recibieron con los brazos abiertos a Clemens. Él es el responsable de los libretos de los dos films más interesantes de la etapa final de la productora, el presente y la atrevida ‘El Dr. Jekyll y su hermana Hyde’ (‘Dr. Jekyll & Sister Hyde’, Roy Ward Baker, 1971).

‘Capitán Kronos: Cazador de vampiros’ es un caso realmente curioso. A pesar de ser muy hija de su época, por un lado llega tarde para aportar algo al cine de terror vampírico, absorbiendo elementos del western, del cine de espadachines, incluso del chambarra japonés que tanta aceptación estaba teniendo entonces; por el otro se adelanta en muchos años a la mixtura de géneros que aún a día de hoy sigue ofreciendo mezclas de lo más delirante. Ver un precedente de ‘Blade’ (íd., Stephen Norrington, 2000) no es nada descabellado.

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Atractiva mezcla

El trabajo de Clemens, que todo hay que decirlo, estaba más dotado para la escritura que para la dirección, es uno de los pocos films de la Hammer que no están ambientados en la época típica en la que suelen sucederse las historias vampíricas, a finales del siglo XIX. La presente sucede con antelación, y el vampirismo posee elementos diferenciadores. No sobreviven bebiendo sangre, sino absorbiendo toda la energía vital de sus víctimas, que mueren de envejecimiento repentino. Incluso descubren aquí el uso de las cruces.

Así pues, se juega con la figura del vampiro, mezclando los elementos clásicos, o transformándolos. También un poco del ‘Camille’ de Sheridan Le Fanu —se dice que Ingrid Pitt, que protagonizó para la casa ‘Las amantes del vampiro’ (‘The Vampire Lovers’, Roy Ward Baker, 1970) y ‘La condesa Drácula’ (‘Countess Dracula’, Peter Sasdy, 1971), se negó a hacer un cameo—, en un relato que contiene sobre todo un tono aventurero más que terrorífico. Con todo, las secuencias de ataque de las “criaturas de la noche” son de lo mejor del mismo.

La pena es que Clemens no domine del todo la dirección, muy deudora del lenguaje televisivo de aquellos años, y que aquí se traduce en elipsis no del todo bien utilizadas, o montaje extraño en algunas secuencias humorísticas o de enfrentamiento físico. Anótese las peleas en la taberna, muy deudora del western, o la que tiene lugar al aire libre. Tampoco ayuda que el personaje principal, enormemente rico, esté interpretado por un actor tan limitado como Horst Janson, que simplemente se presta a lucir su cuerpo y cara bonita.

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Actores malos vs. actores buenos

Lo mismo podría decirse de su partenaire femenino, Caroline Munro, que por aquel entonces estaba en la cima de su carrera, habiendo trabajado ya para la Hammer, y habiendo vuelto loco a medio mundo con su presencia en ‘El viaje fantástico de Simbad’ (‘The Golden Voyage of Sinbad’, Gordon Hessler, 1973). La actriz es una belleza, pero su personaje es prácticamente inútil, producto quizá de la misoginia de la productora, a la que gustaba de someter a las mujeres en sus películas.

Al menos la película contiene suficientes elementos interesantes, y alguno de los maravillosos tics de la Hammer —uno de los personajes encendiendo una cerilla en un crucifijo—, el suspense que rodea la figura del vampiro, con sorpresa final incluida, y un plantel de secundarios mucho más entregados que sus guapos protagonistas. Destacan John Cater, como el ayudante de Kronos, una especie de trasunto de Watson. También el recientemente fallecido John Carson, que se hace cargo del mejor personaje de la función.

Carson da vida a un amigo de Kronos que es vampirizado. Todo su mundo y creencias se vienen abajo con tal maldición. La secuencia en la que Kronos y Groost (Cater) le tiene atado a una silla es de las más salvajes —con una excelente utilización del fuera de campo y el sonido— de la casa. Clemens demuestra sentirse más inspirado en esos momentos, aunque luego nos ofrezca diálogos algo risibles y algo de torpeza en la puesta en escena. El retraso en el estreno del film, y su pobre resultado taquillero echó por tierra la intención de hacer una saga.

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