'Más extraño que la ficción', campana, vela y libro

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Un hombre (Will Ferrell) cae locamente enamorado de una joven (Maggie Gyllenhaal) pero todo se complicará cuando se descubra parte de la mejor novela de una escritora (Emma Thompson) con otro tipo de asuntos personales en mano.

Esta comedia, estrenada en el año 2006, pareciera que se trataba de una especie de versión para todos los públicos de grandes películas de Charlie Kaufmann (aunque las dirigieron otros, estimo que la presencia de Kaufmann fue más autorial) como ‘Como ser John Malkovich’ (Being John Malkovich, 1999) o ‘Adaptation: El ladrón de orquídeas’ (Adaptation, 2002).

Conforme avance el metraje, nos damos cuenta de que estamos, en realidad, ante una dulce actualización de ‘Me enamoré de una bruja’ (Bell, book and candle, 1958) de Richard Quine, tal y como ha observado Jonathan Rosenbaum. De hecho, el guión de Zach Helm empieza como una versión muy indiscreta de Kaufmann, pero toma un feliz cambio de rumbo.

Resulta agradable porque en donde la película dice escritora podríamos leer tranquilamente bruja, como en las mejores comedias de Quine, y encontraremos una producción sin mayores alardes literarios sino sobre la extraña relación que tenemos con nuestros enredos vitales y con la posibilidad última de escoger una situación. En ese sentido, la película es sobre personajes chocando con otros y deshaciendo entuertos, es decir, un modelo de comedia clásica antes que una reflexión al estilo de Kaufman, que examine las relaciones entre creación y creado y mente y obra y ficciones. La película lanza un par de guiños, subrayando el problema que tiene el protagonista con su urbe, a la excelente ‘Playtime’ (Play Time, 1967) pero la inmensa fantasía caótica y magistral de Tati queda lejos de las intenciones de su guionista.

Will Ferrell lidera un reparto que tiene excelentes interpretaciones todas en una clave sorprendentemente intimista. Suele abusar el cine de unas grandes actuaciones entendidas como versiones miméticas u histéricas de personas comunes y parte del encanto noble de esta comedia es que recupera unas interpretaciones genuinamente despreocupadas y tiernas, contando con la bella Maggie Gyllenhaal como el interés amoroso de Ferrell y una Emma Thompson que ofrece drama sin excesos de sobreactuación.


Brian Retzell y Britt Daniel componen la banda sonora, la fotografía es excelente, de Roberto Schaefer, y dos músicos de nombre independiente, como son Brian Retzell y el líder y cantante de Spoon, Britt Daniel, ofrecen una banda sonora más o menos pegadiza. Entre el segundo y el tercer acto hay unos fallos de lógica bastante notables, pero la suavidad del tono y las interpretaciones ayudan a que la suavidad se imponga. De hecho, Ferrell cantando “Whole Wide World” a modo de tierna declaración de amor es un momento fácilmente encantador que ningún espectador ignora, también la manera en la que tienen estos actores en enfatizar en los aspectos más sencillos de estos personajes.

Dirige Marc Forster, un director impersonal y servicial, sin mayor problema para servir a todas y cada una de las intenciones de la historia sin parecer fácilmente destacable. Esta película ilustra bien unas actuaciones y un guión así que su estilo impersonal, listo para melodramas premiables o rutinarias versión de acción (su desastroso Bond), encuentra un registro bienvenido aquí.

La película contó con las simpatías y alabanzas de mis compañeros Alberto Abuín y Beatriz Maldivia.

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