'Gunpowder Milkshake (Cóctel explosivo)': una brutal ración de violencia estilizada y humor salvaje con un repóker de actrices en gracia

'Gunpowder Milkshake (Cóctel explosivo)': una brutal ración de violencia estilizada y humor salvaje con un repóker de actrices en gracia

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'Gunpowder Milkshake (Cóctel explosivo)': una brutal ración de violencia estilizada y humor salvaje con un repóker de actrices en gracia

Gunpowder Milkshake’ podría pasar por la típica película de acción salida a rebufo de la onda ‘John Wick’ que estamos viviendo, y verdaderamente tiene una deuda significativa con ese universo cinematográfico que la precede, entrando en un mismo saco del cine de acción irreal y muy violento que sigue una estela como ‘Atómica’ (Atomic Blonde, 2017) o la propia ‘Nadie> (Nobody, 2021) que se estrenó hace pocos meses.

Sin embargo, sus directores, Aharon Keshales y Navot Papushado, los mismos detrás de la célebre ‘Big Bad Wolves’ (2013), juguetean con los códigos estéticos de neón que caracterizan estas obras y se mueven un paso más allá del “bixesual lighting” de luces frías y cálidas para dotar el conjunto de una riqueza visual mucho más variada, en la que no solo se juega con la iluminación, sino con un diseño de vestuario colorido, fantástico y lleno de información sobre los personajes, así como una dirección de arte de neonoir pop.

Una protagonista a la altura con cohorte de lujo

No habría que resaltar que en este caso es un grupo exclusivamente de mujeres las que se deleitan con la violencia que infligen, y hasta cierto punto es la versión no superheróica —y divertida— de ‘Aves de presa’ (Birds of Prey, 2019), también en cuanto a su uso de color, pero su concepción barroca del plano no es necesariamente tan excesiva y tiene más sintonía con otra película con Margot Robbie casi oculta, la tenebrosa ‘Terminal’ (2018), aunque el acabado formal y el tono tenga más que ver con gamberradas rusas como ‘¿Por qué no te mueres?’ (Papa, sdokhni, 2018).

La idea es que aquí las protagonistas son tan brillantes, salvajes y mortales como cualquiera de sus homólogos masculinos cinematográficos, y para ello son encarnadas por un elenco de etiqueta negra con veteranas como Angela Bassett, Michelle Yeoh, Lena Headey y Carla Gugino junto a la ya consagrada Karen Gillan. En este caso no se centran exclusivamente en las peleas de puñetazos cuerpo a cuerpo sino que se lo pasan bomba disparando a mafiosos en la cara y dando uso a armas muy improbables que dotan al todo de un carácter ‘Rasca y pica’ incorrecto y desternillante.

Protas

Como la gran mayoría de esta nueva ola de cine de acción hiperbólico e hipervitaminado, su trama es fina como el papel y sigue a una asesina mortal que trabaja para una organización misteriosa conocida como The Firm, tal como lo hizo su madre antes que ella. Una vida de violencia que no impide que tenga un código de honor con el que debe lidiar cuando la vida de la hija de ocho años de un hombre al que mata corre peligro, metiéndose en un fregado que la pone en el punto de mira y la hace buscar a su madre y el escuadrón de mujeres asesinas que solían ser una gran parte de su vida.

Splatstick barroco y sin poner el seguro

La historia se convierte en lo de menos cuando la energía propulsora de ‘Gunpowder Milkshake’ es el sentido del humor cafre, lleno de sarcasmo construido a base de montaje, golpes y chorros de hemoglobina, proponiendo una lección de carisma a través de las fantásticas mujeres protagonistas a las que seguimos frente a todo un plantel de criminales de baja estofa que, a menudo, representan muy bien sus estereotipos solo con detalles de ropa o peinados que dicen más que cualquier manifiesto de género que busque justificar su naturaleza con traumitas maniqueos que victimicen a las protagonistas.

‘Gunpowder Milkshake’ es, en esencia, una colección de secuencias de lucha muy estilizadas y tremendamente entretenidas, que suman una buena cantidad de maneras creativas de disparar, apuñalar y patear a enemigos despreciables en una variedad de escenarios fabulosos que incluyen desde una cafetería que exige a los clientes dejar sus armas en la puerta hasta una biblioteca con secciones y títulos llenos de dobles sentido, que se ríen de los tópicos de los gustos literarios femeninos, dándole un nuevo sentido a lo que significa leer a Jane Austen.

Gunpowder Milkshake Poster Teaser Footage

Esta organización secreta con gadgets e ideas cartoon tienen tanto de las películas de ‘Kingsman’ o tebeos de Mortadelo como de cine criminal de los años 2.000, y nunca teme burlarse de sí misma, con escenas tan chaladas como la de la clínica dental, con Sam con las manos paralizadas, hasta una huida en un garaje que mezcla el montaje preciso deBaby Driver’ (2018), con un uso de los silencios propios del prólogo de ‘Drive’ (2011), solo que con un giro demencial, encantador y atrevido por quien está en el volante que nos lleva a la época de ‘Juego secreto’ (Cloak & Dagger, 1984).

Más que un conjunto de coreografías con gracia

Carla Guigno, Angela Bassett y Michelle Yeoh lo pasan genial como las tres bibliotecarias asesinas pero la mayoría de metraje tiene a Gillan terminando su evolución hacia estrella del cine de acción, con momentos fabulosos, como el de la bolera, en el que da un delirante uso a una maleta con forma de panda para niños. A Headey le bastan algunas miradas para inundar la pantalla y cuando el grupo se junta en pantalla resulta catártico, especialmente con el increíble uso musical, con perfectas elecciones como Janis Joplin en los momentos álgidos de la película.

Como ‘Nadie’, hay una incorrecta pasión por la sangre a la que se le añade bastante gore (no siempre digital) propio de cine de género, con planos sesos volados a cámara lenta dentro de tomas en constante movimiento que en algunos momentos se transforma en verdaderos tableaux vivants renacentistas, llenos de detalles y de eventos simultáneos en segundo y tercer plano, a los que dan ganas de volver nada más terminar la película.

Gunpowder

‘Gunpowder Milkshake’ puede no convencer del todo a aquellos aficionados experimentados en coreografías llenas de especialistas y golpes, pero logra ir más allá de ese concepto adrenalítico de cine de videoclub para lograr un equilibro más armónico entre la acción, la violencia y el lenguaje narrativo visual, que se nutre tanto de la química de sus protagonistas como del cuidado minucioso del espacio y localizaciones, toda una fiesta macarra sin compostura que se afana en convertir su espectáculo de violencia gratuita en un generoso festín de batido lleno de nata y toppings para los ojos.

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