'Atómica': sexy, violenta e innecesariamente complicada

'Atómica': sexy, violenta e innecesariamente complicada

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'Atómica': sexy, violenta e innecesariamente complicada

Muchos fueron los que lloraron una supuesta muerte del cine de acción —salvando honrosas excepciones— durante los últimos coletazos de los 90 y, especialmente, en el inicio del nuevo siglo. La espectacularidad que ofrecían las técnicas de realización de décadas anteriores apostando por el plano general, la economía en la sala de edición y las coreografías elaboradas, tendió a desaparecer frente a la imposición del plano corto, el exceso de fragmentación, y una caótica y poco inspirada aproximación a las peleas y persecuciones.

Por suerte, parece que durante los últimos años estamos atendiendo al resurgimiento de un género que, aunque siempre ha estado ahí, parecía haber perdido un frescor que, irónicamente, se ha recuperado explotando sus mecanismos más añejos. Filmes como las imprescindibles ‘Redada Asesina’ —‘The Raid’— y su secuela, o las dos estimulantes entregas de la ahora saga ‘John Wick’, han conseguido saciar nuestro hambre por la acción más física y salvaje gracias en gran medida a los impecables trabajos de sus coreógrafos.

Es precisamente David Leitch, uno de los codirectores de la primera ‘John Wick’ —titulada en nuestro país ‘Un buen día para matar’— el encargado de volver a apostar por este tipo de acercamiento a la acción con ‘Atómica’: una intensa, estilizada e innecesariamente enrevesada cinta de espías que adapta el cómic “La ciudad más fría” del autor Anthony Johnston.

La precisión de la acción frente al caos narrativo

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La experiencia de Leitch como especialista y coordinador de stunts es motivo suficiente como para confiar a ciegas en su capacidad para firmar un ejercicio más que digno cuando los puñetazos y los tiroteos inundan la pantalla. Como era de esperar, ‘Atómica’ hace gala de unas secuencias de acción contundentes, creativas y capaces de cortar la respiración en las que cámara y montaje están al servicio de la claridad y el espectáculo.

No obstante, todos aquellos que acudan al cine buscando una nueva ‘John Wick’ en clave femenina, puede que salgan ligeramente decepcionados al descubrir que el desarrollo de la trama de espionaje acapara el mayor peso dentro del conjunto, alzándose como el principal lastre del filme.

Al igual que en el cómic original, el juego de traiciones y agentes dobles se pierde entre complicaciones innecesarias y un caos narrativo que lleva a la confusión e invita a la desconexión. Pese a ello, cuando ‘Atómica’ decide brillar, lo hace con creces, y gran parte de la culpa la tiene Charlize Theron.

Un envoltorio tan seductor como su protagonista

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La actriz sudafricana se alza, por encima de un James McAvoy que parece estar pasándoselo en grande, como la estrella indiscutible de la función. Su rol como la espía Lorraine Broughton destaca por la sorprendente veracidad que transmite en las escenas de lucha, clavando las coreografías y haciendo que cada golpe encajado y propinado duelan como si fuesen reales. Además, Theron luce sexy, violenta, y se integra a la perfección en la ultra estilizada propuesta formal del largo.

Es este envoltorio de color, luces de neón, pelucas y modelitos imposibles lo que termina de dar a ‘Atómica’ una personalidad propia que la distancia ampliamente de sus congéneres. Junto a esto, su fantástica —aunque utilizada de forma excesiva y poco orgánica— selección musical, perfila un largometraje tan caótico como refrescante que actualiza con acierto un subgénero ambientado en un marco histórico tan revisitado como la Guerra Fría.

Una excusa perfecta para disfrutar de un par de horas de entretenimiento sin complejos si sabemos perdonar su desmadre argumental.

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