'Vulcania', distopía de escape

'Vulcania', distopía de escape

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'Vulcania', distopía de escape

Debería estar pasado de moda decir aquello de que el cine español sólo habla de la Guerra Civil y de comedias gamberras de corte demasiado televisivo, pero lamentablemente, aún se escucha demasiadas veces. Y es que nada más lejos de la realidad: el cine español, a pesar de las dificultades, vive una de sus mejores etapas en cuanto a variedad y valentía. Un claro ejemplo de esto es 'Vulcania', la ópera prima del argentino de nacimiento y español de adopción, José Skaf.

Presentada en el pasado Festival de Cine de Sitges, 'Vulcania' es un drama de ciencia-ficción, donde lo sobrenatural, el suspense y la atemporalidad de sus acontecimientos, terminan convirtiéndola en un relato distópico sobre la lucha de clases y contra el poder establecido. Una interesantísima propuesta de bajo presupuesto que, a pesar de sus debilidades, deja patente que en nuestro país se pueden hacer cosas diferentes. Lástima que poca gente se enterará de su existencia.

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Lucha contra el poder establecido

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Con guión de Diego Soto, 'Vulcania' mezcla el drama, la ciencia-ficcion y el suspense para tasladarnos a una pequeña comunidad industrial donde nada es lo que parece. Allí vive, Jonás, que tras la muerte de su familia, comenzará a trabajar en uno de los puestos más peligrosos de la fundición, núcleo del pueblo. Debido a la peligrosidad de su trabajo, Jonás desarrolla un extraño poder que intentará ocultar por todos los medios.

Cuando parecía que ya se había adaptado a su nueva y solitaria vida, se cruzará en su camino, Marta, una chica que le intriga. Así, Jonás tratará por todos los medios cuál es el secreto que guarda Marta, y que a la vez, es el secreto que sacudirá los cimientos de la misteriosa comunidad en la que viven.

Una premisa que, a priori, no puede parecer nada especial, en 'Vulcania' resulta de lo más sugerente. Y es sugerente porque consigue crear ese universo distópico, con claras reminiscencias al movimiento obrero español de Barcelona del siglo XIX y a los sistemas de fabricación en cadena que, creaban comunidades casi, casi sectarias. No tener vida más allá de la fábrica y vivir sumisos a los planes del jefe soberano, que además de decidir sus jornadas laborales, deciden cómo viven, se relacionan y cómo gastan sus horas de ocio.

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Toda una comunidad de esclavos obreros convertida en una sociedad sin identidad y sin valores propios y que bien podría aplicarse tanto al siglo XIX como a nuestros tiempos. Pero por suerte, siempre hay un rebelde que lucha contra el orden establecido y José Skaf, aquí, nos presenta un rebelde con nombre de profeta, Jonás. Callado y observador y con unos misteriosos poderes que controlan el acero, será el encargado de no conformarse y tratar de desvelar las mentiras de los todopoderosos.

Sin embargo, ese carácter sobrenatural de 'Vulcania', aunque intente tratarse de forma tan natural y sutil, termine quedándose a medio camino y el espectador puede quedarse con la necesidad de haberse profundizado más en el asunto. Y al igual ocurre con los dos personajes principales, Jonás y Marta, que juegan al misterio y la melancolía, una posición acertada, aunque su hermetismo pueda jugar malas pasadas a la hora de que empaticemos con ellos.

La distopía y sus habitantes

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Por suerte, 'Vulcania' tiene muchos más aspectos favorables que negativos y otro de ellos, además de su crítica al abuso de poder, es su puesta en escena que ayuda a reforzar todo ese mundo distópico y atemporal que requiere la historia. Desde la fotografía fría y gris -a cargo de Emilio Guirao-, hasta su vestuario o diseño de producción que recrea esa anacrónica fábrica, que llega a alcanzar cotas retrofuturistas.

Un espacio que habitan los rostros de Miquel Fernández -¡qué bien recuperarle para el cine después de 'La Gran Familia Española' (Daniel Sánchez Arévalo, 2013), en la piel de Jonás; de Aura Garrido, de la indefensa Marta -podría haber sido un personaje mucho más activo-; José Sacristán y su poderosa voz como el patrón que da la cara o Ginés García Millán y Silvia Abril. Un excelente elenco que parece cómodo en sus personajes, pero cuyo hermetismo no les permite ir más allá.

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Puede que 'Vulcania' esté lejos de ser una película redonda, pero bien merece una oportunidad por diferentes motivos: ya sea por su fantástica factura teniendo en cuenta su ajustadísimo presupuesto, su reparto o por esa crítica política y social y a veces hasta su reflexión filósofica sobre la libertad y ser dueños de nuestros destinos.

Y sobre todo, 'Vulcania' es el claro ejemplo de que los cineastas españoles son capaces de mucho más de lo que les dejan. Y sacar adelante un proyecto como el de José Skaf, sin morir en el intento, y con los resultados tan interesantes y sugerentes como los de 'Vulcania', bien merece nuestra más sincera admiración. Nos gustará saber qué le deparará su segundo proyecto.

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