Jean-Claude Van Damme: ¿de artista marcial a actor de verdad?

Es curioso lo que una película tan sumamente catártica como 'JCVD' puede hacer por una estrella del cine de mamporros como Jean-Claude Van Damme. Resulta que una veterana estrella del cine de artes marciales y de acción, que alcanzó su cénit en los noventa, se vea ahora, en el camino de su decadencia, relanzado como un posible (o potencial) actor de verdad.

Entiéndase actor de verdad, como actor dramático serio no encasillado capaz de afrontar cualquier género cinematográfico y sacarle el máximo partido interpretativo a un guión con diálogos suficientes para demostrarlo. Y es que, confesando algo inconfesable, siempre sentí una especial admiración por Van Damme y verle en su última cinta, me hace albergar esperanzas de recuperar a una figura estelar del puñetazo como posible actor de verdad.

Y el lado inconfesable viene porque uno, que es cinéfilo, también es aficionado a las artes marciales (y practicante durante muchos años). Algo no incompatible, pero que me hizo padecer situaciones embarazosas cuando acudía con fervor a cada nuevo trabajo de Van Damme y mi próximo círculo de amistades se sorprendían con sorna incluida. Pero el caso es que "los músculos de Bruselas" me causó gran impacto con 'Contacto sangriento', allá por finales de los ochenta y rubricó mi interés por el belga con 'Kickboxing'. Títulos más propios de los fanáticos de ver un verdadero catálogo de mamporros en pantalla grande que de apreciar un ápice el posible valor cinematográfico.

Y ciertamente es lógico, pero su espectacularidad en pantalla parecía ir más allá de su prodigiosa capacidad de abrirse de piernas (elasticidad casi sobrenatural), soltar patadas y puñetazos (y mostrar reincidentemente su trasero). Estaba forjándose una de las estrellas del cine de acción norteamericano más brillantes de los noventa, capaz de alcanzar el olimpo que parecían ocupar otros como Stallone, el actual gobernador de California o Steven Seagal.

Así llegaron curiosos y exitosos títulos como 'Soldado Universal', 'Blanco Humano', 'Muerte Súbita' o 'Timecop', en una década donde este tipo de género triunfaba (gracias en gran parte a una productora que hizo mucho por ello: la Cannon) y acumulaba legiones de fans. Mientras me esforzaba por ampliar mi cinefilia con títulos clásicos y recomendaciones propias para aprender algo más sobre esto del cine, me permitía la debilidad de disfrutar con los trabajos de Van Damme. Claro que su catálogo actoral no pasaba de poner caras de mosqueo permanentes, gritos de furia incontrolada y "hostias como panes" (recomendable leer la serie de Focoblog dedicada al tema), pero disfrutaba viendo al belga machacar a sus enemigos.

Y quizás este sincero alegato a favor de Jean-Claude Van Damme venga por una debilidad inconfensable e injustificable con cualquier argumento racional, pero lo cierto es que este fortachón ha gozado de mi simpatía durante algunos títulos (en otros me sonrojaba de vergüenza). Y encontrarle tan sincero, tan auténtico y tan autoconsciente en 'JCVD', me ha provocado un terremoto de sensaciones encontradas en las raíces de mi cinefilia.

Cuando más apartado lo tenía, emerge de nuevo, me sorprende y me congratula verle reconvertido en un actor serio. Quizás porque se ha sabido alejar del artista marcial, para ser más humano y eso, es gran parte debido al hábil guión, y su incipiente capacidad para transmitir un sentimiento, que no sea el dolor infligido por sus puños. Espero que no se quede en este interesante juego propuesto en la película y se prolongue con nuevos títulos (¿'Full Love'?). Aunque siempre me quedará la fantasía de verlo en un enfrentamiento serio y contundente con Steven Seagal. No me quedaría duda de quien se alzaría victorioso. Bravo Van Damme.

Algunas recomendaciones: Van Damme Online | Hostias como panes (Focoblog) | Entrevista en elpais.com

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