'Skyfall', Desde Londres con dolor

45 comentarios Facebook Twitter Flipboard E-mail


El agente James Bond (Daniel Craig), 007, está en una misión con su compañera Eve (Naomie Harris) cuando aparentemente es declarado muerto. Por supuesto, regresará, cuando una peligrosa trama informática sacuda al MI6 y el extraño Silva (Javier Bardem) parezca amenazar todo su entorno, incluyendo a su jefa M (Judi Dench).

Son, desde luego, tiempos extraños. Si vamos a soñar, ya no podemos hacerlo sin cinismo, tal vez porque el cinismo tenga propietarios y el cinismo mismo nos invite a describirnos como más realistas, porque el realismo, o lo que antaño solíamos llamar también pragmatismo, es hoy llenar las cosas de cinismo.


No hablo de esto porque tenga el día cruzado sino porque observo. Hemos jubilado a Batman, que no hace otra cosa que deprimirse de sus errores, y cuando vimos a Iron Man coger una armadura, comprobamos que lo hizo a costa del dolor de los demás, de unas personas que se sacrificaron. Está claro que un asesino que no puede olvidar que está perdiendo la memoria, que no quiere olvidar su propia desmemoria, es un héroe de nuestros tumulto, y ése es Jason Bourne.

Con ‘Casino Royale’ (id, 2006), la saga 007 se quiso quitar la festividad y quiso dejar crecer a un héroe que antaño había perdido su esposa en su entrega más memorable ‘007: Al Servicio de su majestad’ (007: On Her Majesty’s Service, 1968) y que antes de eso había crecido como icono de la masculinidad con películas como ‘Goldfinger’ (id, 1963). En plena guerra fría , qué mejor que volver ‘Desde Rusia con amor’ (From Russia with Love, 1962) para encontrar villanos exóticos, mujeres hermosas, otra cama llena, tal vez.

Se soñaba Bond como el macho último, definitivo, y la mujer más leal era su secretaria, Moneypenny, tantas veces alargada (y aletargada) como la única con la que no parecía cumplir su clásico ritual de apareamiento. Las cosas han cambiado, desde luego. No me sorprende que el villano de la reinvención bondiana le torturara en los genitales y que en su primera aventura perdiera el amor.

Bond sangra, sufre, tiene heridas. Pero tras un tumulto de irregular desamor con la aburrida ‘Quantum of Solace’ (id, 2008), demasiado extraña y desajustada, llega la entrega más arriesgada de la saga desde que Martin Campbell y Paul Haggis le dieran relieve al personaje. Sam Mendes y el guionista John Logan han cogido todos los elementos típicos de Bond (las dos chicas, el villano exótico y pérfido, incluso a Q) y los han sacudido con feliz inteligencia.

Este Bond tiene un pasado, con el rostro (adecuado) de un magnífico Albert Finney. Aunque viaje a Shangai, magníficamente iluminada por ese titán de la fotografía que es Roger Deakins, la chica Bond de esta película es M cuyo importante lazo emocional conviene no desvelar a los espectadores más desprevenidos.

El villano, con tics homoeróticos, no es otra cosa que la triste premonición del monstruo desencajado en que puede convertirse Bond. Como si fuera una exageración de su propio pasado, no el real, sino el cinematográfico. Se destila mucho en esta película ágil, sorprendentemente dramática, ajustada e intimista, cuenta incluso con una gran set piece inicial, rodada con un garbo que Marc Forster nunca tuvo.


Está claro que en este tiempo presente no podemos narrar a héroes que no nos generen desconfianza. Aunque los vayamos a reinventar con dosis (sorprendentes) del mito de San Jorge, este James Bond lleva el desgarro y coquetea con la tiniebla como nunca antes lo había hecho. Thomas Newman compone un adecuado score, Ralph Fienes y Ben Whishaw completan a los ya de por sí excelentes Bardem y Dench y Naomie Harris reinventa un personaje, demasiadas veces epítome del lado más machista de Bond, en una clave posfeminista y guerrera absolutamente inteligente. Ah, y Adele canta la mejor canción netamente bondiana desde Shirley Bassey, sin caer en el remix o en la mímesis facilona. Bravo por ella.

Este Bond ha encontrado, al fin, una salida en la que continuar su mito. Y celebra sus cincuenta años con mayor enjundia cinematográfica de la que nunca llego a tener. Caviaro se muestra más escéptico y Mikel habla del regreso del mejor Bond. El mismo Mikel se ha currado un especial con las mejores pelis de Bond, por cierto. Se trata de una reinvención, en toda regla, de Sam Mendes y será recordada como una cima (bondiana) por los cinéfilos más heterodoxos.

Son buenos tiempos si podemos ver a nuestros héroes demasiado cerca del abismo de sus deseos.

Comentarios cerrados
Inicio