'La gran juventud' es la película francesa definitiva: actores intensos, años 80, teatro ruso, deseos de muerte, tabaco y baguettes

'La gran juventud' es la película francesa definitiva: actores intensos, años 80, teatro ruso, deseos de muerte, tabaco y baguettes

Al acabar la película buscaréis "Platónov" en Wikipedia.

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La Gran Juventud

Todos sabemos cuál es el momento francés audiovisual por antonomasia. Un croissant, un cigarro cuyo humo llena la pantalla, un café en Montmartre, una pareja muy intensa declarándose su amor mutuo para siempre pese a todos los imprevistos. 'La gran juventud' ('Les Amandiers') es todo eso multiplicado por veinte: tanto, que a veces incluso parece una parodia de sí misma que se quiere demasiado entre referencias a Anton Chéjov y las convulsas relaciones de los años 80.

Maremoto de sensaciones

El gran "pero" de la obra de Valeria Bruni Tedeschi está muy claro: aunque empieza centrándose en un grupo, cada uno con sus distintos problemas (sida, maternidad precoz, adicciones, etcétera), en un momento dado deja de pintar un lienzo de la Francia artística de los años 80 para centrarse solo en una pareja protagonista que, siendo absolutamente honesto, está formada por los dos personajes menos interesantes de la película.

Él, drogadicto y maltratador psicológico. Ella, rica y enamoradiza. Por más que la directora lo quiera mostrar como una trágica historia de amor imposible, no hay la suficiente química entre ambos como para que no nos preguntemos continuamente "¿Pero qué hace aguantándole?". Especialmente cuando esa historia emborrona y sirve como cortina de humo de otras muchísimo más apasionantes.

Amandiers

Presentada en el Festival de Cannes 2022, 'La gran juventud' tiene sus mejores momentos cuando se centra en el grupo y sus experiencias conjuntas durante el descubrimiento de sus primeros pasos como actores: los ensayos de 'Platónov', la llegada a Nueva York, la escena en la que todos confiesan sus miedos... Cuando la cinta se dedica a hacer un gran plano general, un paneo por las obsesiones de la época, es cuando realmente tiene los mimbres necesarios para hacerse grande.

Cerrando el plano

Bruni no se beneficia de ese intento constante por ser trascendental, como si el hecho de hablar sobre actuación en el cine tuviera que significar, por decreto, subir la intensidad al límite. Los personajes de 'La gran juventud' no viven: sufren, gritan, se desesperan, aman profundamente, tienen sexo a todas horas y entre todos y nos demuestran que una película puede ser al mismo tiempo autobiográfica y semi-paródica.

Amandiers 2

Y, sin embargo, cuando intenta crear humor lo que crea en su lugar es sensación de incomodidad. Por mucha gracia que siempre puedan hacer los equívocos amorosos donde se descubre que todos se han liado con todos, cuando estos se crean en base al sida pierden inmediatamente cualquier posible sonrisa, creando un ambiente enrarecido y del que la propia película se distancia, como dando por hecho que nosotros ya sabemos que se trata de una ficción y, por tanto, no tenemos motivo para preocuparnos por ellos.

Lo mejor de 'La gran juventud' es, sin duda, un primer acto que empieza de forma muy poderosa y culmina con un arrebato de alegría, cuando los después estudiantes de actuación son simples candidatos a entrar en la escuela de Les Amandiers. Está rodado con sutileza, es original y presenta una caterva de personajes interesantes que después no vamos a ver apenas representados. De hecho, hay algunos de los que directamente se olvida por el camino. En la vida real puede ocurrir: en una película no debería.

'La gran juventud' no, la gran pereza

Poco a poco, la cinta se va enfangando hasta llegar a un tercer acto que aún introduce nuevas tramas, haciendo imposible su movimiento con comodidad: la directora no se resigna a contarnos exclusivamente la historia de Stella y Étienne, pero no tiene tiempo para entrar a fondo en el resto, que quedan desdibujadas y muy pobres. ¿Para qué presentar a un puñado de personajes si la historia que te va a importar al final vive y muere en dos de ellos?

Quizá el intento infructuoso de la cinta sea el de ir haciendo zoom. Empezar con treinta personas, pasar a doce, centrarnos en dos y finalizar con una actuación solitaria. Es poético sobre el papel, pero al mismo tiempo frustrante para un espectador incapaz de sentir nada más que apatía por el devenir de una trama que abandona a la deriva a sus personajes dándoles finales apresurados para llenar la papeleta.

Hay momentos mágicos en 'La gran juventud', pero están tapados por la egolatría de un grupo de actores que nunca terminan de caernos bien y por una historia autobiográfica que la directora se equivoca al creer que va a ser igual de interesante para el espectador que para ella misma. Al final, todo culmina en un "Bueno, es que tenías que haber estado ahí" desangelado, triste, lleno de humo y con más apariencia que verdad.

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