'Los siete magníficos', estupendo pasatiempo

'Los siete magníficos', estupendo pasatiempo

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'Los siete magníficos', estupendo pasatiempo

Puedo entender a aquellos que sientan pereza ante el estreno de un remake, ya que no son pocos los casos en los que acaban resultando propuestas muy poco interesantes que se alimentan de la popularidad de la obra previa para intentar rascar unos millones de beneficio para su productora. No obstante, también son cada vez más abundantes las nuevas versiones que quizá no superen a la original -eso muy pocas lo han logrado-, pero sí que justifican su existencia de una forma u otra.

Además, esos miedos se acrecientan cuando se está rehaciendo un título mítico cuya importancia en la memoria de los espectadores va mucho más allá de su calidad real. A eso tendrá que enfrentarse ‘Los siete magníficos’ (‘The Magnificent Seven’), una puesta al día de la cinta homónima de John Sturges que a su vez estaba inspirada en ‘Los siete samuráis’ (‘Shichinin no samurai’). Mucho lastre al que hace frente ofreciendo un pasatiempo de primera que respeta pero no clona la obra original.

Tradicional pero moderna

Siete Magnificos Denzel Washington

Mi principal exigencia hacia cualquier remake es que ofrezca algo diferente a lo que ya hemos visto, ya que la idea de una simple repetición nunca me resultará atractiva. En el caso de ‘Los siete magníficos’ es verdad que se respetan varios elementos de la obra original y también que se apuesta por un ritmo más reposado de lo habitual en los blockbusters actuales, pero Antoine Fuqua sabe muy bien cómo encajar eso con los estallidos de acción, donde, como era de esperar, da lo mejor de sí mismo en términos de puesta en escena.

Siendo justos, podríamos decir que sólo hay dos grandes escenas de acción -aunque la última es el extenso y vigoroso clímax que te hace salir del cine con la sensación de que ‘Los siete magníficos’ ha acabado por todo lo alto- y pequeñas dosis dispersas a lo largo del relato, principalmente como complemento a la presentación de los siete magníficos del título. Más allá de eso hay mucho de preparación y algo de reflexión sobre el honor y la justicia -ahí resulta vital la aportación del personaje de Haley Bennett-, tanto a nivel individual como comunitario.

Sin embargo, el objetivo primordial de la película es divertir intentando darle un toque moderno a la historia pero respetándola. Por ello, el segundo acto quizá parezca demasiado pausado a los espectadores habituados al ritmo de hoy en día en los blockbusters, pero personalmente agradecí esa relativa pausa que sirve para establecer mejor los lazos entre los siete protagonistas y para convencer al espectador de los esfuerzos realizados ante el terrible enemigo que les espera.

Chris Pratt Los Siete Magnificos

Esto último es algo que ya se define de forma impecable durante sus primeros minutos, donde Peter Sarsgaard brilla como el villano de la función al dejar claro hasta dónde está dispuesto a llegar para conseguir lo que quiere. Además, también deja claro que la fuerza no es su única arma, sino el medio por el que hacerse “legalmente” con ello siempre que sea posible. Es una pena que luego su presencia sea más reducida de lo deseable, pero bueno, también existía el peligro de resultar redundante, así que ni tan mal.

Como era de esperar, los verdaderos protagonistas de la función son los magníficos, pero no los siete, ya que el guion de Richard Wenk y Nic Pizzolatto -el creador de ‘True Detective’- cede las riendas a Denzel Washington y Chris Pratt. Se trata de un peaje necesario en aras de potenciar las posibilidades comerciales de la película, pues los productores se han gastado la friolera de 95 millones de un western, un género que no está precisamente de moda, y ellos son el gran gancho.

’Los siete magníficos’, diversión consciente de sus límites

Denzel Washington Chris Pratt Los Siete Magnificos

Además, la película confía sin rubor en el arquetipo que se ha creado alrededor de su imagen como estrellas, con Washington optando por una imagen más medida frente a la socarronería de Pratt. Lo bueno de ello es que surge la química entre ambos y, de paso, ayudan algo más de entidad a sus cinco compañeros, cuya definición y presencia resulta algo más limitada -aunque luego resulta curioso que Ethan Hawke sea el tercero con más peso pero también el que presenta una construcción más débil de las motivaciones de su personaje-, aunque sin acabar nunca desdibujados.

Sin embargo, todos ellos aportan su granito de arena para que la diversión nunca decaiga en los momentos de calma, aunque, obviamente, alcanzan todo su esplendor durante las escenas de acción. Pequeños detalles como la rivalidad por saber quién ha acabado con más enemigos van haciendo crecer el sentimiento de unidad entre un grupo de pistoleros con diferencias más que notables sobre el papel. Además, así uno va entendiendo, aunque sea de forma somera, sus motivaciones para emprender una misión poco menos que suicida.

Imagen Siete Magnificos Remake

A todo eso también ayuda el gran acabado técnico -no podíamos esperar tampoco otra cosa- y la consistencia narrativa que logra Fuqua -también ayuda tener un guion sin altibajos, claro está-, todo un experto en realzar propuestas de puro entretenimiento como la que nos ocupa. También me gustaría señalar que quizá elegancia no sea lo que consigue imprimir a la película, pero sí de un estilo muy sencillo y efectivo que logra que todo fluya con el ritmo adecuado según lo que requiera ‘Los siete magníficos’ en ese momento.

En las inevitables comparaciones con el original no diré que se trata de una nueva versión superior, pero sí de una que mezcla tradición y modernidad -de hecho, hasta quizá haya más de lo primero que de lo segundo-, justificando ya por esa vía su existencia. Si además te hace pasártelo en grande y sus dos horas de metraje se te pasan en un suspiro, pues mira, como película quizá no vaya más allá de ser correcta, pero como pasatiempo es de lo mejor que se ha estrenado estos últimos meses.

En definitiva, ‘Los siete magníficos’ es una película muy entretenida y que no se complica nunca en exceso, ya que apuesta de forma decidida por un camino y acepta todos los peajes que tiene que pagar para ello -no como otros que quieren tocar muchas cosas y luego fracasan con estrépito en todas ellas-. Es verdad que algunos personajes podrían estar mejor definidos y que ojalá el villano hubiese tenido algo más de presencia, pero su objetivo es que disfrutemos en nuestra butaca de cine y ahí pocas pegas hay que ponerle.

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