Hace ya varios años que los superhéroes dominan el mundo del cine, pero en la pequeña pantalla ha sido hace relativamente poco cuando han empezado a abundar las producciones protagonizadas por este tipo de personaje. Eso sí, ninguna de ellas ha logrado ser un éxito tan grande como muchas de las películas, llegando al punto de que en algunos casos –‘Agent Carter’ o ‘Agentes de SHIELD’- han conseguido renovaciones un tanto agónicas.
Seguro que no soy el único que cree que todo eso cambió cuando Netflix lanzó la excelente primera temporada de ‘Daredevil’, donde se demostraba que se podía sacar muchísimo jugo a una historia de superhéroes que respetaba bastante los cánones habituales de este tipo de relatos. Ahora con ‘Jessica Jones’ se ha optado por un estupendo giro de tuerca que ha sido uno de los factores decisivos para convertirla en una de las mejores series de 2015.
’Jessica Jones’, el trauma de la detective y superheroína
La primera gran baza de la series es la propia Jessica Jones, ya que los guionistas –liderados por Melissa Rosenberg- han sabido trasladar sus peculiaridades como superheroína en esta adaptación. De hecho, es más fácil ver en ella una evolución de roles femeninos como Buffy Summers o Veronica Mars, pero llevándolo todo mucho más allá, ya que sufre un fuerte trauma que hace que su fortaleza se tambalee en no pocas ocasiones. Todo ello queda perfectamente reflejado por la actuación de una Krysten Ritter en estado de gracia, que además derrocha carisma.
La forma de lidiar con ese estrés postraumático resulte esencial para enriquecer psicológicamente a la protagonista, tanto por alejarla de la figura tradicional del superhéroe –aquí primero de todo tiene que salvarse a sí misma, y esa sensación de relativo descontrol le sienta de fábula a ‘Jessica Jones’- como porque sirve como base para la creación de una dinámica muy interesante con Kilgrave, un magnífico y retorcido villano interpretado a la perfección por David Tennant.
Es cierto que Kilgrave se hace un poco de rogar, pero su presencia sobrevuela sobre la serie en todo momento, algo que justifica sobradamente cuando hace acto de presencia y nos demuestra que básicamente es basura humana. Sí, habrá tiempo para ciertas explicaciones que buscan forzar cierta empatía con él, ayudando en esto más la actuación de Tennant que esos nuevos datos, pero nunca dejaremos de pensar que es una –logradísima- representación de cierto tipo de persona que abunda más de lo que nos gustaría, lo único que amplificándolo al máximo para aprovechar que puede doblegar voluntades ajenas.
Irreprochable técnicamente
No hace falta hacer grandes alusiones a ello –aunque ese estupendo cameo del último episodio despeja cualquier tipo de duda que pudiera haber- para realmente se siente que ‘Jessica Jones’ pertenece al mismo universo trágico y decadente de ‘Daredevil’ -y todo ello sin dejar de lado instantes tan potentes visualmente como el de la imagen de más arribas-. Además, lo hace buscando su propia identidad, aplicando varias soluciones de ambientación propias del cine noir –sobre todo durante los primeros episodios- para resaltar así mejor el mundo propio de Jessica Jones.
En lo visual no se me ocurre ninguna pega que ponerle a la serie, pues sí que es cierto que las peleas no alcanzan el nivel de brillo de las de ‘Daredevil’, pero es que allí eran una de las bases fundamentales de un relato mucho más físico, mientras que aquí lo que prima es lo psicológico, por lo que elevarlas al mismo nivel creo que habría sido un error. Esto quizá resulte un problema para algunos, pero creo que la violencia física de ‘Jessica Jones’ está retratada de forma adecuada, ayudando a dar más lustre al componente emocional.
Los pequeños problemas de la primera temporada
Me gustaría señalar que creo que la serie hace un trabajo un poco pobre explicando el motivo de que los poderes de Kilgrave dejen de tener efectividad sobre ella. Es un poco Deus ex machina para conseguir un giro argumental necesario para la correcta evolución de la trama. Lo cierto es que no me molestó tanto como he leído que les pasa a otras personas, pero un detalle tan esencial debería haberse perfilado mejor, que los guionistas habían demostrado tener talento de sobra para ello.
La otra pequeña laguna que veo a la primera temporada es que podrían haber acotado un poco mejor la serie, pues hay otros detalles en los que podrían haberse extendido más y algunos con los que avanzan con demasiada lentitud. Esto provoca ciertos altibajos tras su –casi- impecable arranque, que se manifiestan con mayor intensidad durante los dos o tres episodios previos a su final. Aquí tampoco ayuda que la trama del suero para potenciar los poderes de Kilgrave no termine de encajar del todo bien, pero bueno, tampoco es algo calamitoso.
Con todo, creo que lo que finalmente hace que esté un escalón por debajo de ‘Daredevil’ está en la calidad de los secundarios, pues de la que ahora nos ocupa me gusta más su protagonista, pero de la otra me quedo con su villano. Todo ello por un margen bastante estrecho, pero con los secundarios no hay color, ya que en ‘Jessica Jones’ hay varios sin toda la entidad e interés propio necesarios –pienso en los vecinos de Jessica, tanto los gemelos como Malcolm- como para que no se perciba cierto bajón dramático las pocas veces que la historia se centra en ellos. Eso sí, la cosa mejora, y mucho, con Luke Cage y Trish Walker, dejándome sensaciones un poco más encontradas en el caso de Will Simpson.
Tras dedicar tres párrafos a sus debilidades quizá penséis que calificarla como una de las mejores series de 2015 sea algo exagerado, pero es que al final son detalles que simplemente la alejan del casi imposible sobresaliente, pero se quedan en muy poco comparadas con sus grandes virtudes, siendo además un importante paso adelante para las historias de superhéroes en el medio audiovisual. Vamos, que no es perfecta, pero tampoco le hace falta y además así tiene margen de crecimiento, que nadie debería dudar de que veremos nuevas aventuras de Jessica Jones.
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