'Galveston': un fallido viaje a ninguna parte elevado por sus protagonistas

'Galveston': un fallido viaje a ninguna parte elevado por sus protagonistas

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'Galveston': un fallido viaje a ninguna parte elevado por sus protagonistas

‘Galveston’ se vendía sola: la adaptación de la primera novela de Nic Pizzolatto, el creador de ‘True Detective’. De hecho, es el propio Pizzolatto quien se esconde detrás del seudónimo Jim Hammett, pero tomó esa decisión porque quedó muy descontento con los cambios que introdujo Melanie Laurent, directora de la película y más conocida por su faceta como actriz en títulos como ‘Malditos bastardos’, en el libreto.

No parece que esas alteraciones hayan ayudado mucho a la película, ya que ha pasado un tanto desapercibida allí donde se ha estrenado. Lo que sí queda claro una vez vista es que Laurent apuesta por una sensibilidad distinta a la que esperaríamos de una obra de Pizzolatto, algo que ayuda a dar el material adecuado a sus dos protagonistas para lucirse pero a cambio sacrifica la narrativa, dando una molesta sensación de querer ir demasiado sobre seguro.

La historia de dos perdedores

Ben Foster Galveston

Bajo la apariencia de un thriller encontramos en ‘Galveston’ un drama de personajes con el viaje a ninguna parte de dos perdedores que conectan rápidamente pero cuya relación no está exenta de altibajos. En esto y en la situación interna de los personajes se incide principalmente a través del uso de la fotografía, alternando tonos más grises con otros más cálidos a modo de efectivo subrayado.

Además, Ben Foster y Elle Fanning entienden a la perfección lo que Laurent busca de sus personajes y ofrecen unas interpretaciones muy bien matizadas para que uno sea realmente partícipe de su evolución, preparando así el camino para alguna explosión emocional puntual que encaja con naturalidad dentro de lo visto hasta entonces y permite a los actores, en especial a Fanning, llevar su actuación a otro nivel.

Elle Fanning Galveston

Por lo dicho en los dos primeros párrafos podría parecer que ‘Galveston’ es mejor de lo que realmente es y si encima os dijera que Laurent realiza un notable plano secuencia durante los primeros minutos que desemboca en el catalizador de la trama ya casi podríamos hablar de una gran película pese a la oposición mostrada por Pizzolatto. Por desgracia, no es el caso.

Lo cierto es que una vez llegado el momento que une a los dos protagonistas lo que nos queda es ese viaje a ninguna parte que mencionaba antes que confunde en demasiadas ocasiones la sutilieza por la falta de riesgo, provocando así que ‘Galveston’ transite por terrenos demasiado conocidos en los que son los actores los que tienen que elevar el material de base. Sí que se percibe talento en Laurent para el manejo de la cámara, pero aquí ese trabajo no está bien orientado.

‘Galveston’, cuando tú eres tu peor enemigo

Escena Galveston

El problema es que así ‘Galveston’ se limita constantemente a sí misma y nunca logra clavar ese tono a caballo entre lo dramático y lo romántico. Además, la película da un poco afortunado giro hacia ese thriller que esperábamos de entrada en su último acto, ya que ahí se termina de romper ese tono que mencionaba antes al apostar por un enfoque más propio de un relato norteamericano convencional -vamos, más Hollywood que hasta entonces-.

Es una pena que eso suceda, ya que poco antes había tenido lugar una poderosa escena gracias principalmente a Fanning que parecía que iba a suponer un antes y un después en ‘Galveston’ en lugar de un afortunado islote. De hecho, lo que se nos vende en ese desenlace carece de cualquier tipo de sutileza, algo que la película había buscado en todo momento hasta entonces, y hasta resulta un tanto burdo cuando en realidad se busca un cierre emocional a la altura. Lástima.

En definitiva, ‘Galveston’ merece hasta cierto punto la pena por el muy buen trabajo de sus dos protagonistas y por algunas aportaciones desde la puesta en escena orquestadas por Laurent. A cambio tiene un final bastante flojo y en prácticamente todo momento da la sensación de ir con el seguro puesto para no meter la pata, algo que limita su recorrido y acaba resultando un poco molesto.

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