Steven Spielberg: 'Always', un Spielberg muy menor

Steven Spielberg: 'Always', un Spielberg muy menor
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No es el vestido, es la forma en que me miras...

-Dorinda

Considero legítimo que un director pruebe cosas que antes no había hecho. Eso que muchos llaman, a mi juicio erróneamente, experimentar (como si el arte fuera algo similar a verter el contenido de dos probetas en una tercera, a ver qué sale...), y que en realidad es expandir los propios límites. Ahora bien, esos directores no deberían protestar cuando no les salen las cosas y ven su esfuerzo ignorado por el público y cuestionado por la crítica.

'Always' pertenece, sin duda, a ese tipo de películas. Spielberg indaga en el territorio de la aventura romántica y se esfuerza por dejar huella, pero el resultado dista mucho de alcanzar lo buscado. De hecho, la diferencia entre lo buscado y lo encontrado es considerable, de modo que sólo podemos considerar como fallido este esfuerzo. Una pena, 'Always' es un sincero querer y no poder. Eso sí, no podemos decir que Spielberg no lo intentara.

Un conjunto desvaído

Llama la atención que siendo este un proyecto que Spielberg consideraba como pequeño y personal, termine por otorgarle un tono tan apagado, tan desganado y falto de fuerza dramática, excepto por los ramalazos sentimentales que le surgen, sólo salvados por la arrolladora presencia de tres intérpretes fenomenales como Holly Hunter, Richard Dreyfuss y John Goodman, que da la impresión que comprenden mucho mejor el drama de sus personajes que el propio director.

Hace poco vi, aunque sin ánimo de comparar, sino como curiosidad, el filme del que este es un remake ('Dos en el cielo', de Victor Fleming, 1941) y es un conjunto mucho más afortunado (a pesar de que su tono ñoño y propagandístico también es incontestable) que esta extraña película, en la que, como suele ser habitual en él, las escenas de aventuras sobre los hidroaviones, están fabulosamente filmados, pero que naufraga en sus partes más sentimentales, las cuales terminan estomagando de puro reiterativas que son.

El interés de Spielberg era algo así como filmar una comedia romántica de los años cuarenta pero cuatro décadas más tarde. Y es cierto que el director está enamorado del cine de aquella época, y que en algunas escenas consigue la suficiente química y el suficiente encanto, pero todo suena a ya visto, y a que el director podría dedicar sus esfuerzos en proyectos más interesantes, y no en servir de avatar de directores desaparecidos, como si eso le otorgara automáticamente un prestigio que él se afanaba en conquistar mientras muchos directores le negaban la mayor.

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Da la sensación de que Spielberg, más que buscar o afianzar un estilo propio, se contenta en ocasiones con imitar otros estilos, o simplemente que no siente la seguridad suficiente como para confiar en su propia mirada. En esa actitud que tanto ha definido el postmodernismo, consistente en mirarse siempre en el espejo de directores precedentes, Spielberg ha naufragado terminando por aguar, a mi juicio, una carrera que hubiera resultado mucho más sorprendente si hubiera roto con esos directores al mismo tiempo que los homenajeaba.

Algo por el estilo hace Tarantino. Se equivocan, creo yo, aquellos que le achacan falta de estilo, o simplemente copismo. Ningún director es más confeso plagiador que el de Tennessee, pero más que reverenciar a antiguos maestros, lo que hace es recoger todo lo que hicieron (sobre todo el material de derribo) y darles la calidad que aquellos, a los que tanto ama él, no supieron o pudieron darle. ¿Y qué estilo es ahora más reconocible que el de Tarantino?

A mi juicio, hasta el comienzo de la presente década (en la que no por casualidad, nada más empezar, Spielberg rompe en pedazos todo esa irritante vehemencia hacia el vacío estilo Kubrick), Spielberg no puede presumir de lo mismo que de Tarantino. Ya había demostrado ser un narrador inigualable, pero ni en su estilo ni en su universo había demostrado el coraje o la coherencia de otros. Por suerte para él, algunos títulos rotundos de esta década han enderezado el rumbo.

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