Todos queremos ser Jack Reacher

Todos queremos ser Jack Reacher
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'Jack Reacher' (id, Christopher McQuarrie, 2012) es la adaptación cinematográfica de la novela ‘One Shot’ de Lee Child, una de las tantas escritas sobre el personaje entre 1997 y 2012, elegida como la primera en ser llevada al cine con la esperanza de convertirse en una nueva saga que tenga en sus filas a Tom Cruise.

Todo dependerá de la carrera comercial del film, que de momento avanza lenta pero con paso seguro. En cualquier caso nos hallamos ante un nuevo vehículo para el lucimiento de su principal estrella, un actor que a mí personlamente siempre me ha caído bien y que es mejor intérprete de lo que se suele decir —aunque tenga manías en sus films, como por ejemplo echar a correr en un momento dado y no parar—. Eso sí, su vida personal y el aireo de la misma le está costando caro.

Tras un par de fracasos seguidos —la peor película de Bryan Singer, ‘Valkiria’ (‘Valkyria’, 2008) y la floja ‘Noche y día’ (‘Knight and Day’, James Mangold, 2010)— Cruise tuvo que tirar de nuevo de su exitoso Ethan Hunt —en la mejor película de la saga gracias a la dirección de Brad Bird—, pero tal vez consciente de que el citado personaje no dé para más —se está preparando una quinta entrega con Christopher McQuarrie en el guión y la dirección—, el actor/productor parece querer tener el futuro cubierto y ha echado mano de este nuevo personaje que parece ajustarse sin ningún problema a su imagen. El resultado, no obstante, no está a la altura de lo esperado: un thriller que bebe sin disimulo de un tipo de cine hecho en la década de los 70. Y van…

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(From here to the end, Spoilers) La trama de ‘Jack Reacher’ no es demasiado complicada, de hecho diría que es demasiado simple, algo extraño viniendo del escritor de ‘Sospechosos habituales’ (‘The Usual Suspects, Bryan Singer, 1995). El film tiene un inicio espectacular, sin duda lo mejor del mismo. Un hombre armado con un rifle con mira telescópica asesina a cinco personas —inicio que recuerda sobremanera al de ‘Harry el sucio’ (‘Dirty Harry’, Don Siegel, 1971) dicho esto como elogio—, se detiene al principal sospechoso, un ex soldado que combatió en AfganistánIrak y que ante la apabullante muestra de pruebas en su contra sólo decide escribir una frase en un papel: “Avisen a Jack Reacher”. El resto del film no posee la fuerza de su inicio, pero describe a un personaje caramelo de esos que derrochan carisma y son muy atractivos, y no precisamente por su físico, aunque también.

Y es que hay en Reacher una rebeldía contra el sistema que todos quiséramos practicar. En un mundo que se dirige derecho hacia el caos, y que cada vez destapa más sus vergüenzas en las altas esferas donde parecen reirse a carcajadas del hombre llano, del trabajador de a pie, el cual les importa un carajo, por decirlo suavemente, pensar que un utópico personaje como Reacher es hasta placentero. Sin teléfono móvil, sin mail, sin cuentas bancarias, casi como un fantasma, Reacher no se detiene ante nada por su sentido de la justicia, y su bien entendida chulería, que no es más que una aplastante seguridad en sí mismo apoyada en la experiencia, le hace ganar enteros ante un espectador que se cambiaría por él sin dudarlo lo más mínimo, o al menos yo lo haría sin vacilar.

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‘Jack Reacher’ es una película que no asimila mal las influencias setenteras, pero el guión se deshace al poco rato. Uno siempre va por delante de la trama y cuando las verdaderas razones del asesinato múltiple salen a la luz, uno no puede creérselo, es de juzgado de guardia y más propio de un telefilm barato que de una película de cine. Por no hablar del típico giro en el que se descubre a uno de los culpables metidos en el embrollo y cuyo porcentaje de culpabilidad es del 50% frente a la otra opción lógica. Personajes que entran y salen a su antojo, floja química entre Rosamund Pike, una actriz muy limitada, y Cruise. Un actor de la talla de Robert Duvall totalmente desaprovechado, un personaje simpático, sí, pero de poco peso en el film, e incluso un rol tan inquietante como el que interpreta el director Werner Herzog no disfruta en pantalla más tiempo.

Tópica por momentos, y previsible, auque se le agradece un intento de cine de antaño, alejado de toda la parafernalia visual actual. Eso sí, hay una escena en la que el film se hermana con el espectador hasta límites insospechados; es aquel en el que Reacher se baja en marcha de un coche que está persiguiendo la policía y se esconde entre un grupo de personas que están presenciando lo que pasa. Sin mediar palabra, un ciudadano de la calle, como tú, como yo, le da su gorra a Reacher para que pase desapercibido. No cruzan ni una palabra ni cuando Jack le devuelve la gorra ya a salvo. No son necesarias, ni los discursos. Todos queremos ser él, o todos queremos ayudarle porque el sistema le persigue y quiere aborregarle como al resto. Es ese instante de libertad absoluta, en el que el hombre llano burla a los que poseen el poder, en el que la pluma de McQuarrie se muestra punzante y nos provoca una sonrisa maliciosa. Una pena que no haya sabido mantener el tono.

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