'Reservoir Dogs', el nacimiento de un estilo

'Reservoir Dogs', el nacimiento de un estilo
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En pocas ocasiones podemos asistir al debut tan contundente de un cineasta. Allá por el año 1992, un joven envenenado por una cinefilia aguda y amante tanto del cine clásico como de productos de serie Z (además de las series televisivas, la películas asiáticas de Kung Fu, los cómics o la música de los setenta), encontró la inspiración suficiente en un soberbio guión, que acabó convirtiéndose en la génesis de un nuevo estilo de hacer cine. O al menos en una nueva forma de contar lo que ya se conoce.

Puede cuestionarse si Quentin Tarantino creó algo realmente original con ‘Reservoir Dogs’, y motivos existen, pero no se puede negar que supo convertir su particular punto de vista de un cine explosivo, divertido, fragmentado y visualmente absorbente en una película que sentaría las bases del tarantinismo.

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Una película de bajo presupuesto en el que se puede encontrar el espíritu del cine negro de serie B de los 50, y de la cultura pulp mezclado con multitud de referencias dispares. Y quizás sea este aspecto el más tachado a Tarantino. Mucho se ha escrito sobre si realmente ‘Reservoir Dogs’ se trata de cine original, o más bien un reciclado de aquí y de allá, copiando, inspirándose o incluso plagiando a muchos títulos.

Pero basta decir que no es reprobable reciclar historias si a la postre se sabe crear algo nuevo, que ofrece puntos de vista distintos y que en el fondo se trata de todo un elogio al cine que ha alimentado a su creador. Un modo de articular una voz propia, aunque pueda parecer, superficialmente, pura imitación.

Puestos a buscar referencias, es obvio que ‘Reservoir Dogs’ está repleta de ellas. Y que Tarantino ha sabido asimilar, tomando algunas piezas para componer una película brillante de principio a fin, que funciona cada minuto. Desde el ‘Intruder’ producida por Lawrence Bender (también productor de Quentin y quien creyó en él desde el principio), por obvio y próximo, hasta otros títulos a los que realiza un guiño y homenajea. En esencia, no se puede negar que Tarantino se vio enormemente influenciado por ‘Atraco perfecto’ de Kubrick, viendo a esos personajes marginados en su viaje a la libertad como el reflejo en el espejo de la banda de sus particulares atracadores encorbatados.

Pero también Tarantino encontró otras fuentes directas para montar la arquitectura de su guión, como la utilización de los nombres en clave de ‘Pelham 1, 2, 3’, el atraco a una joyería que acaba con el enfrentamiento de sus ladrones de ‘Rififi’ (de Jules Dassin) o los pulcros trajes negros y corbatas delgadas de la memorable ‘A Better Tomorrow II’ (‘Honor, plomo y sangre’ de John Woo) o de ‘El cuarto hombre’ (‘Kansas City Confidential’ un clásico muy recomendable de 1952). También toma buena de la producción honkongnesa ‘City on Fire’ dirigida por Ringo Lam y con Chow Yun-Fat. Título éste que han usado sus máximos detractores para culparle de vil copista. Y ¿acaso es ilícito negar que se ha visto, que ha gustado y después trasladarlo a su propia historia de forma mucho más sólida y brillante? ¿Existe algún cineasta que escape a sus influciencias? También se pueden encontrar algo más que meras semejanzas en la secuencia en la que acompañamos (gracias a la cámara en mano) al paseo del señor Rubio desde el almacén al coche del exterior para coger gasolina en el proceso de su divertida tortura al policía, con la que protagoniza Sterling Hayden en ‘Atraco perfecto’ cuando acude con total naturalidad al vestuario, se cambia, se pone los guantes, coge el arma con enorme tranquilidad y sale. Y sin embargo no se le puede restar valor a la resolución efectiva de Tarantino en dicha espléndida escena.

‘Reservoir Dogs’ funciona a la perfección como un mecanismo de relojería porque sabe transmitir más allá de su aparente superficialidad un duro mensaje. Más allá de los diálogos plagados de tacos, de la sangre y de la violencia hay un intento de mostrar la condición humana de un puñado de delincuentes que no se conocen y evidencian una desconfianza que se torna traición entre los débiles y valor entre los fieles.

Uno de los grandes aciertos es su capacidad de narrar sin mostrar, de plantearnos la historia fragmentada en capítulos no cronológicos de un atraco que no vemos. Ese manejo sutil de la narración pausada, a través de soberbios diálogos que aparentan ser banales e intranscendentes (lo auténticamente transgresor de la cinta), arrastra de forma vertiginosa, como una montaña rusa al espectador que se presta a ello. Es decir, aquel espectador no pasivo que entra en el juego de recomponer las piezas de la historia. Porque, en esos diálogos superficiales hay una demostración de la condición de cada uno de los integrantes de la banda y cada uno de ellos está prodigiosamente bien dibujado. Aunque sólo en su conjunto, a su conclusión, es cuando se encajan los mecanismos planteados en la acción. Gracias también al soberbio trabajo de montaje y apoyado en unas interpretaciones brillantes (que catapultaría a sus actores menos conocidos).

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Durante su periplo por los circuitos independientes, la cinta fue causando furor y se veía en su autor a un prometedor cineasta, toda una revelación capaz de manejar con elevada soltura una historia tan sencilla como aparentemente violenta. Mientras, durante su larga exhibición (más de un año en territorio usamericano), fue acusado de su manejo excesivo de violencia gratuita y explícita. Craso error, aunque más propio del espectador americano que del europeo, puesto que a pesar de las armas, la sangre y los acontecimientos, Tarantino no se recrea visualmente con las escenas violentas. De hecho, la famosa escena de la tortura del señor Rubio al policía con la cercenación de una de sus orejas no la vemos. El realizador, en ese preciso instante, gira la cámara y en ningún momento podemos ver ese preciso y desagradable instante. Todo funciona de forma sincronizada y va más allá, puesto que si alguien, al terminar la cinta, se sigue preguntando que pasó con el señor Naranja es que la película funciona y ‘Reservoir Dogs’ lo consigue con creces.

En conclusión, ‘Reservoir Dogs’ es un ejemplar debut de un cineasta, la génesis de un estilo que, aunque afortunadamente supo continuar y crecer con su siguiente título, no ha logrado mantener con el mismo vigor y solidez en los sucesivos, y, sin embargo, marca una toda una época del cine a camino entre el siglo XX y el actual. Nadie duda de qué tipo de película va a ver si se la define como al estilo Tarantino.

‘Reservoir Dogs’ se pone a la venta hoy en DVD (edición especial incluida). Para la edición en Blu-Ray habrá que seguir esperando a alguna fecha aún sin definir de 2009.

4,5

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