‘Pokémon: Detective Pikachu’ desperdicia a Ryan Reynolds en un divertimento inocuo que queda en tierra de nadie

‘Pokémon: Detective Pikachu’ desperdicia a Ryan Reynolds en un divertimento inocuo que queda en tierra de nadie

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‘Pokémon: Detective Pikachu’ desperdicia a Ryan Reynolds en un divertimento inocuo que queda en tierra de nadie

A riesgo de sonar nostálgico —adjetivo que no casa en absoluto conmigo—, debo reconocer que, salvo honrosas excepciones, los tiempos en los que los grandes blockbusters funcionaban plenamente en la inmensa totalidad de sus elementos formales, artísticos y narrativos han quedado muy atrás, resultando cada vez más atípico encontrarnos con producciones al nivel de 'Encuentros en la tercera fase', 'Regreso al futuro' o '¿Quién engañó a Roger Rabbit?' —por poner tres ejemplos lo más variados posibles—.

En lugar de esto, la tónica actual predominante —de nuevo, en términos generales— pasa por relegar el proceso creativo a un segundo término para volcar gran parte de los esfuerzos en diseñar productos que, más que como largometrajes, podrían catalogarse de brillantes campañas de marketing con las que amasar considerables sumas en taquilla; redondas en concepto, pero pobres cinematográficamente hablando.

'Pokémon: Detective Pikachu' es un claro ejemplo de esto; un divertimento tan aceptable como efímero, prefabricado para atraer a los cines a un aluvión de aficionados a la franquicia con un espectáculo visual digno de un presupuesto de 150 millones de dólares, pero defenestrado por un terrible libreto construido a base de clichés, unas interpretaciones de segunda y un tono que parece no tener demasiado claro a qué espectro de público potencial dirigirse.

En busca del tono perdido

No cuesta demasiado sumergirse en el rico universo urbano en el que se ambienta lo último de Rob Letterman tras la estimable 'Pesadillas', y donde Pokémon y humanos viven en armonía. Ver circular a las criaturas de Nintendo por la gran pantalla es una auténtica delicia gracias a un tratamiento visual que, aunque no se libra de sufrir algún que otro desliz puntual a la hora de ejecutar las secuencias de acción, algo torpes y descafeinadas, podría calificarse de notable.

Por desgracia, 'Detective Pikachu' no tarda en mostrar signos de agotamiento a una velocidad mayor de la deseada, haciendo cada vez más inocuo un exceso de estímulos que roza la saturación —efecto que será más acentuado para los neófitos—; algo que va a la par de un factor entretenimiento que decrece progresivamente, pero que no llega a entrar en ningún momento en los indeseables terrenos del aburrimiento.

Pikachu

Si hay algo que hace que las virtudes del filme —existentes, que no rebosantes— se tambaleen, son los endebles y tópicos cimientos que conforman su terrible guión, en el que se dan la mano un surtido de personajes planos y olvidables, una trama en clave noir innecesariamente enrevesada —que no complicada— y un drama paternofilial de saldo. Todo ello aderezado con sobreexplicaciones constantes y con una previsibilidad que no hace complicado anticiparse a los giros clave de la trama a los pocos minutos de entrar en materia.

Todo esto no debería suponer un problema; después de todo estamos ante una producción destinada a un target evidentemente infantil. O eso dictamina una lógica que no casa en absoluto con el tono del largometraje y su calificación por edades, que se quedan en una tierra de nadie que hace flaco favor al conjunto, impidiéndolo hacer despegar por completo.

Pikachu

Puede que el hecho de tener a Ryan Reynolds prestando su voz al Pokémon protagonista haya sido un arma de doble filo que de lugar a malentendidos y a falsas expectativas, pero da la sensación de que el actor, elemento más destacado del largo, esté haciendo funambulismo por una fina y blanca cuerda mientras trata de aludir a duras penas al sector más entrado en años del patio de butacas. El resultado, tristemente, no podría ser más descafeinado.

La simple idea de materializar una apuesta tan arriesgada como esta 'Detective Pikachu' ya es digna de elogio, pero es inevitable pensar en lo que podría haber sido si los estándares de producción de este tipo de cintas casaran más con los de épocas anteriores, en las que datos, campañas y análisis de mercado, pese a estar presentes, no resultaban impedimento para ofrecer al gran público una dosis de buen cine.

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