Sevilla Festival de Cine Europeo 09: 'La cinta blanca', el mejor Haneke

Sevilla Festival de Cine Europeo 09: 'La cinta blanca', el mejor Haneke
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Mientras que la sección oficial del certamen aún espera que llegue una película que brille con suficiente satisfacción generalizada, la sección Eurimages, alternativa y con títulos interesantes, ofrece grandes momentos. Con ‘La cinta blanca’ (‘Das Weiße Band’) se cumple esa satisfacción y la ganadora de Cannes llena la sala y asombra con su brillantez.

Las películas de Michael Haneke suelen incomodar al espectador en su asiento. Es un realizador al que gusta remover conciencias y, quizás por ello, tiene muchos detractores. Pero su cine, o su forma de concebirlo, precisamente intenta que reflexionemos, hacer que el espectador no asista impasivo a una historia y se olvide de ella justo al terminar. Y, con ‘La cinta blanca’, Haneke precisamente consigue este propósito. Fiel a su estilo, pero con un madurado y más inspirado resultado, hace un ejercicio inteligente de narración poderosa, para sumergirnos en el gérmen de la violencia. Tema recurrente, por otra parte, en sus películas.

‘La cinta blanca’ (‘The White Ribbon’) es un viaje a las entrañas del infierno humano, al menos, al gérmen de los peores aspectos de nuestro comportamiento. Haneke, para ello, nos sitúa en el ambiente opresivo y férreo de una pequeña población germana en los albores de la Primera Guerra Mundial. Una localidad protestante, con severas normas sociales y de comportamiento (educación, religión, familia…), que sirve de escenario para unos extraños sucesos, donde los niños tienen el protagonismo, y asisten a estos hechos y sus consecuencias.

Haneke pone la voz narrativa en un hombre mayor que recuerda los sucesos cuando era joven y era el maestro de la comunidad del pueblo. Allí y entonces, las imposiciones de unas reglas severas toman más énfasis con los convulsos episodios que van sucediendo y que rompen el frío discurrir de la cotidianeidad. Una sociedad regida por la religión, por el respeto por los nobles y donde, la educación de los niños, resulta prioritaria.

la cinta blanca 2

El realizador de ‘Funny Games’ hace gala de su habitual mirada distante, gélida, pero a la par contundente, sin cede ni un ápice a concesiones ni a pistas acerca de los episodios, cuya intriga va en aumento, pero genera en todo momento desconcierto absoluto. Apoyado en una austera pero brillantísima fotografía en blanco y negro, con ausencia total de partituras en la banda sonora, logra reflejar con rotundidad la asfixiante atmósfera del relato. No resulta un antojo estilístico, sino una forma de articular el lenguaje completamente apropiado a la historia, lo que evoca y que aumenta, si cabe, el aire misterioso que sobrevuela en todo momento.

Una historia la de ‘La cinta blanca’ que conforme avanza va clavando sus dardos envenenados con la verdadera intención. La de hacer al espectador reflexionar sobre el nacimiento del nazismo, que no es sino un ejemplo para comprender de dónde viene la violencia del comportamiento de los adultos. Una exploración a una infancia represiva que germina en todo lo opuesto a lo que se ha intentado, erróneamente, inculcar.

Muy acertado resulta el uso de la mirada de los niños, como paradigma de la inocencia y la pureza (como la cinta blanca a la que alude el título), para transmitir un mensaje, magistralmente articulado y apoyado en unas imágenes subyugantes, austeras, frías pero no exentas de una fuerza brutal, que justifica el ejercicio de estilo.

‘La cinta blanca’ no se digiere pronto. De hecho, su mensaje permanece en la memoria cuando termina le película y cada uno se lleva su conclusión, reflexión al salir de la sala. Porque la historia concluye, pero su esencia perdura. El mejor Haneke, sin duda.

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