'Toy Story 3' es la mejor película de Pixar

Siempre estaremos juntos. Hasta el infinito… y más allá.

(Buzz Lightyear)

Desde hace años, Pixar ilumina el panorama cinematográfico, y es tal la diversión y la emoción que nos proporcionan sus películas, que es difícil no caer en la tentación de endiosar el (enorme) talento y la (indiscutible) creatividad de sus autores, sus técnicos y sus creadores. La gran suerte de los productos de la factoría Pixar es que tienen al gigante Disney a su servicio, y de esta manera llegan a todas partes, cada estreno se convierte en un gran acontecimiento que funciona como un imán para todos los públicos; la gran suerte para nosotros es que, para variar, estas costosas películas que están destinadas a arrasar en taquilla están hechas también para llegar al corazón de los espectadores, son frutos de cuidadísimos procesos cuyo fin es el de ofrecer el mayor, más bello y más emocionante espectáculo posible. Dicho de otra forma: crear clásicos.

Tras joyas como ‘Ratatouille’, ‘WALL·E’ y ‘Up’, resultaba en principio un tanto decepcionante, o al menos desconcertante, la llegada de ‘Toy Story 3’. Si las secuelas de exitosas primeras partes ya suelen bajar el listón, las terceras partes sólo consuman el descenso creativo, llegando a resultar normalmente la entrega más floja e innecesaria. Eso por lo general. Ya con ‘Toy Story 2’ el estudio Pixar nos demostró que no tenían ningún interés en sacar una continuación simplemente por hacer caja (algo que pudo ocurrir, Disney estuvo preparando una tercera parte muy diferente, sin Pixar), por lo que no era descartable que volvieran a sorprendernos. Y así ha sido. ‘Toy Story 3’ es la aventura más asombrosa, emocionante y arrebatadora que ha creado Pixar hasta el día de hoy, sin duda alguna, es su mejor película, la más completa y admirable.

Aventura sin límites

Desde el mismo arranque, ‘Toy Story 3’ apuesta por la aventura, trepidante, mágica, desatada, sin límites. La primera secuencia es un prodigio; un espectáculo apabullante en el que participan los juguetes protagonistas, encarnando las personalidades que su dueño, Andy, eligió para ellos, formando dos equipos rivales que se enfrentan a muerte en una batalla de ingenio insuperable. El segmento sirve no sólo para dejar al espectador con la boca abierta nada más empezar (la aparición de cada juguete va acompañada de un suceso imprevisto, con un ritmo imparable), también es una manera fantástica de volver a presentarnos a Woody, Buzz y compañía, recordando el inicio de ‘Toy Story’, hace 15 años (un adelanto a lo que será el final), permitiéndonos de paso comprobar de qué forma ha avanzado la tecnología, hasta rayar la perfección. Igualmente, el prólogo es un claro homenaje a la imaginación, a la fantasía, al cine. ¿Acaso cuando juega un niño, no está representando una ficción comparable a una película?

Tras esa maravilla asistimos, a través de un inteligente montaje simulando momentos grabados con una videocámara casera, al crecimiento de Andy, hasta llegar al momento actual, cuando está a punto de ir a la universidad, y debe desprenderse de una vez por todas de sus preciados juguetes. Ahí arranca verdaderamente la trama principal de ‘Toy Story 3’, la primera película orquestada en solitario por Lee Unkrich, co-director de ‘Toy Story 2’ (1999), ‘Monstruos, S.A.’ (‘Monsters, Inc.’, 2001) y ‘Buscando a Nemo’ (‘Finding Nemo’, 2003). En esta tercera entrega, la misión de Woody (Tom Hanks en la versión original) será la de convencer a Buzz (Tim Allen) y los demás que todavía pueden ser útiles para Andy, que acepten vivir en el desván en lugar de retirarse a la guardería Sunnyside; no le hacen caso, pensando que su dueño quería tirarlos a la basura, y acaban atrapados en una auténtica prisión liderada por un rencoroso peluche que huele a fresa. Cuando descubre lo que ocurre en la guardería, Woody no fallará a sus amigos y se lanzará al rescate.

Además de comparar el juego infantil con el séptimo arte, el niño como creador/director y los muñecos con los actores (a Woody le llegan a preguntar si ha estudiado arte dramático), hay también numerosas referencias cinematográficas, así como necesarios y entrañables guiños a las anteriores entregas de la trilogía ‘Toy Story’ (la más honesta y exigente de la historia). En esta tercera parte encontramos homenajes al western (el atraco en el ferrocarril), Indiana Jones (la aparición de Woody), Superman (Buzz alzando el tren), la ciencia-ficción (la nave del cerdo), el subgénero carcelario (la rutina y la fuga de Sunnyside), el de mafias (Lotso y su banda, su “familia”), ‘Pretty Woman’ (el desfile privado de Ken), ‘Mi vecino Totoro’ (la criatura de Miyazaki es uno de los nuevos juguetes), ‘Star Wars’ (hay una escena sacada claramente de ‘El retorno del jedi’)... Así, ‘Toy Story 3’ no es sólo un canto a la amistad y un gozoso entretenimiento, también es una sincera declaración de amor por el cine. Y lo genial es que no decae nunca, todo fluye de forma natural, como si no hubiera guión, ni director, ni montaje, ni puesta en escena, ni banda sonora; como si de verdad estuviésemos asistiendo a la maravillosa odisea de unos personajes que sólo desean volver a casa, juntos.

Es digno de elogio cómo los guionistas de ‘Toy Story 3’ (están acreditados John Lasseter, Andrew Stanton, Lee Unkrich y Michael Arndt) no se olvidan de ningún juguete, todos tienen importancia en la trama, a pesar de la cantidad de novedades que se sacan de la manga para este grandioso capítulo final (también es cierto que hay importantes ausencias, aclaradas con elegancia y tristeza al comienzo del film). A todos los personajes se les saca partido, se juega con todas las piezas del tablero, y lo increíble es que a pesar de haber visto a los protagonistas en dos películas, aún hay margen para la sorpresa (el Buzz Lightyear español es antológico). Entre las novedades, ninguna innecesaria o forzada, las más sobresalientes son las del metrosexual Ken (voz de Michael Keaton), el mono vigilante, el coche-teléfono (Teddy Newton) y el temible Lots-O’-Huggin’ Bear, alias Lotso (Ned Beatty).

Adiós, amigos

Mi compañero Alberto Abuín me avisó cuando le dije que iba a ver ‘Toy Story 3’: “Prepárate para llorar”. Ayer hablaba con otro amigo cinéfilo, alias Snake, y cuando le pregunté qué le había parecido lo último de Pixar me respondió: “¡Lloré como un niño!”. Efectivamente, la película de Lee Unkrich logra devolvernos a nuestra infancia, nos hace sentir como niños otra vez, así que cuando toca decir despedirnos de los juguetes, es prácticamente imposible evitar las lágrimas. Es un duro adiós a lo que fuimos, a la pura diversión de cuando éramos pequeños; un adiós a nuestros compañeros de juego, a nuestros inseparables amigos. No creo exagerar afirmando que el tramo final de ‘Toy Story 3’, desde la (impresionante) secuencia del basurero hasta el último plano anterior a los créditos (un cierre redondo), es uno de los más emocionantes jamás vistos. Cine en estado puro, que se ha visto recompensado con excelentes críticas y una recaudación impresionante (ya es la película animada más taquillera de la historia). A día de hoy es la mejor película de Pixar y la mejor película de este 2010. Ya vimos a una directora ganar un Oscar, puede que el siguiente paso sea premiar como se merece al cine de animación.

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