'Sin amor': un gélido y pomposo relato incapaz de emocionar

'Sin amor': un gélido y pomposo relato incapaz de emocionar

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'Sin amor': un gélido y pomposo relato incapaz de emocionar

De entre todos los defectos posibles que puede padecer una película —la lista que podría elaborarse con ellos es prácticamente infinita— existen dos que, a título personal, resultan especialmente molestos: la indiferencia frente a los personajes principales y las ínfulas desorbitadas de su responsable directo; elementos que, tristemente, coronan 'Sin amor', lo nuevo del autor ruso Andrey Zvyagintsev.

Después de encandilar a medio mundo con la notable 'Leviatán', una de las películas más importantes del 2014 que arrasó en la temporada de premios y el circuito de festivales de ese mismo año, el cineasta natural de Novosibirsk regresa con un quinto e insufrible largometraje destinado a cosechar galardones gracias a su gélido retrato de la Rusia contemporánea a través de los ojos de una familia disfuncional.

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El calificativo "gélido" aplicado a 'Sin amor' puede extrapolarse a diversos aspectos, tanto de forma positiva como negativa, siendo el primero de ellos su pétreo, portentoso e hipnótico tratamiento visual. La cadencia del montaje, lenta y, a su vez, afilada como una cuchilla, nos permite sufrir los pasajes más inspirados y dolorosos del filme, fotografiados con una belleza que se manifiesta como el contrapunto perfecto a la crudeza predominante en la historia.

Por desgracia, no puedo extender las alabanzas hacia el último trabajo de Zvyagintsev más allá de su magnífica e impecable factura, viéndome obligado a recuperar el concepto de frialdad al aludir a lo estéril de su reiterativo discurso. Y es que, 'Sin amor', pese a contar con una historia adecuada para ello y con unos actores entregados a la causa al ciento diez por ciento, no consigue emocionarme lo más mínimo en sus eternas dos horas de metraje.

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Nada más concluir su primer acto, el largo ya ha puesto todas sus cartas sobre la mesa, dejando más que claras su tesis y las claves de su mensaje. Esto no sería un problema si el realizador evitase reincidir una y otra vez sobre los mismos temas en un amasijo de escenas que repiten esquemas y contenidos, puede que por una irritante desconfianza hacia la inteligencia del espectador o, más bien, por los efectos de un director que parece encantarse a si mismo.

'Sin amor' es una película que resulta más hueca y fácil de lo que Zvyagintsev parece creer mientras se regodea sobre el tormento de sus planos y desdibujados personajes. Un drama familiar cuyos desvíos en clave de thriller invitan a esperar con frustración algún giro que impulse a interesarse, emocionarse o sentir algo mientras la hermosura de sus imágenes disimula los efectos de esa falta de amor y calidez tan necesarias para vivir a las que se alude en el libreto del filme.

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