'Acosador nocturno: A la caza de un asesino en serie': la docuserie de Netflix se narra como un vibrante noir pero olvida que hubo víctimas

'Acosador nocturno: A la caza de un asesino en serie': la docuserie de Netflix se narra como un vibrante noir pero olvida que hubo víctimas

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'Acosador nocturno: A la caza de un asesino en serie': la docuserie de Netflix se narra como un vibrante noir pero olvida que hubo víctimas

'Acosador nocturno: A la caza de un asesino en serie' (Night Stalker: The Hunt for a Serial Killer,2021) es una miniserie de cuatro episodios de Netflix que trata de documentar la investigación de una ola de crímenes brutales que comenzó en junio de 1984 hasta la primavera de 1985, para capturar al infame asesino en serie Richard Ramirez, apodado "El acechador nocturno”, responsable de matar al menos a 14 personas y de abusar y agredir a muchas más.

La serie se plantea como un estudio del proceso policial, llena de imágenes de la escena del crimen y archivos de medios de comunicación que penetran en los horribles detalles que rodean a sus ataques y los esfuerzos policiales realizados para identificarlo y encontrarlo. Un planteamiento no diferente a otros true crime como ‘El destripador de Yorkshire’, con la diferencia de que ‘Acosador nocturno’ no resulta tan escéptico con la institución y está planteado casi como una celebración.

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Un LA Noir salido de una novela

El director de la miniserie, Tiller Russell, explicaba sobre el planteamiento a People:

“Existe esta increíble tradición del noir de Los Ángeles que se remonta a Dashiell Hammett y Raymond Chandler, hasta historias contemporáneas, como la película de Tarantino 'Érase una vez ... en Hollywood', extrañamente, nunca se ha contado la narración definitiva de esta icónica historia de Los Ángeles".

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Desde luego, puede decirse que la serie es un buen planteamiento de noir cinematográfico, ya que en sus cuatro horas plantea la narración como un entretenido libro de James Ellroy, lleno de detalles tremebundos y pistas bien enganchadas en un caso que, especialmente, permite este tipo de enfoque. Pero una cosa es eso y otra olvidar que hablamos de un caso real, en el que las víctimas son reales. Russell prefiere centrarse en los personajes más grandes que la vida del Departamento del Sheriff de Los Ángeles, Frank Salerno y Gil Carillo, quienes, a mediados de la década de 1980, encabezaron la investigación.

Carrillo y Salerno son esencialmente las estrellas de ‘Acosador nocturno’, el policía joven ayudando a una celebridad por su trabajo en los asesinatos de Hillside Strangler, que es presentado poco menos que como Clint Eastwood. Como si fuera una película del director, recabamos en detalles personales que hacen de la historia de Carrillo un periplo de un latino interesante, muy clásico en los filmes de acción de los 80, incluso se incorporan tropos como la bebida, o la ausencia en casa y las preocupaciones de su mujer, por su "obsesión con el caso", como si fuera un film de la época con Mickey Rourke.

Nightstalker

Apología policial sin contrapunto

Apenas la presencia de los periodistas que cubrieron la historia en ese momento, Tony Valdez, Laurel Erickson y Zoey Tur, rompen el contrapunto, que parece un fragmento de ‘Nightcrawler’ (2014) con detalles de intromisión policial y revelaciones que parecen buscar parecerse a la trama de ‘El dragón rojo’, mientras las declaraciones de los familiares de los fallecidos, y alguna víctima de la pederastia de Ramírez, hacen algún intento de equilibrio en lo que solo puede calificarse como un tratamiento sin tacto y crudo de los asesinatos, con prominentes fotos de las víctimas muertas incluidas.

Esto no hace que sea menos entretenida, claro, las recreaciones de los lugares claves son estupendos y el tono oscuro consigue transportar a la época, pero el pacto con el diablo no tiene tanto que ver con Ramírez y sus prácticas como la reverencia incondicional a los policías que narran el documental. En pocos True Crime medianamente serios puede escucharse a un policía alardear de un método tan poco ortodoxo como la brutalidad policial.

Falzon

"No fue mi mejor golpe, pero definitivamente no fue el peor. Levantó las manos en forma de cruz” y balbuceó: Richard Ramírez. Richard Ramirez. Richard Ramirez ”.

Este es el momento culminante de la investigación en los minutos finales de la tercer episodio, cuando el detective de San Francisco Frank Falzon recuerda cómo localizó a un amigo del asesino y describe con entusiasmo el momento que arrastró por la fuerza al informante –inocente– a su coche de policía, lo amenazó y le dio un puñetazo en la cara mientras la música se hace más intensa, para cortar a cliffhanger. Que la búsqueda de catarsis cinematográfica no se arruine por un "minúsculo pecadillo" de brutalidad policial.

La decepcionante omisión del asesino

Pero el dibujo incondicional de los policías como héroes no es óbice para disfrutar por alguien con capacidad para juzgar por sí mismo lo que se presenta en pantalla, el problema es que ‘Acosador nocturno’ se cree tanto su película que se olvida de algo muy importante en un True Crime: el asesino. ¿Por qué Ramírez se embarca en su ola de crímenes? ¿Por qué los pentagramas? ¿Por qué todo tipo de víctimas? nunca profundiza ni aclara nada de esto, ni siquiera ningún contexto para los motivos.

Nada de su vida en Texas, donde Ramírez experimentó un abuso severo por parte de varios miembros de la familia, con paralelismos fáciles de conectar con su carrera de depredador sexual, o la lluvia de imágenes horribles de la guerra de Vietnam a una edad temprana impresionable a la que fue sometido. Ramírez comenzó a afirmar que adoraba a Satanás cuando aún era un adolescente y estaba cometiendo una agresión sexual a los 20 años. El elemento del satanismo se trata con como un aspecto espeluznante sin entrar en el contexto de la época.

La relación de retroalimentación de las afirmaciones de Ramírez con el satanic panic de los años 80 y 90 es sustituida con una supuesta influencia satánica real que se reduce expresiones del tipo “le miré a los ojos y ví la maldad” o “era el mismo demonio”, ignorando las implicaciones de gratificación y poder sexuales, la búsqueda de notoriedad y fama y otros aspectos bien documentados. En cambió prefieren presentar la serie como ‘La noche del diablo’ (The First Power, 1990), con Lou Diamond Phillips y una visión sensacionalista de los aspectos coloridos del caso que parecen buscar reavivar la brasa de la ola de pánico moral de hace casi 40 años.

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