'Misión: Imposible - Fallout' tiene un gran problema: no hay auténtica emoción al final

'Misión: Imposible - Fallout' tiene un gran problema: no hay auténtica emoción al final

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'Misión: Imposible - Fallout' tiene un gran problema: no hay auténtica emoción al final

Sí, 'Misión: Imposible - Fallout' es trepidante y espectacular. Es uno de los grandes estrenos del verano y uno de los entretenimientos más recomendables del año, sin duda. Como aquí ya se ha elogiado tanto la sexta parte como la saga en su conjunto, yo voy a comentar un aspecto que no me convence nada y que, en realidad, afecta a muchas franquicias.

Sin riesgo, no hay emoción. Los personajes tienen que jugarse algo, debe ser importante y el espectador necesita saberlo, para sentirse implicado. En el cine de acción se suele amenazar la vida del héroe pero normalmente su objetivo es salvar a un ser querido o a mucha gente en peligro. A menudo se pasan de rosca y se habla del fin del mundo; absurdo, porque no va a pasar. O tratan de añadir tensión con una cuenta atrás que se detiene milagrosamente en los últimos segundos. En 2018 aún tiran de este recurso.

Por si acaso el titular no es suficiente, aviso: SPOILERS a continuación...

De 'Misión imposible' a 'Misión inverosímil': Fallout termina en su punto más bajo

'Fallout' es un vibrante thriller cargado de acción, tanta que casi no da respiro al espectador, aunque básicamente (dejando de lado el prólogo) se construye en torno a tres grandes secuencias. Tres "misiones" con su propio inicio, nudo y desenlace; la fiesta, el rescate de Solomon Lane (Sean Harris) y la bomba. En la última y más importante, creo que Christopher McQuarrie, guionista y director del film, se equivoca. No arruina el conjunto, pero lo estropea.

Hay momentos muy tensos e imágenes asombrosas durante la persecución en helicóptero, intercambios divertidos entre el carismático equipo de Ethan Hunt e intensas peleas cuerpo a cuerpo contra los villanos. Pasan muchas cosas, y todo está filmado con un gusto exquisito, pero no hay verdadera emoción. Y si no hay emoción, si no hay auténtico riesgo, yo al menos desconecto. No puedo evitarlo. Me aburro y me pongo a pensar en otras cosas sin darme cuenta.

Henry Cavill

Todo empieza a salir mal cuando el equipo de Ethan nos informa que faltan 15 minutos para que todo salte por los aires. Aún no han bajado del jeep y además de encontrar y desactivar las bombas con absoluta precisión, necesitan el detonador, en manos de Walker (Henry Cavill), que está a punto de subir a un helicóptero. En 15 minutos tienen que hacer tantas cosas que, más que una "misión imposible", se convierte en una misión inverosímil.

Sólo hace falta que Walker apunte mejor o que Solomon tenga un "plan B" para reventarlo todo antes de tiempo. Mil cosas podrían salir mal. Da igual: sabes que el plutonio no va a explotar. Desde que dicen que sólo tienen 15 minutos, la película se convierte en una comedia donde la gracia está en la cantidad ridícula de obstáculos que se van sucediendo; hasta donde llega McQuarrie para complicarlo todo, justo antes de solucionarlo.

Porque es el clímax, es la última misión y es definitiva. No hay vuelta atrás. Y si el riesgo es que pueden morir todos, ya sabemos que no hay auténtico riesgo. El final feliz es inevitable. Pero hasta entonces, durante las otras secuencias, no había certeza alguna más allá de que Ethan llegaría vivo al final. Todos los demás estaban en peligro, los planes podían salir mal. Puede pasar cualquier cosa. Hay incertidumbre, sorpresas, intriga, emoción...

Tom Cruise no muere (casi) nunca pero... ¿qué pasa con los demás?

Christopher McQuarrie y Tom Cruise Christopher McQuarrie y Tom Cruise durante el rodaje

Por supuesto, hablamos de un blockbuster de Hollywood y una saga como 'Misión: Imposible', que necesita ponerse intensa con sus villanos. Es normal que pongan el mundo en peligro o que amenacen con matar a mucha gente. Y no van a llamar a Ethan Hunt para una misión fácil. No sería 'Misión: Imposible'. El héroe tampoco puede morir, al menos mientras la estrella quiera y pueda seguir (por si acaso, tenían a Jeremy Renner listo desde 'Procotolo Fantasma').

Así que todo lo que implique destruir el mundo o matar al protagonista, resulta ridículo. En las de James Bond pasa lo mismo. Y en las de superhéroes, no obstante, los directores de 'Vengadores: Infinity War' optaron por un recurso inteligente: lo peor que le puedes hacer al héroe es hacerle sufrir a través de sus amigos y compañeros, de quienes confían en ellos.

Alec Baldwin con Tom Cruise

De hecho, es el plan malvado de Solomon: quiere que Ethan sufra viendo morir a todos los que le importan. Es la mejor venganza que se le ocurre (debió explicárselo mejor a Walker porque estuvo cerca de arruinarlo todo). Pero como sabemos, no tiene suerte. Se entiende que no pueda con Ilsa Faust (Rebecca Ferguson) pero tampoco es capaz de asesinar a Benji (Simon Pegg), o a Julia (Michelle Monaghan) que estaba cerca.

No, el único que muere es Alan Hunley (Alec Baldwin). El único que no hacía falta que muriese, porque es un personaje que no debería entrar en acción ni arriesgar su vida. Es el tipo que, al principio, defendió a Ethan precisamente por pensar en la vida de Luther (Ving Rhames) antes que en el éxito de la misión; dice que así se siente seguro, protegido. Bueno, resultó que se equivocaba. Se salvaron todos menos él.

De nuevo, recomiendo la película (sólo por escenas como la del baño ya merece la pena) y veré la séptima cuando la hagan; soy un fan. Pero desearía que tomasen más riesgos y tuviesen en cuenta que las misiones finales no resultan tan tensas ni emocionantes si todo el equipo sobrevive. Quizá puedan seguir reventando la taquilla sin cambiar la fórmula ('Fallout' ha superado el mejor estreno de la saga) pero tarde o temprano tendrán que cambiarla. Cruise es duro, pero no eterno.

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