Ha pasado una semana desde que vi ‘Springsteen: Deliver Me From Nowhere’ y todavía no me explico como pudo salir tan mal. La historia daba para mucho más

Ha pasado una semana desde que vi ‘Springsteen: Deliver Me From Nowhere’ y todavía no me explico como pudo salir tan mal. La historia daba para mucho más

Disco y narrador forman una intimidad preciosa de la que el biopic carece

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Jeremy Allen White Springsteen Deliver Me From Nowhere
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Pedro Gallego

Editor

En la última semana me he puesto bastante el disco Nebraska de Bruce Springsteen. No es que necesitase muchas escusas porque es un disco al que me encanta volver, es uno de mis favoritos de un artista que siempre tuvo mejor capacidad narrativa que carisma de rockero masivo. De esa faceta salió siempre un legado más interesante, tal y como muestran los artistas interesantes que tiraron de ese hilo en lugar de los de los himnos.

Rescatar este disco puede parecer una consecuencia directa de disfrutar de una película como ‘Springsteen: Deliver Me From Nowhere’, centrada justo en el periodo que compuso dicho disco y uno de los más cruciales de la carrera del músico de Nueva Jersey. Cuando sale un biopic que toca bien las teclas, consigue también uno de los efectos buscados que es indagar más en la historia real y obras derivadas de la misma. En realidad, lo he hecho para agarrarme a algo que sí me gusta para que disipe el shock espantoso que ha sido ver la película.

Ha pasado una semana desde que vi la cinta de Scott Cooper con Jeremy Allen White, y todavía me quedo perplejo de todas las decisiones terribles que toma. En lugar de cae en los aborrecibles lugares comunes de una ‘Bohemian Rhapsody’, buscando un formato más artístico y dramático que espectacular, acaba creando la plantilla que arruina el camino interesante que estaban intentando tomar esos biopics más inconformistas (en cierta medida, ‘A Complete Unknown’).

Un proceso mecánico

No está dejando precisamente reacciones entusiastas entre crítica y audiencia (para que digan que no se ponen de acuerdo), además de estar funcionando bastante mal en taquilla. Muchos podrían apuntar que es consecuencia directa de no tomar una estructura más convencional, o no buscar la historia del Boss que deje sensaciones más eufóricas. Que, en cierto modo, no hay una película arriesgada que contar sobre Springsteen y este periodo de la historia.

Esto es meridianamente falso a poco que se conozca, como muestra el respeto que tiene el libro original de Warren Zanes que narra todo esto, pero incluso se puede tener claro con escuchar Nebraska. Las duras experiencias de Springsteen con la depresión merecían más que unos flashbacks derivativos y mal planteados con una falsa patina dramática a través del blanco y negro. O fabricar un romance complejo a través de un personaje femenino desdibujado y, aparentemente, construido a través de cuatro mujeres reales, supuestamente intentando reflejar sus dificultades para comprometerse.

Springsteen Deliver Me From Nowhere 2025 Jeremy Allen White

Otro de los mayores pecados que comete es cómo parece distanciar a Springsteen de su entorno, cuando una de sus mayores virtudes fue ese ojo para observar alrededor y encontrar historias poco comunes que merecían ser contadas en una canción folk masiva. En ‘Deliver Me From Nowhere’ parece toparse con ellas por accidente, quitando textura emocionante y personal a la historia. Dice mucho que sus mejores momentos sean observación casi pornográfica de la técnica artesanal para convertir en escuchable lo grabado con pocos recursos y mucho ímpetu (eso y cómo Springsteen conecta con la música de Suicide, clave en cómo suena Nebraska).

Una película sin alma y mecánica a la que no ayuda un casting que parece estar desviando esto a una extensión de las ansiedades y dramas oscuros de ‘The Bear’. Todo consigue disociarse y no conectar con una historia que realmente tiene aristas y ángulos desde los que ser abordada, pero falta justo lo que hacía brillante a Springsteen y Nebraska que queda como un lejano eco en la película: perspectiva, voluntad de riesgo y un espíritu lo-fi.

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