José Corbacho y Juan Cruz, Cobardes

José Corbacho y Juan Cruz, Cobardes
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'Tapas' era una buena película (bueno, y lo sigue siendo), una sorpresa muy agradable dentro del consabido panorama de nuestro cine. Una cinta entrañable, y de buen gusto que hacía pensar que José Corbacho tenía vida más allá de su excepcional programa de televisión 'Homozapping', y que junto con Juan Cruz, formaban un dúo a tener en cuenta en nuestro futuro cultural (sí, porque el cine es cultura, señores). Es por eso que su siguiente película, la presente 'Cobardes', tuviera un interés mayor que la media. El comprobar si estos dos directores seguían teniendo buena mano para contar historias es algo que no había que perderse.

'Cobardes' habla sobre ese tema tan de moda como es el acoso escolar. Algo que actualmente preocupa a todo el mundo, dadas las barbaridades que a veces salen a la luz, con grabaciones en los móviles de palizas a compañeros de clase o brutalidades por el estilo. Así pues, un tema más espinoso que el de su anterior película. Pero mucho peor mostrado y tratado.

SPOILERS

'Cobardes' narra la historia de Gaby, un chaval de catorce años que tiene miedo de ir al colegio, ya que allí se encontrará con Guille, un niño bien que lo acosa sin compasión y sin ningún tipo de motivo o razón. Lo hace simplemente por gusto. Sus respectivos padres, mientras tanto se enfrentan a sus propios miedos, otro tipo de miedos, totalmente alejados de los que tienen sus hijos. Miedo a perder el trabajo, a no conocer a sus propios hijos, al poder, etc. Una historia de niños en un mundo de adultos, y viceversa.

El guión de Corbacho y Cruz es uno de los más simples, facilones y maniqueos que se han visto en años. Y por lo que respecta a su puesta en escena poco hay que decir. Han tenido más dinero, eso se nota bastante, sobre todo para situar las acciones en más sitios y rodar interminables persecuciones de críos, con un montaje que da pena, y un uso de la banda sonora que parece que estuviéramos viendo un thriller. Y es que el tratamiento que estos dos señores han dado a su película, es algo que desconcierta bastante. Por momentos da la sensación de que estamos viendo un film español, tratado a la americana, y en otros el típico drama social que tanto nos disgusta. En los primeros, montaje acelerado, planos cortos y mucho efectismo. En los segundos, parsimonia. Y el equilibrio, simplemente no existe. Los dibujos de los personajes son de lo peor que tiene el film. Todos son arquetipos que resultan unos topicazos impresionantes, y con sus papeles marcados en la historia como si de señales de tráfico se tratase. Tenemos a los dos chavales, el puteado y el vacilón. Evidentemente los dos tienen problemas en casa, uno por incomprendido y el otro, por tener un padre demasiado exigente. Luego, las figuras de sus padres, otro tanto de lo mismo. Ellos, preocupados por las responsabilidades de sus respectivos trabajos, y ellas preocupadas por conocer a sus criaturas. Planos, sin pasión, con la profundidad psicológica de un caracol. Y ya no hablemos de las relaciones entre ellos, o de los críos con el profesorado. A leguas se ve quien es el maltratado y quien el maltratador, pues sus comportamientos les delatan, y sin embargo, en la película nos quieren hacer creer que los mayores piensan lo contrario (salvo el personaje de Paz Padilla, y porque le mira a su hijo el móvil, en el que tiene una terrible revelación). Y si me tengo que parar en el detalle de que el vacilado es un tonto de mil narices, y de repente, como por arte de magia, se vuelve inteligente y les prepara una trampa a los que siempre le molestan, pues me pongo a vomitar. Y que nadie me venga con el detalle del amigo de la pizzería, porque ese personaje secundario no sólo está metido a calzador, sino que lo aprovechan mal.

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En el reparto encontramos las únicas cosas salvables de esta lamentable película, aunque tampoco es como para ponerse a dar saltos de alegría. Los dos chavales, Eduardo Garé (que todo el rato me recordó a mi compañero Juan Luis) y Eduardo Espinilla, molestan menos de lo esperado. Elvira Mínguez está demasiado seria. Paz Padilla realiza un interesante cambio de registro donde sorprende verla en un papel nada humorístico. Lluís Homar da la sensación de que en cualquier momento la va a montar. Y Antonio de la Torre me decepcionó, porque está increíblemente desaprovechado, tal vez porque pararse en su personaje requería más tiempo, y esto es algo que el film no puede permitirse. Sin embargo, por culpa de eso, éste nunca termina de presentar bien sus cartas. A medio camino entre las historias de los hijos y los padres, la película termina perdiéndose.

José Corbacho, que ahora se dedica a payasear en la ultraaburrida ceremonia de los Goya, y Juan Cruz no han tenido el valor suficiente para tratar con dignidad el tema expuesto en su film, quedándose simplemente en la superficie. Y respecto a la historia, ésta se queda en agua de borrajas, al estar llena de trampas absurdas y ser más simple que un botijo. Ahora los padres llevarán a sus hijos a que el cine conciencie a esas pequeñas mentes mal pensantes y pervertidas (producto siempre de una mala educación, algo sólo sugerido en el film muy de pasada) sobre un tema de triste actualidad. Flaco favor les van a hacer. Mala de solemnidad.

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