Paul Newman | 'Ni un pelo de tonto' de Robert Benton

Paul Newman | 'Ni un pelo de tonto' de Robert Benton

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Paul Newman | 'Ni un pelo de tonto' de Robert Benton

‘Ni un pelo de tonto’ (‘Nobody’s Fool’, Robert Benton, 1994) fue una de las dos grandes películas que Paul Newman interpretó en la década de los noventa. Curiosamente las dos fueron a las órdenes de Robert Benton, en su tiempo prestigioso escritor y director —servidor se decanta por la creencia de que es mejor lo primero que lo segundo—, a quien debemos grandes películas como ‘Kramer contra Kramer’ (‘Kramer Vs. Kramer’, 1979).

En su faceta como escritor Benton hizo sus mejores trabaos formando equipo con David Newman, con quien escribió ‘Bonnie & Clyde’ (íd., Arthur Penn, 1967), ‘El día de los tramposos’ (‘There Was a Coorked Man…’, Joseph Leo Mankiewicz, 1970), ‘¿Qué me pasa, doctor?’ (‘What´s Up, Doc?’, Peter Bogdanovich, 1972) y los dos primeros films sobre Supermán, los mejores. Muestras de otro tipo de cine que ya en los noventa estaba medio olvidado. Paul Newman se hace cargo de otro de esos papeles caramelo que el actor borda haciendo que parezca fácil.

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Un gran personaje

Sully es el viejo cascarrabias al que protagoniza Newman, un tipo de personaje que, debido a su edad, le sentaba como un guante; muy parecido a otros tantos que otros grandes actores han protagonizado al tener cierta edad. Podemos pensar en Peter Sellers, Jack Nicholson, Morgan Freeman, Clint Eastwood, Robert Redford, Gene Hackman, entre otros, han dado vida a un personaje similar, ya de vuelta de todo, arrastrando sus errores del pasado, e intentando enfrentarse a su etapa final con dignidad.

Sully hace tiempo que abandonó a su mujer e hijo, y nunca supo por qué. Ahora parece tener una nueva oportunidad con su hijo ya crecido y formando una familia. Sully se ha encariñado con su nieto, algo introvertido, como lo son todos los nietos en este tipo de films, así la conexión con su abuelo, que se saltará una generación en el siempre necesario entendimiento entre miembros de una familia, es de lo más celebrado en un film bienintencionado, que araña a ratos la sensiblería, pero jamás cae en ella gracias a la sutileza.

Evidentemente Benton tiene una gran baza en alguien como Paul Newman. El actor está tan fantástico como lo solía estar en sus mejores momentos, haciéndose cargo de un personaje encantador con todas sus imperfecciones, que no son pocas. Testarudo y en continua lucha con el mundo, Sully está viviendo siempre un continuo presente, sin demasiadas responsabilidades y aceptando trabajos de poca monta para sobrevivir. La rebeldía que caracterizó algunos de los personajes más fascinantes del actor, parece dar aquí sus últimos coletazos.

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Una película amable

Instantes como los que se repiten con cierta maquinaria robada y recuperada una y otra vez, la muy sincera disculpa ante su nieto, la relación con el personaje de Jessica Tandy en su última interpretación para el cine, la relación con el personaje de Melanie Griffith, esposa del pedazo de cabrón al que da vida un no acreditado Bruce Willis —era demasiado poco para su estatus de estrella—, definen a la perfección a Sully, quien realmente necesita muy, muy poco para al final del día descansar, como de hecho hace en el sereno plano que cierra el film.

Benton dirige sin demasiadas estridencias. Su puesta en escena está, como siempre, más sujeta a unos diálogos que marcan realmente la narración tranquila y pausada que el film necesita. ‘Ni un pelo de tonto’ es una película tranquila, sosegada, ambientada en un pequeño pueblo en el que todo parece ir a otra velocidad, incluso los problemas. Corregir viejos errores lleva tiempo, apareciendo señales de nuevos comienzos, pero también dejando ir a “amores de una vida”.

Paul Newman fue nominado, muy merecidamente, al Oscar a mejor actor principal, compitiendo con nada menos que el Morgan Freeman de ‘Cadena perpetua’ (‘The Shawshank Redemption’ Frank Daabont, 1994), y “perdiendo” contra el Tom Hanks de ‘Forrest Gump’ (íd., Robert Zemeckis, 1994). Newman tardaría cuatro años en volver a ponerse delante de una cámara, de nuevo a las órdenes de Benton, en un thriller a la antigua usanza.

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