'El despertar de las hormigas' captura el despertar de una mujer en una sociedad opresiva que dictamina lo correcto

'El despertar de las hormigas' captura el despertar de una mujer en una sociedad opresiva que dictamina lo correcto

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'El despertar de las hormigas' captura el despertar de una mujer en una sociedad opresiva que dictamina lo correcto

Quizá 2019 sea un poco tarde para 'El despertar de las hormigas', aunque a lo mejor para eso más vale tarde que nunca. La película costarriqueña, que compite estos días en el Festival de Málaga tras su paso por la Berlinale, cuenta la historia cotidiana de Isa, una madre joven agobiada por la presión colectiva de una sociedad que trata a sus mujeres de forma diferente de sus hombres.

Con dos maravillosas niñas pequeñas y un marido trabajador que la ama, Isa se enfrenta a diario con unos modelos de comportamiento aprendido que la obligan a lidiar con la carga rutinaria de satisfacer las demandas de todos y de aquello que se espera de ella. La descripción exacta de todos los pequeños patrones de género que, no por menos nuevos es menos necesario señalarlos.

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Fuertemente ligada a su contexto, aunque desgraciadamente aún extrapolable a muchas sociedades a lo largo del globo, la directora debutante Antonella Sudasassi, retrata todas esas pequeñas presiones que suponen ser mujer y madre en un ambiente diseñado a medida de los hombres.

Bajo la dependencia económica de su marido y el control de todos los ingresos comunes, que la obligan a justificar cada mínimo gasto, y ante la mirada escrutadora de una familia numerosa que sobreprotege la figura masculina, Isa lucha de forma silenciosa por mantener su propia casa al margen de los demás.

El despertar de las hormigas

Con su maternidad en tela de juicio de forma constante, bajo la lupa incisiva del qué dirán, la protagonista se debate ante la inminente obligación de tener otro bebé, quizá con suerte finalmente varón. Un destino certero que esta vez se niega a aceptar sin rechistar.

Despojada de la posibilidad de obtener placer sin exigencias y motivada por una amiga de carácter y situación familiar completamente opuestos, de consideración completamente indecorosa por supuesto, Isa descubrirá poco a poco que no debe anteponer los deseos de los otros a sus propios sueños.

'El despertar de las hormigas' reflexiona sobre un círculo vicioso, apoyada en un elenco extraordinario

Con la mirada muy pegada al desarrollo de la infancia y el legado que transmitiremos a las próximas generaciones, la realizadora incide en su preocupación por la transferencia de unos valores abusivos basados en una percepción estereotipada y que no pueden sino perpetuar la desigualdad de un círculo vicioso inquebrantable. Una visión desoladora del futuro, que pervierte la inocencia de la niñez, y únicamente combatible a través de la educación.

Desde un punto de vista naturalista, de tono prácticamente documental y cámara en mano, la realizadora perfila de forma sutil una realidad cotidiana y fácilmente identificable contra la que poco a poco, de forma casi imperceptible, termina revelándose. En una atmósfera absolutamente asfixiante, ruidosa y al mismo tiempo en completa soledad, Sudasassi nos introduce en el sentir angustioso de esta mujer anónima, a quien acompañamos muy pegados a la nuca.

El Despertar De Las Hormigas 3

Respaldada por un magnífico trabajo actoral, más allá del diseño de personajes, la película apoya su poderosa fuerza lejos de subrayados en grandísima medida en una estupenda Daniela Valenciano, actriz debutante a la que, sin duda, seguir la pista. Junto a ella, como contrapunto en los roles de género, un conciso pero preciso Leynar Gómez (conocido por su papel de Limón en 'Narcos') y las jovencísimas Isabella Moscoso y Avril Alpízar, dos pequeños talentos que transmiten una verdad comparable a 'The Florida Project'.

Aunque algo redundante, sencilla pero efectiva, 'El despertar de las hormigas' es una crítica sutil pero incisiva a los comportamientos de toda una sociedad asentada sobre los valores equivocados. Un grito contra las imposiciones sociales que imputan obligaciones y reniegan del placer, en la batalla desesperada de quien ha aceptado que, aunque puede que para ella sea demasiado tarde, la lucha sigue por el bien de las generaciones por venir.

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