La última película de Clint Eastwood, 'El Francotirador' (American Sniper, 2014) es sugerente, qué duda cabe, pero también problemática. Mi intención es leer esta película en la misma línea que 'El Lobo de Wall Street' (The Wolf Of Wall Street, 2013): como trabajos de maestros cansados en donde las elecciones subjetivas son problemáticas.
Tanto Martin Scorsese como Eastwood, significativamente, no escriben sus guiones lo que, a mi parecer, los deja siempre a merced de sus materiales. Eastwood, es sabido, suele cambiar algunos de sus trabajos y exigir retoques. Sin embargo, aquí está, como dijo mi compañero Zorrilla, probando que no es infalible.
La película narra la historia de Chris Kyle partiendo de su autobiografía. La historia se inicia cuando el francotirador está a punto de disparar a una mujer y un niño árabes - afganos o iraquíes presuntamente - que están cogiendo un misil para atacar a sus compañeros.
Interpretado por un espléndido y nada sobreactuado Bradley Cooper, Kyle se nos presenta como un niño de una família estricta educado en términos simples por su padre. Para cuando crece, es un cowboy indiferente junto a su hermano hasta que se alista en los Navy Seals. Conoce pronto a Taya, y se casará con ella. Sienna Miller tiene poco que hacer con su rol de esposa, además de gritar clichés sentimentales y parecer íntima; el director tampoco aprovecha su talento.
Los problemas de la subjetividad
Pero esta historia me parece éticamente reprobable en sus énfasis y hasta en sus notas ambiguas, que existen. El principal argumento de defensa de la película, esgrimido por Carlos Reviriego y otros críticos, asume que Eastwood es ambiguo y no está a favor de la guerra.
Bien. Volvamos sobre 'El sargento de hierro' (The Heartbreak Ridge, 1986) una de sus más divertidas y livianas películas. Toda la película bordea la parodia, cuando no la acepta.: el entrenamiento, el lenguaje de las figuras masculinas...
¡Incluso el único árabe amable que aparece es el traidor que guarda las armas!
Final sin dudas
Película problemática, repetitiva en su concepción y finalmente simple.: en este agotamiento no hay sabiduría ni perspectiva alguna. Tampoco un retrato psicológico de hondura o interés.
Y diré más.: favorecer la deshumanización del otro, entiendo que el cine con ambición artística no debe hablar el mismo lenguaje parcial y sensacionalista que los medios de comunicación parciales, no es un argumento válido cuando hablamos de narración subjetiva.
Las personas, y esto es sabido, ni hablan ni sienten como un informativo de derechas sobre villanos iraquíes, aquí tratados como salvajes en un contexto donde, por supuesto, no debe ni mencionarse que están actuando de manera insurgente. Esta parcialidad no debe ocultar el lenguaje audiovisual que representa y monta y escoge qué cosas se oyen y cuales no.
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