'La bruja', aterradora proeza

'La bruja', aterradora proeza

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'La bruja', aterradora proeza

Hay muchas formas de enfrentarse a una película de terror, desde la ingenuidad absoluta que te hace aceptar todo lo que te quieran vender hasta el escepticismo total que en algunas ocasiones incluso deriva en que te tomes todo a risa. Esto último es algo que puede molestar al resto dl público, pero luego es verdad que no es lo mismo si es una especie de mecanismo de defensa que si simplemente decides burlarte de lo que sucede porque te da la gana.

Todo ello puede ser un obstáculo importante para aquellos que simplemente quieran dejarse conquistar -pero que tampoco están dispuestos a hacerlo a cualquier precio- por uno de estos relatos entre los que cada vez resulta más difícil encontrar alguno realmente estimulante. ‘La bruja’ (‘The Witch’ es uno de ellos, pero conviene dejar claro que no es una propuesta al uso, lo cual hace que tenga aún más mérito la aterradora proeza que consigue Robert Eggers con su ópera prima.

Una propuesta diferente y fascinante

Imagen La Bruja Pelicula

Estamos ya tan acostumbrados a la sobredosis de estímulos que encontrar algo que realmente lo consiga es una misión casi imposible. Por ello, hay que arriesgarse a meter la pata si quieres dejar huella y eso es precisamente lo que hace Eggers en el caso que nos ocupa. ¿Cómo lo hace? Apostando por el más y menos y confiándolo prácticamente todo a la creación de una atmósfera malsana que mantenga en todo momento al espectador con la mosca detrás de la oreja.

La cuestión es que esa decisión de Eggers obliga a sacrificar la tendencia a los excesivos golpes de efecto en los que algunos quieren ver que es lo realmente terrorífico de una cinta así. Es verdad que esos instantes ofrecen una gratificación más instantánea y directa y también que hay un par en ‘La bruja’ muy efectivos, pero aquí la forma de lograrlo no es limitándose al sobresalto, sino llevándonos antes al punto de malestar necesario para que nos afecte con mayor intensidad.

Sin embargo, Eggers prefiere combinar el costumbrismo con lo sobrenatural tanto en lo físico como en lo psicológico, ya que la familia protagonista vive en lo que podríamos ver como el punto límite entre el mundo real y el de la magia, sufriendo las desventajas de ambos, pero sin disfrutar nunca de nada positivo. Ahí es donde su magnífico trabajo de puesta en escena resulta esencial para introducirnos en una historia que avanza con tanta pausa como firmeza.

Un perverso espacio entre dos mundos

Escena Familia La Bruja

Para ello, Eggers cuida el apartado técnico hasta lograr una sincronía formal tan detallista que sólo ya con eso sería suficiente para dejarte llevar por esa atmósfera que va creando, y haciéndolo sin querer mantener la incógnita sobre la existencia de las brujas, siendo imprimiendo un tono de fatalidad en el que llama poderosamente su naturaleza claustrofóbica cuando en realidad se encuentran en un gran espacio abierto.

De hecho, hasta me vino a la cabeza el formidable trabajo de Lenny Abrahamson en ‘La habitación’ (‘Room’), pero alterando el objetivo, ya que allí se conseguía que un espacio minúsculo casi pareciera todo un mundo durante su primera hora, mientras que aquí encierra a la familia en un pequeño microcosmos, consiguiendo a través de la fuerza de la sugerencia hacerte pensar que realmente hay algo que los atrapa allí más allá de la decisión del padre de abandonar su anterior hogar y de resistirse a volver a él.

Escena La Bruja Pelicula

Además, Eggers va elevando el suspense de forma suave pero paulatina para que cada vez estemos más inquietos en nuestras butacas. Para ello cuida todos los detalles al máximo, desde los relacionados con la reconstrucción histórica hasta la bellamente perturbadora fotografía Jarin Blaschke -ojo sobre todo a la peculiar luminosidad diurna que refuerza eso que comentaba de estar a caballo entre dos mundos real, el real y el fantástico-.

Nada es dejado al azar, porque también la música de Mark Korven tiene una importancia capital para que ese malestar que transmite ‘La bruja’ se meta bajo nuestra piel y nunca terminemos de saber exactamente a qué se debe. Tampoco me olvido de la guinda del pastel, es que encima ha elegido muy bien a su reparto y ha sabido exprimir a fondo lo que requería de cada uno de ellos.

La maravillosa guinda del pastel de ‘La bruja’

Anya Taylor Joy La Bruja

Entendería que los detalles más centrados en la familia desestructurada puedan parecerle menos interesantes a algunos espectadores, pero es que no deja de ser un elemento clave para completar el arco de cada uno de ellos -sí, hasta el de los dos chavales que en muchos casos nos habrían resultado simplemente odiosos-, brillando con luz propia una espléndida Anya Taylor-Joy que fácilmente podría haber hundido la película a poco que cualquier mínimo detalle sobre ella nos chirriase.

A decir verdad, cada uno de los integrantes del reparto aporta algo diferente para así ofrecer un dibujo más completo de la caída a los infiernos de una familia aparentemente normal. Esto encuentra también su reflejo en el apartado técnico y argumentalmente tampoco hay nada que reprochar si realmente has entrado al juego que te propone Eggers. De lo contrario veo posible tanto que te aburras como que algún momento concreto te parezca algo ridículo.

No voy a negar que Eggers podría haber introducido más momentos impactantes para así poder conquistar a una mayor cantidad de público, ese más impaciente porque pase algo -o al menos lo que ellos entienden como tal-, pero es que ‘La bruja’ no es un puñetazo que puede noquearte, sino un frío y elegante abrazo que va absorbiéndote el optimismo hasta dejarte en un pocas veces visto estado de malestar continuo que no deja de ir a más hasta tocar cima con su final. Yo lo prefiero así.

En definitiva, ‘La bruja’ es una magnífica obra de terror, pero lo es de una forma más sigilosa y pausada en lugar de buscar el sobresalto a traición. Aquí hay una idea y una decisión muy meditada sobre cómo lograrlo, y lo aún más increíble es que un director debutante haya sido capaz de extraer todo su jugo con una maestría impropia hasta de realizadores mucho más veteranos. Ojo, perfecta no es, pero, por favor, dadme más cine así y menos tonterías como la película de Angry Birds.

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