Walter Hill: 'Supernova', la película maldita

Walter Hill: 'Supernova', la película maldita
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Llegamos en el especial de Walter Hill a ese lugar que es difícil de aceptar. ‘Supernova’ (id, Thomas Lee, 1999) es sin duda alguna, el peor trabajo de su director, que prefirió firmar la película con el seudónimo de Thomas Lee, siendo la primera vez que se utilizaba dicho seudónimo que sustituyó al tan familiar Alan Smithee, que era el nombre con el que se firmaba una película cuando un director renegaba de ella.

Cuando empecé a oír hablar de este proyecto, una de ciencia-ficción ambientada en el espacio y dirigida por Walter Hill, pensé lo que todo el mundo seguro pensó. Dios mío, el productor de ‘Alien’ (id, Ridley Scott, 1979) y todas sus secuelas, además de un gran director, se va a poner al frente de un producto de temática similar al intocable film de Scott. Me froté las manos por decirlo suavemente. Efectivamente, el visionado fue como uno de esos orgasmos anulados por la frustración.

En un principio la película iba a ser dirigida por el inefable William Malone, con participación de H.R. Giger —otro nexo de unión con ‘Alien’— y bautizada algo así como “Hellraiser en el espacio”. Eso ocurría a finales de los años ochenta. Una década más tarde el temible Paul W.S. Anderson filmó ‘Horizonte final’ (‘Even Horizon’, 1997), que muchos consideraron una gran película de terror —para mí está cercana a la parodia, involuntaria, claro—, así que la cosa cambió de tercio.

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Un proyecto caótico

Más tarde Geoffrey Wright era el director que iba a tomar las riendas del proyecto, pero diferencias sobre el guión desembocaron en la marcha de Wright. Así pues Hill se hizo cargo de la película, tomando la peor decisión posible de toda su carrera, renegando de ella en la fase de postproducción, en la que se llamó a cineastas como Jack Sholder y Francis Ford Coppola, que filmaron nuevas escenas y el segundo supervisó el montaje.

Lo curioso de esa operación es que, a tenor de lo visto, no arregló nada de nada, y la ironía es que además de tratarse de lo peor que jamás ha dirigido Hill también puede considerarse una mancha en la filmografía de Coppola, que se codeaba por primera vez con un género que tal vez le venía grande. Además, la película fue considerablemente cortada, por lo que su concepción original se pierde por completo. Lo que pretendía ser un relato de terror espacia termina por convertirse en una rutinario y predecible thriller.

La Nightingale 229 es una nave médica que cursando el espacio recibe una señal de socorro de una mina espacial en la que parece no haber nadie. Allí encontrarán a un contrabandista que había ido a recoger desperdicios. Tras acogerlo en su nave descubrirán que el nuevo invitado no es precisamente amigable y tiene unas muy terribles intenciones. El esquema argumental recuerda sin remedio al film de Scott, pero se aparta por completo del mismo.

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El vacío espacial

Entre las imágenes de ‘Supernova’ puede percibirse cierta intención de hablar de algo más que de una fuerza extraterrestre que regenera o destruye todo o que toca, pudiendo crear un nuevo universo. La amenaza de tan atractiva premisa, que podría haber dado a reflexiones filosóficas tan del gusto de la ciencia-ficción, se convierte en un pobre y torpe relato de suspense facilón y película de acción venida a menos.

Desconozco por completo el humor y ánimos con los que filmó Hill la película, pero ésta semeja ser el resultado de una mala época creativa desde cualquier punto de vista. Los efectivos efectos visuales no salvan la ausencia total de atmósfera, las interpretaciones de un reparto completamente perdido —las caras de serio de James Spader son antológicas— no curan la falta de psicología en personajes que son más bien clichés. El guión simplemente no existe, y la película parece hecha a base de retales rescatados en esa temible operación de re-montaje.

Desaprovechando por completo algunas de sus ideas, por ejemplo los peligros del viaje en el espacio a toda velocidad, o la idea de poder controlar la vida, ‘Supernova’ se pierde en un caos de montaje que lo reduce todo a la mínima expresión. Incluso es difícil de creer que un nuevo montaje pudiera salvar algo, como por ejemplo las desastrosas interpretaciones de Lou Dimanod Phillips o Peter Facinelli, uno como un yonqui de la energía y el otro como el villano de la función.

Como era de esperar ‘Supernova’ fue un estrepitoso fracaso comercial, y si ya sólo los cinéfilos se acordaban de Walter Hill, a partir de aquí el relego al olvido fue cada vez mayor, regresando tres años después con una película que le devolvería en cierto modo a sus orígenes.

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