'Kidding' recupera con éxito a la pareja Jim Carrey-Michel Gondry con menos ensoñación y más melancolía

'Kidding' recupera con éxito a la pareja Jim Carrey-Michel Gondry con menos ensoñación y más melancolía

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'Kidding' recupera con éxito a la pareja Jim Carrey-Michel Gondry con menos ensoñación y más melancolía

Las expectativas en torno a 'Kidding', la reunión de Jim Carrey y Michael Gondry 15 años después de que coincidieran en la absolutamente perfecta '¡Olvídate de mí!' ('Eternal Sunshine of the Spotless Mind'), eran altas. En este tiempo, ambos han seguido caminos más o menos lógicos: Gondry ha explorado un universo personal en películas más pequeñas (la fantástica 'Rebonine por favor') o más grandes (la infravalorada 'The Green Hornet').

Y Carrey ha ido convirtiéndose en un actor extrañísimo, martirizado por abundantes problemas privados. Pero se puede decir sin demasiado temor a equívocos que '¡Olvídate de mí!' fue un encuentro memorable y una película que suponía un punto de encuentro inesperado entre dos sensibilidades ante la vida aparentemente opuestas.

'Kidding', del que Showtime acaba de presentar el primer episodio (en España la emite Movistar), parece tener a simple vista algo de los dos: el Carrey reflexivo de los últimos tiempos, teórico demencial acerca del papel del humor y el arte, y como eso impacta en la vida de los demás. Y el Gondry artesanal, naïf, analógico, capaz de elaborar potentes metáforas vitales con felpa y confetti.

El resultado de esa esperada reunión, 'Kidding', al menos en su primer capítulo, es algo más irregular que la película de 2004, aunque es lógico: en solo treinta minutos pone sobre la mesa una gran cantidad de temas, algunos de una densidad considerable, y solo comienza a desarrollar alguno de ellos. La superación de las tragedias personales a través de la entrega desbocada es uno, pero hay mucho más, del escapismo pop infantil y su industrialización a la doble vida de los actores, felices ante las cámaras e infelices en su faceta privada.

El más interesante, por suerte, es también el más complejo y al que más atención se le dedica en este primer capítulo. Carrey da vida al presentador de un programa infantil desde hace treinta años que ha pasado por una reciente tragedia familiar: uno de sus hijos murió y el duelo y el sufrimiento precipitó su divorcio. Pero pretende no solo superarlo y reencontrarse con su mujer y su problemático hijo adolescente, sino usar el sufrimiento para transmitir una valiosa lección a sus espectadores.

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El tema del duelo es nuclear, al menos en este arranque, y Gondry lo solventa argumentalmente de forma única: el presentador del programa al que da vida Carrey quiere hacer un programa explicando la muerte a sus jóvenes espectadores. Ese momento de extrañeza suma, con marionetas estupefactas ante el discurso de Carrey, contando cómo metió a su hijo muerto en una caja como si fuera un peluche perdido en una mudanza, es perfecto, conciso y terrible pero quizás se difumina en una marea de ideas muy diversas.

'Kidding': no uses una palabra fea si puedes usar una bonita

Los avances que habíamos visto hasta ahora (y la idea preconcebida que tenemos de sus dos responsables) parecían prometer una película semi-onírica, con abundancia de muñecos y códigos de ocio infantil pervertidos para hablar de temas muy adultos. Algo de eso hay, pero en una frecuencia mucho menos fantasiosa de lo que cabría pensar: el giro final de este primer episodio, que anticipa escenas lindantes con la sitcom, hace temer posibles problemas de tono y ritmo.

Kidding

Puede que sea muy pronto para determinarlo. De momento el tono amargo de 'Kidding' está perfectamente sostenido por Carrey y un perfecto plantel de secundarios (de Frank Langella a la siempre fantástica Catherine Keener, que proporciona la secuencia más impactante del episodio) que hacen equilibrios muy interesantes entre la frivolidad y la ternura. Ese equilibrio es esencial para que Gondry siga ahondando en los temas a los que ya apunta: la necesidad de una sinceridad genuina que salga de lo más hondo, por doloroso que sea, para superar los problemas.

'Kidding' apunta una serie de temas que habrá que ver si desarrolla adecuadamente, pero de momento ya ha proporcionado algunas sorpresas y un Carrey perfecto, emotivo pero excéntrico, sereno pero alucinado, perfecto para un personaje imprevisible y altamente emocional como éste. No todo pueden ser siempre peleas a puñetazos con muñecos gigantes de felpa. Aunque no lo descartemos del todo. 'Kidding' tiene potencial para ser aún, literalmente, cualquier cosa.

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