“The Florida Project habla de una economía paralela en una sociedad obsesionada con la riqueza”. Sean Baker, director

“The Florida Project habla de una economía paralela en una sociedad obsesionada con la riqueza”. Sean Baker, director

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“The Florida Project habla de una economía paralela en una sociedad obsesionada con la riqueza”. Sean Baker, director

Sean Baker ha pasado por España para hablar de 'The Florida Project', su nueva película, que lleva un carrerón de nominaciones y premios impresionante (entre ellos, el Globo de Oro al Mejor Actor Secundario, que no ganó, y el Oscar a la misma categoría, que está por ver). Nos sentamos con él a discutir los valores de esta película singular y comprometida, y para plantear nexos de unión con obras anteriores como la aclamada 'Tangerine'.

  • ¿Cómo surgió la idea de ambientar la película en unos moteles en los que solo vive de forma indefinida gente sin hogar fijo?

Fue mi coguionista Chris Bergoch quien me mandó unos artículos que hablaban acerca de esta yuxtaposición, esta dicotomía de la que hablamos en la película y de la que ya se hablaba en los medios locales. La gente sin techo, esas familias que viven en moteles cutres, justo al lado del sitio más mágico del mundo, Disneyland. Ese contraste fue lo que me puso en marcha. Decidí dramatizarlo y mantener este enfoque, esta tremenda ironía.

Seanbaker
Foto de Daniel Bergeron

  • En películas tuyas anteriores, como 'Tangerine' o 'Starlet' los escenarios y su elección son elementos primordiales. ¿Hasta qué punto son para ti un elemento esencial en tu cine?

Creo que las localizaciones son importantes en cualquier película. A veces un decorado puede convertirse en personaje. La razón por la que escogí Santa Mónica para esta es que el lugar estaba a algo más de un kilómetro de mi casa, y que se daba esta dicotomía de la que hablábamos. Depende de la película, hay que ir proyecto a proyecto, pero yo veo imposible rodar sin un decorado fuerte y con personalidad. Ahora mismo, por ejemplo, estoy preparando un nuevo proyecto, y tenemos historia pero no decorado, y nuestro siguiente paso va a ser centrarnos en ese punto.

  • Has decidido hablar de una clase social a la que habitualmente no se presta atención en la ficción: gente que vive en una imitación de vida familiar, pero que tiene muchas carencias. ¿A qué se debe esta invisibilización?

Hay una gran división de clases en mi país, está claro. Cuando vas a la escuela de cine, te dicen que escribas sobre lo que sabes, y esa es la razón por la que vemos siempre las mismas películas desde hace cien años. Los guionistas son blancos y privilegiados, y hablan sobre lo que conoces, es muy sencillo. Nadie piensa fuera de ese marco. Incluso gracias a herramientas como los iphones empieza a haber un movimiento a favor de la democratización del cine, pero no es suficiente. Hay gente que no puede pagarse ni eso, ni siquiera un iphone.

Hay sintechos de quienes nadie sabe de su existencia, los "escondidos", como los llaman en Estados Unidos, pero los creadores, inconscientemente, los ignoran, y esta gente no tiene medios para tener una voz. Para eso quiere servir 'The Florida Project', para eso la he hecho: no quería ser la voz de esta clase social y sustituirla, pero sí quería darles la posibilidad de que tuvieran una voz propia.

  • Pero no los tratas con condescendencia, desde una posición privilegiada...

Mis películas son una respuesta a lo que yo no veo en el cine y la televisión en Estados Unidos. Nadie representa ciertas subculturas, no se cuentan determinadas historias, y yo tengo un interés personal en contarlas. Hablo de cómo es muy fácil caer en la economía paralela, a la que recurren aquellos que no pueden trabajar dentro del sistema. Por ejemplo, el sexo, las drogas, el trafico con mercancías robadas que mueven mmillones y millones de dólares.

Y todo esto en un país orgulloso de sí mismo: tenemos un multimillonario como presidente, festejamos la riqueza y el dinero. Pero nadie quiere hablar de esta economía paralela porque resulta molesto. Yo quiero poner el foco aquí, que la gente vea cómo esto es un subproducto de la sociedad capitalista: gente que no tiene acceso al sueño americano y a quienes se les cierra la puerta continuamente.

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  • Hay algo de decepción en esta clase social que está educando a sus hijos, y eso lo vemos en la película, para ser igual que ellos: al margen de la sociedad, sin actividad ni futuro claros... ¿lo has vinculado con la victoria de Trump en las elecciones, convertido en presidente en buena parte como movimiento de reacción y protesta por parte de los desfavorecidos?

Para mí el votante típico de Trump dentro de la película es Bobby, el personaje de Willem Dafoe. Y como es un personaje positivo, la gente me responde "No, por favor, Bobby no, Bobby no votaría a Trump". Pero todos los encargados de motel que he conocido preparando la película eran así, votantes típicos de Trump, que creían en un cambio que nunca ha llegado, y han reaccionado en las elecciones.

En cuanto a las Halleys que yo he conocido, las inspiraciones reales de la madre soltera jovencísima y decepcionada y que malvive para criar a una niña en soledad, tienen esta sensación de que nunca han tenido una oportunidad ni la tendrán. Y entonces se rebelan: "Por qué voy a respetar a la autoridad, por qué voy a respetar cualquier cosa, si a mí el sistema no me ha respetado, no me ha ayudado". Mucha de esa rabia viene de ahí, de la gente como Halley, que no tienen elección ni red de seguridad.

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  • Una vez más pones el foco de atención de la película en los niños. ¿Qué es lo que te aporta su visión?

Podía haber hecho una película sobre sintechos y sin niños. O enfocarlo en los personajes adultos. Pero con los niños podía sacar a relucir esta ironía tan terrible, la de tener a Disneyland al lado y no poder visitarla, cosa que ocurre tanto en la costa Este como en la Oeste de Estados Unidos. Siempre supe que iba a ser una historia de niños, centrándome en el hecho de que la infancia es universal, los niños siempre quieren ser niños, pasarlo bien, usar la imaginación.

Este empleo de la infancia también me aporta algo en la estructura. Gracias al protagonismo infantil no tengo que contarlo todo: a veces el público no se entera de todo lo que sucede, percibe solo fragmentos de realidad, igual que Moonee, la niña protagonista, que no se entera de todo lo que está sucediendo. Esto me ayuda a estructurar la película, a que no haga falta contarlo todo. El público puede jugar a adivinar igual que hace Mooney.

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  • Tu salto a la fama lo diste con 'Tangerine', rodada con tres iPhones y medios muy reducidos. Pero aquí das un salto estético con una película visualmente muy cuidada y rodada en cine. ¿Buscabas algo en las imágenes de 'The Florida Project' que un iPhone no podía darte?

Sí [risas]. Yo defiendo todos los medios. Está claro que rodar con un iPhone me permitió hacer mi quinta película y me abrió puertas, y por eso estoy aquí ahora. Pero a la vez no quiero ignorar el medio en el que se ha fundamentado este arte: el proceso fotoquímico que no se replica en ningún otro material. También está el problema de la preservación, que en 2018 es una amenaza real: el celuloide está muriendo.

Así que ahora que tuve un presupuesto decente me dije: "Quiero defender este formato, y quiero que siga vivo". Pero también digo que si estás en la misma posición que estaba yo cuando hice 'Tangerine', por favor, haz una película con el medio que sea, de cualquier manera. Pero en mi caso, ahora, con esta película, la estética que yo buscaba solo la podía conseguir a través de los 35 mm.

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