De prometedor matemático a nihilista experto en bombas: la historia de Ted Kaczynski, alias Unabomber

De prometedor matemático a nihilista experto en bombas: la historia de Ted Kaczynski, alias Unabomber

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De prometedor matemático a nihilista experto en bombas: la historia de Ted Kaczynski, alias Unabomber

Un grupo de profesores universitarios discuten el complicado porvenir de uno de sus pupilos. El carácter díscolo de este da pie a una reflexión sobre “un joven matemático” de Michigan. Uno de estos maestros, Lambeau, desconoce su nombre: Ted Kaczynski. El camarero le aclara la confusión con su otro nombre; mucho más célebre: Unabomber.

La siguiente escena de 'El indomable Will Hunting' ('Good Will Hunting', 1997) demuestra el poder mediático de este terrorista; imbuido de mesianismo contra la tecnología y cuya dificultad en su localización inoculó el miedo a todo Estados Unidos. Un fenómeno de la cultura popular, en pleno apogeo del thriller en la gran pantalla, que llegó a todos los rincones del país y protagonizó incluso una polémica portada en la revista Time.

La genealogía del ángel caído, de prometedor matemático a nihilista experto en bombas, remitía a los combativos años 70 (tiempo donde pudo publicarse algo como 'El libro de cocina del anarquista' de William Powell, que cuenta con un excelente documental). Decepcionado con la sociedad, mono de un laboratorio que él igualaba al complejo industrial, decidió pasar de las acciones pasivas a enviar explosivos contra autoridades científicas o industriales, además de provocar el pánico en las comunicaciones aéreas.

La reciente serie de Netflix, creada por Andrew Sodroski, es un retrato preciso sobre el conocido insurgente. Este se construye a través de la dualidad entre Unabomber y el actor Sam Worthington como el inquisitivo detective James R. Fitzgerald. Thriller a dos tiempos, quizá un tanto televisivo y enrevesado, compone un puzle del cual todavía falten piezas.

El matemático brillante

La gran medida en los años 50 para los sociólogos, ingenieros de almas en Estados Unidos, era el cociente intelectual. Kaczynski tenía un CI de 167 y se le consideraba un alumno prodigio en matemáticas. Los testimonios de su primera juventud e infancia varían, reconociéndole algunos dotes para el humor mientras que otros lo tenían como un “freak”.

Su llegada a Harvard, con 16 años, fue su primer triunfo y lo podríamos imaginar en una ilustración de Norman Rockwell, con el pelo corto a ambos lados y mandíbula prominente propia de un jugador de fútbol americano. Los recuerdos de su estancia en Harvard también divergen: Alston Chase le cita directamente afirmando que su paso por esa universidad fue “importante”. En sus cartas, por el contrario, hace manifiesta su insatisfacción en aquel periodo y considera que no “volvería a ir a la universidad”.

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Ted Kaczynski, Unabomber, en Harvard

Lector tardío de manifiestos ideológicos mientras hacía el doctorado en Michigan, el descubrimiento del libro de Jacques Ellul La technique ou l'enjeu du siècle (El siglo XX y la técnica, primera edición de 1960 en España), le convirtió en ludita, es decir, contrario a cualquier progreso tecnológico. Ellul afirmaba

“…nuestra tesis es que el progreso técnico contiene simultáneamente el bien y el mal (…) Es incuestionable que el desempleo tecnológico es resultado de la mecanización. No puede ser de otra manera…”

Parece ser que Kaczynski descubrió la antropología y la filosofía de Friedrich Nietzsche en el preparatorio universitario, especula Chase, pero lo cierto es que sus ideas contra la tecnología no se encuentran hasta muy tardíamente. Más aún, según da testimonio en su epistolario se cree un gran lector sobre antropología, especialmente de tribus aisladas, y especula tozudamente sobre la posibilidad de adoptar esos modos de vida.

Una pieza del puzle, del rompecabezas, llena de interrogantes, cuya forma no da ninguna solución. Tendremos que coger otra de la caja… y esta tiene que ver con un experimento secreto.

El conejillo de indias

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Una imagen de "El mensajero del miedo". Frank Sinatra como Bennett Marco.

