'The Tribe', la violencia muda

'The Tribe', la violencia muda

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'The Tribe', la violencia muda

Vi 'The Tribe' en el Festival de Róterdam en enero de 2015. Y ya la vi tarde, porque la película llevaba desde mayo del 2014, tras su paso por la Semana de la Crítica del Festival de Cannes, siendo considerada como una de las óperas primas más brutales, desgarradoras y especiales de la temporada, y probablemente, en años. Tras su paso por Cannes, la película de Myroslav Slaboshpytskyi, y obviamente, recorrió todos los festivales internacionales y fue la candidata por Ucrania para representar al país en los Oscar.

Conmigo cumplió las expectativas. Al salir del pase, mi amiga y yo recorríamos las frías calles de Róterdam con la mirada perdida y sin ser capaces de pronunciar una palabra. Nos miramos y, decidimos, a pesar de que al día siguiente había que madrugar para seguir cubriendo el festival, que iríamos a bailar a alguna de las fiestas que organiza el certamen para corroborar que aún existían cosas bonitas en este mundo.

Y es que 'The Tribe' es violenta e incómoda, pero al estar tan brillantemente rodada, uno no puede dejar de mirar la pantalla y empaparse, aunque duela, de toda esa terrible violencia.

El silencio

The Tribe

En 'The Tribe', un adolescente sordo ingresa en una escuela especial para sordos donde, se intuye, que su educación será más enfocada a sus necesidades. Pero la atmósfera del lugar es tan dura, que para sobrevivir se unirá a una sociedad algo salvaje formada por algunos alumnos de la escuela, conocida como 'la tribu'. Allí, los chavales llevan a cabo toda una serie de despiadadas y violentas actividades, con las que llegan a crear un universo propio, ajeno al mundo real.

Un problema con una de las chicas del grupo, llevará a una crisis en el grupo y al choque en la jerarquía del grupo, lo que hará que ese pequeño universo que habían creado se convierta en un auténtico caos, lleno de violencia, celos, sexo sucio y la lucha por sobrevivir. Y todo esto sin una línea de diálogo, ni subtítulo que revele al espectador las conversaciones entre los chavales.

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Y ni falta que hace: las imágenes que construye Myroslav Slaboshpytskyi son tan potentes, y la fisicalidad de sus personajes y su lenguaje de signos, tan enérgico que las palabras sobran y si las hubiera, nos sacarían de ese hermético universo donde para sobrevivir hay que hacer cosas impensables. Somos capaces de entender los diálogos de una forma tan orgánica que hace que el silencio, resulte todavía más escalofriante.

La adolescencia

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Este silencio no hace más que enfatizar la terrible historia que esconde 'The Tribe'. Una historia sobre la falta de ética y donde los adolescentes carecen de escrúpulos y son capaces de cualquier cosa para seguir perteneciendo a la manada. Un universo donde reina la ley del más fuerte y donde ser adolescente supone convertirse en un ser despiadado, corrupto, viciado -y vicioso-, y ser capaz de robar, prostituirse, traficar con drogas y pegar palizas si es necesario.

De tonos fríos y desaturados, planos secuencia muy simétricos, protagonizada por jóvenes sordos en la vida real y con cierta pretensión experimental camuflada en su narración, 'The Tribe' consigue abofetear al espectador, dejarle K.O en la butaca y hacerle sentir que vive casi en primera persona la voraz violencia que desprende. Una imagen vale más que mil palabras y el ucraniano Myroslav Slaboshpytskyi, ha demostrado que se puede hablar de cosas tan crudas como el bullying sin decir ni una sola palabra.

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