Es una de las mejores películas francesas de todos los tiempos y la puedes ver gratis en streaming: una hermosa exploración de la mortalidad que revolucionó la Nouvelle vague

Actualmente el plano secuencia se está viendo cada vez más como una exhibición de a ver quién la tiene más larga rodando, perdiendo parte del encanto y la intencionalidad narrativa de este recurso. La capacidad de inmersión en la perspectiva de un personaje, de no perder el hilo de sus acciones, es de las mejores cosas que puede ofrecernos. Aunque no es la única manera que puede tener un narrador para hacer ese trabajo de inmersión.

Incluso con los cortes y sin esa continuidad perfectamente manufacturada, hay películas que sientes que te están metiendo en otra perspectiva y ya no la sueltas en ningún momento. M. Night Shyamalan trata de jugar con eso en 'Llaman a la puerta' desde la tensión prolongada. Más arriesgada pero más lograda es una de las joyas imprescindibles de la Nouvelle vague, 'Cleo de 5 a 7', que lo hace desafiando las formas narrativas convencionales pero nunca deja de perder el hilo emocional que vive la protagonista.

Esperando noticias

Esta magistral película de Agnès Varda se puede ver de manera gratuita en streaming a través de la web de Caixaforum+ (también se puede ver si estás suscrito a Filmin o a Acontra+). Está incluida junto a 'Varda por Agnès' como parte de un repaso especial realizado sobre la cineasta francesa en este mes de febrero. Es una gran oportunidad, ya tan sólo por poder ver una de las mejores películas jamás hechas.

Corinne Marchand interpreta a la Cleo del título, una joven cantante que acaba de realizarse un examen médico y espera los resultados en un par de horas. Entre medias va a una sesión de tarot en la que la adivina observa las cartas e interpreta que la cantante puede morir de cáncer. Aunque las "cartas pueden significar muchas cosas", la sesión la deja completamente perturbada y empieza a considerar su propia mortalidad.

Con un detalle tan sencillo pero tan efectivo como es cambiar del color de la sesión de tarot al blanco y negro cuando muestra su reacción, Varda comienza un interesante viaje sobre la fragilidad de esta joven mujer que empieza a tener la muerte presente. Algo que conecta con la propia directora, que parece explorar la mortalidad (desde la de aquellos a los que rueda a su entorno cercano, como su marido Jacques Demy, o incluso ella misma) desde los comienzos de su obra hasta sus últimos trabajos.

Pero no la explora desde el fatalismo, sino como oportunidad de observar con otros ojos el mundo a su alrededor, a las personas con las que se cruza y muestran vidas interesantísimas. Varda está asociada al movimiento de la Nouvelle Vague por generación y por el estilo transgresor con el que rueda y monta, especialmente en esta cinta. Sin embargo, al contrario que sus congéneres que eran estudiosos del cine y sus formas desde la crítica, Agnès plantea el cine como una extensión de sus orígenes como fotoperiodista. Que buena parte de su carrera lo hayan compuesto documentales no es casualidad.

Varda plantea de igual manera tanto la ficción como la no-ficción, empleando los métodos de captura de imagen que provee el cine como una ventana a la vida de otras personas. Vidas que merece la pena observar y escuchar, porque nunca sabes que te pueden revelar. La Cleo de la película va realizando este mismo viaje a lo largo de su mirada interior que empieza a proyectar hacia al exterior. Comienza planteándose la manera en la que el mundo la observa y termina enriqueciéndose de aquellas personas con las que se cruza.

'Cleo de 5 a 7': continuidad emocional

Todo contado con formas cinematográficas que se siguen sintiendo totalmente frescas sesenta años después. Los momentos que va creando desde cualquier mínimo detalle, desde la música al montaje, hacen que 'Cleo de 5 a 7' siga sintiéndose viva. Algo a lo que también contribuye el espectador, que dependiendo de su momento vital puede encontrar diferentes cosas en el viaje de Cleo que resuenan de manera especial.

Esa mágica cualidad la mantienen como una obra imprescindible. Varda mantiene siempre una fascinante continuidad emocional a lo largo de los noventa minutos que no te llevan a cuestionarte que estén pasando las dos horas que se está dedicando a esperar los resultados. Todo con la bella cualidad empática que ha mantenido a lo largo de su carrera, que hace indistinguibles sus ficciones de los documentales porque parece que siempre está observando a gente, y que le llevó a funcionar de manera totalmente independiente a la nouvelle vague.

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