Una carta que activa a un asesino, ondas electromagnéticas que inducen al magnicidio, ruidos extrasensoriales que activan psicópatas, etc. Todos estos motivos forman parte de filmes de diversa calidad de lo que se llamó cine de la “paranoia”. Ejemplos célebres son 'El mensajero del miedo' ('The Manchurian Candidate', 1962), 'La conversación' ('The Conversation', 1974) o 'Marathon Man' (1976).

Unabomber fue de manera fugaz, como conejillo de indias, protagonista de su propio filme paranoico. Cita Chase que fue sometido a pruebas de resistencia, interrogatorios brutales, junto al resto de su clase por parte del doctor Henry A. Murray en la universidad. Se buscaba destruir los egos de los alumnos, insultarlos de manera obsesiva, para medir su capacidad de resistencia.

Ted Kaczynski, intitulado en el experimento Law, sobrevivió a estas pruebas, aunque sus biógrafos especulan sobre si sucedió un cambio en su personalidad como consecuencia. Si bien es probable que se haya exagerado el alcance del test, ya que el filósofo Jonathan D. Moreno considera que

“Este era un mundo distinto culturalmente. En comparación con las confesiones de hoy, en la cuales la gente narra sus vergüenzas privadas en el programa de televisión de Jerry Springer, la pérdida del equilibrio y el autocontrol eran muy perturbadoras para esos jóvenes”

Este autor, incluso, se siente incapaz de responder si esa experiencia “creó el Unabomber”. Habría que buscar otra pieza…

El revolucionario

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Ilustración de la sociedad utópica, regida por la fría razón y en que los hombres se llaman números, que describe Nosotros

¿Cómo destruir el sistema sin convertirse en el sistema? Este enigma, que remite al clásico 'El gatopardo' ('Il gattopardo', 1958), es quizá la ecuación sin resolver más importante para los revolucionarios en los tiempos modernos. Sea a través de la respuesta de clase, orden o religiosa, es difícil abstraerse de lo que se conoce como el monstruo leviatán: el Estado.

Quizá el método de destrucción más conocido, de mayor éxito, sea 'El Estado y la Revolución' (1917) de Vladimir Lenin. Pero, ¿no es la propia aceptación del progreso tecnológico la mayor claudicación? El propio Yevgueni Zamiatin consideró en 'Nosotros' -la primera novela distópica del siglo- que el resultado final de la utopía comunista (puramente científica) era la anulación de la libertad humana y la conversión de los hombres en números.

Este tema, por otra parte, es recurrente en las cartas de Kaczynski en la cárcel: da por hecho que los hombres serán sustituidos por robots, dada la incapacidad de parar el progreso tecnológico. Otra cara del prisma invertido que fue este activista vehemente por la vuelta a la naturaleza y el aislamiento social.

En 1971, poco después de abandonar la universidad, Unabomber pretende realizar este propósito a través de métodos pacíficos. A finales de esta década, en el 78, cambiara su técnica y comenzó sus atentados selectivos a importantes científicos e ingenieros con el objeto de destruir a los principales gurús del progreso.

Un año después comenzarán sus atentados en líneas aéreas, que le llevaron a ser investigado de manera inquisitiva por el FBI. La mayoría de las acciones no acabarán más que con heridos, siempre virando entre profesores universitarios y medios de transporte, hasta que en 1985 asesina a Hugh Scrutton, el dueño de una tienda de informática en Sacramento (California). Será en los 90 cuando sus artefactos, rudamente confeccionados, se cobren otras dos víctimas: el ejecutivo de publicidad Thomas J. Mosser y Gilbert Brent Murray, especulador en el sector de la madera.

