Críticas a la carta | 'El corazón del ángel', truculencias de baratillo

Críticas a la carta | 'El corazón del ángel', truculencias de baratillo
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Desde que, a finales de los años 60 y principios de los 70, el cine norteamericano se soltó la melena, la censura desapareció y la violencia y el sexo gráficos se adueñaron de sus pantallas, ha tenido lugar una escalada de truculencias y de carnicerías de todo tipo, que algunos nos quieren hacer pasar por cine de autor muy extremo y muy vanguardista, pero que no es más un subproducto superficial y pomposo. Muy pocos artistas son capaces de incluir violencia extrema, morbo o crueldad, sin caer en lo facilón y comercial. Alan Parker no es uno de ellos.

‘El corazón del ángel’ es una de esas películas que van de duras y de tenebrosas, que hacen creer al espectador que está viendo algo muy profundo y muy exquisito (y por lo tanto el espectador se siente muy profundo y muy exquisito), pero que en realidad no tienen nada dentro, pues no es más que un videoclip alargado, con un diseño de producción ostentoso y una escenografía y un montaje totalmente pasados de moda. La película fue un fracaso en el momento de su estreno, luego conoció algo de éxito en el mercado doméstico, y viéndola ahora (por desgracia) de nuevo, queda a la vista que no es más que un provocativo producto de marketing.

Satanismo, vudú y Lisa Bonet

Alan Parker es uno de esos directores británicos (toda una generación con señas identificativas) provenientes del mundo de la publicidad, que luego al convertirse en cineastas introdujeron toda suerte de trucos visuales y lumínicos que ya empleaban en sus anuncios. De hecho, los Parker y los Scott (entre otros) son los artífices de cierto estilo posmodernista del uso de la luz y del encuadre que en mi opinión tanto daño ha hecho a la fotografía cinematográfica. El habilidoso Parker, sin embargo, ha dirigido algunas películas estimables en su carrera, como ‘Arde Mississippi’ o ‘Birdy’.

Pero también ha coqueteado siempre con cierta tendencia a lo facilón y lo provocativo, como en ‘El expreso de medianoche’ o ‘El corazón del ángel’. Y es que lo bueno de youtube es que te permite revisar los trailers o los clips de la época, y la evidencia se muestra por sí sola: “la nueva y provocativa película de Alan Parker’, un director más preocupado por escandalizarnos con sexo raro, sangrías a chorros y satanismos varios, que por armar una historia convincente.

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Adaptación de la novela ‘Falling Angel’, de William Hjortsberg, por el propio Parker, la trama no puede resultar más confusa, más embarullada y más aburrida. No he leído la novela, y con la película se me quitan las ganas, pero el guión de Parker no hay por dónde cogerlo. Poco importa la investigación del detective privado Harry Angel, sobre todo porque los giros y los sustos son tan zafios y predecibles que terminas desenganchándote a los pocos minutos. Lo que más importa es profundizar en el vudú de Nueva Orleans y en el satanismo de la forma más infantil posible.

Que en una historia el protagonista se llame Ángel, y la gran amenaza en la sombra se llame Louis Cyphre (en inglés se pronuncia igual que Lucifer), ya debería echar para atrás por el avasallador ingenio que demuestran los responsables. Pero es que además Mickey Rourke, que ese mismo año interpretaría al alter-ego de Charles Bukowski en ‘Barfly’, parece todavía imbuido del espíritu de Henry Chinaski, y está espantoso como un improbable detective, con su cara en perpetuo estado de trance, en una de las peores interpretaciones de su larga y frustrante carrera (que podría haber dado mucho más de sí).

Es imposible conectar emocionalmente con él. Como es imposible que te de miedo el personaje de un Robert De Niro que roza el ridículo más vergonzoso como la representación del demonio. ¿A qué genio del cine se le ocurrió que el demonio tenga las uñas largas, use bastón y tenga el pelo negro y largo? De Niro, que fue un coloso de su oficio hace mucho, empezaba a demostrar que hasta los más grandes pueden caer desde lo más alto aceptando papeles absurdos. Para rematar, Lisa Bonet (que acababa de salir de ‘El show de Bill Cosby’), cuyo personaje se llama, agarrémonos, Epifanía, parece que sólo tiene importancia en pantalla a la hora de mostrar sus pezones. De vergüenza ajena.

Conclusiones

No sólo la historia no tiene el menor interés, y los actores están horribles, además acaba uno harto muy pronto del efectista y videoclipero uso de la luz y las sombras, y de que el gran operador Michael Seresin, en complicidad con Parker, se justifique con cada elemento del atrezzo para situar sombras y oscuridades innecesarias en el rostro de Rourke. Creo que Parker no vio nunca ‘Sed de mal’, o la vio mal, que también puede ser.

Filme completamente desfasado, que juega a ser un ‘thriller sobrenatural’, pero cuyos resortes y triquiñuelas todos (espero) los tenemos superados hace ya mucho por títulos muy superiores y que, al menos, trataban al espectador como a un ser inteligente. Viéndola ahora, más parece una comedia o una parodia, antes que una historia de suspense.

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Sé que hay muchos a los que les convence esta cinta, y respeto su punto de vista, aunque estaría bien que expusieran, ya que esto es un espacio abierto, sus argumentos, en lugar de ofenderse tanto por opiniones o argumentos ajenos. Además, desde este momento empezamos a contabilizar los nuevos votos para la siguiente entrada de Críticas a la Carta. No os cortéis, pedid por esa boquita.

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