'Mechanic: Resurrection', con licencia para aburrir

'Mechanic: Resurrection', con licencia para aburrir

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'Mechanic: Resurrection', con licencia para aburrir

Existen dos tipos de Jason Statham en el cine. Aquel carismático que aparece de secundario en numerosos films —‘Snatch: Cerdos y diamantes’ (Snatch’, Guy Ritchie, 2000) en los inicios de su carrera, o más recientemente ‘Fast & Furious 7’ (‘Furious Seven’ James Wan, 2015), entre otras— y aquel, más carismático aún, que es protagonista absoluto de sus films —la lista es extensa y variopinta—. Este segundo es casi un género en sí mismo, y al que pertenece ‘Mechanic: Resurrection’ (íd., Dennis Gansel, 2016).

Muy pocos nos esperábamos una secuela del remake de la popular ‘Fríamente… sin motivos personales’ (‘The Mechanic’, Michael Winner, 1972), y la primera sorpresa al respecto es que se trata del primer film estadounidense del alemán Dennis Gansel. El director de la correcta ‘Napola’ (‘Napola - Elite für den Führer’, 2005), o las interesantes ‘La ola’ (‘Die Welle’, 2008) y ‘Somos la noche’ (‘Wir sind die Nacht’, 2010) dice estar entusiasmado con haber dirigido a Statham. Dicha emoción no se ve por ningún lado.

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Si en los films citados, interesantes sobre el papel, Gansel demostraba cierta pereza en la puesta en escena, ‘Mechanic: Resurrection’ es otra demostración de las limitaciones de su director. Además, una película de estas características le queda grande. La intención era la de crear una nueva franquicia con el personaje Arthur Bishop (Statham) emulando a James Bond. Algo así como una sucia versión del más famoso agente del MI6. En el esqueleto argumental lo han conseguido, lo cual evidentemente no es muy difícil.

Bishop está retirado —un chupito para el guionista—, en un lugar lejano, donde puede llevar una cómoda vida —ser asesino profesional te asegura una extraordinaria jubilación—; llegan hasta él de las más diversas formas —otro chupito para el genio—, secuestran a su “novia” y le obligan a asesinar a tres personas a cambio de liberarla —chupitazo final—. Dichas misiones llevarán a Bishop por lugares vistosos alrededor del planeta.

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Repetitiva hasta la extenuación

Dicha premisa se alarga durante la hora y media de duración del film, una de sus virtudes. El film no es más que una repetición de esquemas que no provoca más que cansancio. El de ver a Statham una y otra vez repitiendo personajes clones, por mucho carisma que tenga, y agotando la fórmula del “más difícil todavía” lidiando con lo directamente imposible. ‘Mechanic: Resurrection’ es una especie de bucle narrativo, con supuesta escenas espectaculares, que agota desde sus primeros compases.

Media hora para cada una de las misiones, piloto automático en marcha y hala, a disfrutar. Es un decir, claro. Las secuencias de acción más imposibles —atención a la de la piscina en lo alto de un rascacielos, delirante— desfilan una tras otra, con un pequeño intermedio antes de la tercera —un intento fallido de Bishop de coger las riendas, y que resulta totalmente surrealista—, amén de giros de guión de lo más previsibles. Pero eso no es todo. Dicha iteración de situaciones logra lo verdaderamente vergonzoso en una película así: aburrir.

Respecto al elenco, evidentemente Jason Statham es la estrella absoluta, también sus pectorales y bíceps. Jessica Alba es la nueva chica Bond, digo Bishop, y Tommy Lee Jones parece querer evocar sus salidas de tono de los años noventa, cuando se metía —salvo alguna excepción, que le llevó a ganar un Oscar— en productos de dudosa calidad para dar rienda suelta a su histrionismo. Además de un personaje inane —bueno, como todos—, se reserva el lujo de cerrar el film con un extraño homenaje al film de Winner.

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