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El boceto realizado por Jeanne Boylan y que se hizo célebre como imagen icónica del Unabomber

La policía fue incapaz de obtener pistas; solo consiguió rasgos sueltos, tópicos, tomándole como alguien aislado y que tenía propósitos anti-tecnológicos. Esta incertidumbre llevó a que pudiera publicar bajo chantaje su pieza 'La sociedad industrial y su futuro' en múltiples periódicos. The New York Times y el Washington Post lo hicieron el 19 de septiembre de 1995; Penthouse se negó. Su inicio es aún célebre:

“Las consecuencias de la Revolución industrial han desestabilizado la sociedad, han hecho que la vida no sea plena, han sometido a los seres humanos a situaciones indignas, han provocado un incremento del sufrimiento psicológico (también del sufrimiento físico en el Tercer Mundo) y han infringido severos daños al mundo natural. El continuo desarrollo de la tecnología empeorará la situación. No hay manera de reformar o modificar el sistema para impedir que prive a la gente de dignidad y autonomía”

Entre el nihilismo, la añoranza de una supuesta edad de oro y el análisis nietzscheano de la izquierda moderna, a la que acusa de “sentimiento de inferioridad”, es una muestra lúcida, aún narcisista, de ensayo menor. Su hermano, David Kaczynski, relacionó este con viejas cartas de Ted en los años 70, las cuales desarrollaban ideas similares.

Un análisis lingüístico entre esas piezas y el manifiesto, en comparación, aseguró la acusación: Ted Kaczynski sería detenido el 3 de abril de 1996 en una cabaña del bosque en el estado rural de Montana. En sus cartas en la cárcel juzgó sus acciones de este modo:

“¿Siento que mis acciones estaban justificadas? A eso solo puedo darte un sí limitado. Mis sentimientos en un momento dado dependen en parte de si yo estoy ganando o perdiendo”.

El icono pop

Unabomber

Unabomber se encontró en su detención bajo un litigio polémico, que le valió una disputa permanente con sus abogados. En inicio querían considerarle como un “maniaco” para reducir la pena y los psicólogos variaban en su diagnóstico: eran incapaces de ponerse de acuerdo sobre su supuesta locura. Kaczynski, desesperado, intentó ahorcarse el 9 de enero de 1998. Puedo evitar, a pesar de todo, lo que más temía: la pena de muerte.

Al declararse culpable de sus crímenes, el 22 de enero de 1998, se le condenó a cadena perpetua. La última pieza del puzle encajaba…pero las interrogaciones seguían.

Esto comenzó el proceso de construcción del mito, del cual da prueba la escena inicial de 'Will Hunting' escrita por Matt Damon y Ben Affleck. Las cartas, que se han filtrado a cuenta gotas, presentan a un Ted Kaczynski parlanchín, que no abjurado de sus ideas, y que ofrece consejos sobre cómo ganar en la lotería e incluso guías de vida a jovencitos un poco perdidos y que cuentan con mucho tiempo libre.

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Una imagen de Paul Bettany como Ted Kaczynski, en Manhunt: Unabomber

Un ejemplo: ante la petición de una recomendación para Harvard, el 19 de septiembre de 1998, dice que la mejor forma de entrar es decir ahora que eres “gay, no blanco y discapacitado”, en un comentario mucho más allá de todo lo políticamente correcto.

Se niega, también, a cualquier autoridad de la iglesia católica y considera decadente usar la palabra “onanismo”. Un arquetipo de WASP americano, con ideas propias de los años 50, que, a pesar de ser un producto sistémico, dijo en 2001 a un admirador que se convirtiera en un “revolucionario profesional” ya que consideraba que “el anarquismo es lo que viene”.

Parece que Unabomber, viendo la trayectoria de su país desde inicios del milenio ahora, se equivocó. Ted Kaczynski cumple todavía condena en el penal ADX Florence, Colorado, y el pasado 22 de mayo alcanzó los 75 años de edad. Hace casi dos años, en 2016, publicó otro manifiesto llamado 'Anti-tech Revolution: Why and How'. Su final, que pretende ser profético, remite al cine de ciencia-ficción con tentativas políticas, como 'Gattaca' (1997) o 'Matrix' (1999), y da una pista entre aguda y tenebrosa para sus futuros imitadores:

"Entonces, una futura revolución no se conducirá de la misma manera que las revueltas del pasado o el presente. En su lugar, su resultado dependerá duramente de las manipulaciones tecnológicas, tanto de las autoridades como de los revolucionarios".

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