'Blancanieves (Mirror, Mirror)', un cuento de hadas para tiempos de crisis

'Blancanieves (Mirror, Mirror)', un cuento de hadas para tiempos de crisis
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Exactamente tres meses después del estreno en España de la infravalorada ‘Immortals’, llegó a nuestras carteleras el nuevo trabajo de Tarsem Singh, realizador de origen indio conocido especialmente por la estupenda ‘The Fall: El sueño de Alexandria’. Su cuarto largometraje es una nueva adaptación del clásico cuento de Blancanieves, que en Estados Unidos se ha estrenado bajo el título ‘Mirror Mirror’ (‘Espejo espejo’) haciendo referencia al famoso objeto mágico que revelaba la identidad de la mujer más guapa del mundo (la mayor obsesión de la malvada reina) en el relato popularizado por los hermanos Grimm y en la más famosa adaptación cinematográfica, la película animada de Walt Disney que vio la luz en 1937. La versión ilustrada por Tarsem apuesta por un tono claramente ligero y familiar, a diferencia de la otra que llegará a los cines este año, ‘Blancanieves y la leyenda del cazador’ (‘Snow White and the Huntsman’), que con el reclamo de la famosa Kristen Stewart buscará el fructífero inicio de una nueva trilogía épica y oscura.

Relativity Media puso en manos de Tarsem un proyecto menos ambicioso aunque también de elevado presupuesto (85 millones de dólares, 15 menos que la otra versión), con el objetivo de lograr un espectáculo para todos los públicos que recuperara el espíritu de la fantasía más ingenua y divertida. En este sentido, el trabajo del cineasta es casi impecable. ‘Blancanieves (Mirror, Mirror)’ es una colorista aventura llena de humor, una oferta ideal para ir al cine con los críos y pasar cien minutos de manera entretenida. El problema es buscar otra cosa, y eso es culpa del espectador. Uno debe tomarse la molestia de informarse un poco antes de pagar la entrada. Tarsem no quedó contento con el tráiler de su película (ni con el título), y es comprensible porque se podría haber hecho mejor, centrarse menos en los momentos cómicos y potenciar más la emoción y el aspecto visual, pero en el fondo era un avance honesto que vendía un producto para el que quizá no hay tanta demanda como se esperaba. O al menos, no ahora mismo, tal como muestran los resultados del film en taquilla. Una capa de 3D y algo de violencia habrían ayudado a recuperar la inversión, pero no era ése el camino que deseaban tomar los responsables de ‘Blancanieves (Mirror, Mirror)’.

Lily Collins en la piel de Blancanieves

Melissa Wallack (‘Mi vida es una ruina’) y Jason Keller (‘Machine Gun Preacher’) firman el guion de la película, que incluye algunas alteraciones importantes a la historia sobradamente conocida por todos. En primer lugar, la reina o madrastra de Blancanieves se convierte en la narradora del cuento, un detalle simpático ya que el personaje interpretado por Julia Roberts intenta robar el protagonismo a la hija del desaparecido rey, esa chica con la piel blanca como la nieve y el pelo negro como la noche. La malvada reina (que llega a recordar a la de ‘Alicia en el país de las maravillas’) es una egocéntrica y cruel mujer acomplejada por la juventud y la belleza de Blancanieves, una especie de moderna cougar que en lugar de cirugía estética recurre a la brujería. El espejo mágico al que recurre de vez en cuando no tiene nada que ver con lo que cabe esperar, y en cierta manera parece sacado de otra conocida narración, ‘Dorian Gray’. Roberts aporta experiencia y comicidad a un personaje que llega a caer bien a pesar de su detestable comportamiento. Es un acierto mostrar las debilidades de la reina, ya que así se siente más cercana. Asimismo, se aprovecha para incluir una referencia a la crisis actual, mostrando a un pueblo empobrecido por el despilfarro de una soberana que no está dispuesta a renunciar a su lujoso nivel de vida.

Otro importancia variación de ‘Blancanieves (Mirror, Mirror)’ ha sido recortar elementos de la historia que hoy en día se considerarían machistas e inapropiados. Así, Blancanieves adopta el rol de heroína, es valiente y luchadora, y los enanos ya no le ofrecen refugio a cambio de que se ocupe de las tareas domésticas; la encuentran tan arrebatadoramente encantadora que deciden ayudarla, y entrenarla para que se una a ellos, que ya no son mineros, a causa de la crisis se han convertido en habilidosos bandidos que se sirven de antifaces y zancos para asustar y robar en el bosque que hay entre el pueblo y el palacio. Gracias a Blancanieves, los siete forajidos consiguen el apoyo de sus desesperados vecinos y enfocan sus esfuerzos en atacar a la reina (a lo Robin Hood). Otros cambios pueden ser fruto de esa intención por dotar a la historia de giros humorísticos, como, por ejemplo, que ya no sea el príncipe quien despierte de un hechizo a la chica con un beso de amor verdadero (detalle que aparece en dos películas de Disney, ‘Blancanieves y los siete enanitos’ y ‘La bella durmiente’) sino que sea él quien lo recibe. Por supuesto, a Tarsem no le dejan ser fiel al sádico desenlace ideado por los Grimm en lo referente a la madrastra de Blancanieves, pero sí se permite incluir un guiño a Bollywood con un número musical que logra esquivar el bochorno y contagiar alegría y buen humor.

Julia Roberts y Armie Hammer

Lily Collins no parece la mejor elección para el papel principal (le falta algo de chispa, no cautiva) pero la chica cumple y gracias a la labor de los departamentos de maquillaje, vestuario y fotografía, llega a recordar a la hermosa Jennifer Connelly. Nathan Lane, como el infeliz sirviente de la reina, Sean Bean, con una breve y sorprendente aparición, y los encargados de interpretar a los enanos, Mark Povinelli, Martin Klebba, Jordan Prentice, Danny Woodburn, Ronald Lee Clark, Joey Gnoffo y Sebastian Saraceno, también responden con acierto a sus sencillos papeles, destacando por encima de ellos el peculiar príncipe encarnado por Armie Hammer, el mejor del reparto junto a Roberts. Las pocas escenas que comparten son las más inspiradas de la película, lástima que Tarsem no pueda sacar más provecho de la química entre ambos y deba centrarse en la previsible consecución de los objetivos de Blancanieves. El cineasta vuelve a lucir su desbordante imaginación audiovisual, apoyándose en un excelente grupo de colaboradores (música de Alan Menken, vestuario de la recientemente fallecida Eiko Ishioka…) para lograr escenas deliciosas, bellísimas, que maquillan un guion muy mejorable, falto de desarrollo. No está tan afortunado Tarsem con las escenas de acción, quizá por limitar la carga violenta (a ‘Immortals’ me remito) o por una apresurada planificación, ya que había necesitad de adelantarse al estreno de la otra adaptación del cuento. En cualquier caso, la película resulta amena, agradable, cumple su objetivo.

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