Cine en el salón: 'El chico de oro', ¿el mejor Murphy?

Cine en el salón: 'El chico de oro', ¿el mejor Murphy?
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No es que sea el caso pero, si tuviera que plantearme qué película de Eddie Murphy me llevaría a una isla desierta —por más que hacer tal cosa estaría lejos de mis prioridades cinematográficas de tener que emular a Robinson Crusoe—, la decisión final estaría entre tres títulos del puñado que el actor afroamericano protagonizó durante la década de los ochenta: 'Superdetective en Hollywood II' ('Beverly Hills Cop II', Tony Scott, 1987), la hilarante 'Entre pillos anda el juego' ('Trading Places', John Landis, 1983) y, por supuesto, esta 'El chico de oro' ('The Golden Child', Michael Ritchie, 1986) que ocupa hoy nuestro Cine en el salón.

A todas luces, 'El chico de oro' es uno de esos filmes de hace treinta años que no admite muchas revisiones pero que se aloja en el mismo lugar que otras muchas producciones de la época, y por más que su capacidad para envejecer no sea tan envidiable como los más granados filmes de aquella maravillosa década —y disculpen que me repita en mis aserciones a cada ocasión en la que tengo la oportunidad de hablar de los citados años—, no deja de ser menos cierto que, considerando las incontables ocasiones en que la he llegado a ver tras aquél estreno en un cine de Granada, me sigo riendo, aunque ya no sea a pleno pulmón, con algunos de los mejores chistes que han contado con Murphy para darles su inigualable "toque".

El chico de oro 1

Inicialmente pensada como vehículo perfecto para John Carpenter de cara al que hubiera sido su siguiente filme tras 'Starman' (id, 1984), el desinterés del cineasta terminó haciendo recaer la responsabilidad de rodar este guión escrito por Dennis Feldman en las menos hábiles manos de Michael Ritchie. Curiosamente, Carpenter terminaría estrenando el mismo año que la cinta que hoy nos ocupa esa pequeña genialidad que es 'Golpe en la pequeña China' ('Big Trouble in Little China', 1986) un filme que cuenta en su reparto con tres de los intérpretes chino-americanos de la cinta protagonizada por Murphy: Victor Wong, James Hong y Peter Kwong.

La trama de la cinta sigue a Chandler Jarrel, un trabajador social que dedica su tiempo a encontrar a niños y jóvenes perdidos que se topa con el enfrentamiento definitivo entre el bien y el mal, encarnado el primero por un prodigioso niño tibetano que es el elegido para salvar al mundo y el segundo por Sardo Numpsa, un intrigante y elegante villano, que secuestra al 'chico de oro' al comienzo del filme y cuyas intenciones son reveladas de forma paulatina conforme avanza la acción y los oscuros designios que le rodean comienzan a ver la luz.

Encarnado por Charles Dance, siempre me ha parecido que lo mejor de 'El chico de oro' junto a esos momentos de humor que apuntaba más arriba, es la inquietante interpretación del actual patriarca de los Lannister en 'Juego de tronos' ('A Game of Thrones', 2010- ): con el natural porte con el que le dotó la naturaleza, y la elegancia de sus formas, el estricto acento del actor británico es perfecto contrapunto del de Murphy en las dos escenas que ambos actores comparten, sirviendo la flemática actitud de Dance para equilibrar la verborrea del intérprete afroamericano.

El chico de oro 2

Sin ningún particular que destacar en cuanto a nivel producción que no fuera común en un filme de 25 millones de dólares de la época, con una dirección solvente carente de personalidad o rasgos que elogiar y una banda sonora que fue motivo de fricciones en la post-producción cuando, habiendo pasado de Alan Silvestri a John Barry, y con el score de éste ya prácticamente finalizado, el artífice del sonido Bond fue reemplazado por Michel Colombier tras desavenencias con los productores derivadas de los pases previos; 'El chico de oro' es, como decía al comienzo, una de las cintas que más me hizo reir durante muchos años, de las protagonizadas por Eddie Murphy.

Y es que momentos como el regreso en avión desde Nepal, el encuentro con Numpsa en el aeropuerto, la conversación entre el protagonista y el personaje que encarna Victor Wong, el sueño compartido con la bella exótica belleza de Charlotte Lewis o, cómo no, la petición del "cu, cu-cu, cu-cu-cu-cu-cu-cu, cuchillo" son de esos que por muchas veces que los veas —e insisto en que han sido muchísimas en los veintisiete años que en breve habrán transcurrido desde su estreno en España— la sonrisa, la risa o la carcajada sigue aflorando con la misma naturalidad que lo hiciera tantos lustros atrás.

Y por si a alguien le queda la duda, creo que la que me llevaría a una isla desierta es la primera de las tres que he citado. A fin de cuentas es la más redonda en cuanto a dirección y guión y la que mejores golpes de humor tiene, ¿no?

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