'Al otro lado de la ley': la salvaje y sobresaliente culminación de un estilo

'Al otro lado de la ley': la salvaje y sobresaliente culminación de un estilo

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'Al otro lado de la ley': la salvaje y sobresaliente culminación de un estilo

El año 2015 fue testigo de uno de los debuts más intensos, apasionantes y redondos que nos ha regalado el séptimo arte en mucho tiempo. El filme en cuestión se tituló 'Bone Tomahawk' y, en él, un S. Craig Zahler que hasta el momento se había limitado a la escritura de guión y novelas —y a la dirección de fotografía— se presentó como un autor al que seguir su pista gracias a un cóctel de géneros cocinado a un fuego muy lento que puso el western patas arriba.

Dos años después, Zahler repitió éxito con una nueva y magnífica revolución, en este caso del drama carcelario con esencia neo-noir, con esa salvaje joya titulada 'Brawl in Cell Block 99', obra que contenía todas las señas de identidad que nos encandilaron del cineasta estadounidense: una cadencia pausada, un gusto exquisito en el diálogo y la construcción de atmósferas y personajes, y un tratamiento visual tan seco y contundente como la brutal violencia explícita con la que riega sus relatos.

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Con 'Al otro lado de la ley' —'Dragged Across Concrete', su tercer filme hasta la fecha, el natural de Miami deja a un lado su faceta revisionista de géneros para firmar un thriller policiaco con algún toque de buddy movie que exuda un clasicismo indiscutible y en absoluto sorprendente, pero que resulta fascinante por su sordidez, su crudeza, su amoralidad, y por llevar un paso más allá el sello autoral de S. Craig Zahler en un largometraje que podría considerarse como la culminación de un estilo.

Los 160 minutos de metraje que conforman 'Al otro lado de la ley', lejos de ser excesivos, permiten a su máximo responsable repetir esa escalada de tensión presente en toda su filmografía, latente durante unos primeros compases, asfixiante durante el los tramos centrales y que termina explotando en un último tercio descomunal en el que todas las piezas del pequeño —y algo previsible en términos generales— rompecabezas de tramas paralelas colisionan dejando en vilo al patio de butacas.

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Junto a la soberbia gestión de la viciada ambientación de la cinta, y a una ejecución que reafirma a Zahler como un director de género único en su especie a la hora de capturar a sus personajes y la estomagante violencia del mundo en que habitan, 'Al otro lado de la ley' encuentra su máxima virtud en un libreto cuyas brillantes líneas de diálogo se disparan sin concesiones y a bocajarro y por una pareja de protagonistas que bien podrían haber salido de cualquier exploitation de los años setenta.

Con un distraído sentido de la moral y un discurso que levantará ampollas entre los sectores más liberales del público y hará las delicias del alt-right —no deja de resultar irónica la presencia de un impagable Mel Gibson en cabeza del reparto—, 'Al otro lado de la ley' se revela como el nuevo puñetazo sobre la mesa —y sobre el estómago del espectador— de un cineasta extraordinario del que, esperamos, aún nos queda muchísimo por descubrir.

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