'Dom Hemingway', antológico Jude Law

'Dom Hemingway', antológico Jude Law
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‘Dom Hemingway’ (id, Richard Shepard, 2013) es la última película que ha dirigido el poco conocido Shepard, quien entre película y película también se dedica a dirigir episodios de series de televisión, ese lugar de refugio para muchos. No han cambiado mucho las cosas desde su debut con Rossana Arquette y David Bowie, pasando por la que probablemente sea su película más conocida, ‘The Matador’ (id, 2005). Sobre ‘La sombra del cazador’ (‘The Hunting Party’, 2007) es mejor no hablar.

En todos los films de Shepard existe cierto humor; curiosamente cuando intenta apartarse de ello y centrarse más en el drama, la cosa se le escapa de las manos. Pero si hay un punto a favor en los films de su autor son los actores, por norma general entregados a personajes con muchas posibilidades, sin duda el fuerte de Shepard como escritor. ‘Dom Hemingway’ es la que probablemente tenga el personaje más rico e interesante de todos, y también al mejor intérprete, un Jude Law absolutamente genial.

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El prólogo del film de Shepard, antes de que los títulos de crédito invadan la pantalla al ritmo de música a todo meter, en el que se le practica una felación al protagonista, marca por completo el tono a seguir en el film, y sobre todo el carácter del personaje. Una secuencia que más allá de resultar graciosa, o incómoda —para algunos estoy completamente seguro que sí—, plantea algo muy interesante.

Tras los discursos apasionados de Hemingway, que proclama su nombre y su grandeza a los cuatro vientos, no se encuentra precisamente el mejor de los clímax —aquí un orgasmo que sabe a poco, nunca mejor dicho—. La fanfarronería llevada al límite, pero con la peculiaridad de que Hemnigway nos cae bien. Su estancia en prisión durante doce años por guardar silencio y no delatar a su jefe (Demián Bichir) da paso a todo un showman que no deja de hablar, construyendo frases rimbombantes y provocadoras que en el fondo no significan nada.

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El personaje es lo que importa

‘Dom Hermingway’ se divide entre lo cómico, parte destinada al personaje central y sus juergas con sus compañías, y lo dramático, con la relación de éste con su hija, quien le ha hecho ya abuelo. La película lejos de encontrar el equilibrio entre ambos tonos, no profundiza en exceso en ninguno de ellos, manteniendo en realidad un tono ligero, dando a Jude Law la oportunidad de lucirse como nunca. Engordando bastantes kilos para el personaje, el actor está fantástico, controlando muy bien la euforia de algunos instantes con aquellos más íntimos y dramáticos.

El exceso es el peligro, pero nunca cae en ello, y así ‘Dom Hemingway’, que navega entre momentos delirantes, otros mucho más calmados, y con algunas reacciones no demasiado lógicas, gana a sus espectadores, porque Shepard mantiene el ritmo, narra lo que tiene que narrar —todo muy tópico— en hora y media, la ahora muy de moda Londres como escenario de fondo, y la certeza de un actor sometiéndose a un trabajo colosal y que, lamentablemente no tendrá repercusión de otros trabajos suyos.

‘Dom Hemingway’ también peca un poco de lo que peca ‘Redención’ (‘Hummingbird’, Steven Knight, 2012), de querer dejarlo todo muy bien cerrado, intentando contentar a todo el mundo. Sin embargo, no puedo dejar de hacerme eco del desenlace del film, que al igual que otros instantes del mismo, éste pretende darse la mano con la fábula. Jude Law se marca otro pequeño discurso final, esta vez como advertencia y como claro control de lo que puede ser capaz de hacer. Dicha elección es el mayor triunfo del personaje.

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