Stanley Kubrick: 'El beso del asesino'

Como dije en su momento, me hubiera gustado empezar el especial sobre Stanley Kubrick por su tercera película, 'Atraco perfecto' ('The Killing', 1956), a partir de la cual la carrera del cineasta neoyorkino comienza a ser verdaderamente interesante. De hecho, si no fuera porque Kubrick firmó algunas de las obras maestras más importantes de la historia del cine, creo firmemente que 'Fear and Desire' y 'El beso del asesino' no serían objeto de estudio, y se habrían perdido en el olvido. Es obvio que en ambas películas se pueden percibir maneras y apuntes que más tarde desarrollaría Kubrick con mucho mayor ingenio. Porque tanto en una como otra, el director demostraba ser un principiante, preocupado nada más por el aspecto visual de sus films, en lo que siempre fue un maestro, descuidando prácticamente todo lo demás.

Kubrick nunca fue un narrador clásico, en el más estricto sentido del término. Su mirada pretendía ir más allá de sus personajes, a los que siempre colocaba en situaciones que les superaban. Distanciándose de ellos, y con cierta frialdad, pretendía abarcar temas universales y trascendentales. Pero eso fue más adelante, en 'El beso del asesino' pueden verse claramente las tendencias de una época en la que las consecuencias de la guerra reflejaban un mundo lleno de corrupción, y en el que la línea entre el bien y el mal empezaba a estar muy difuminada. El carácter realista que se daba en muchos documentales, se aplicaba a muchos films del llamado cine negro —film noir para los franceses—, y Kubrick optó por ello en éste y el siguiente.

'El beso del asesino' está narrada en flashback, como mandan los cánones del film noir —permitidme utilizar a partir de ahora esta expresión, pues siempre la he encontrado mucho más sugerente y atractiva—, que parte de la escena inicial, en la que vemos al protagonista de la historia —Davey Gordon, un boxeador de poca monta— andando por el andén de una estación, sumido en sus pensamientos. Kubrick nos relata cómo se ha llegado a esa situación, a través de una historia que mezcla demasiadas cosas, la traición, el amor desesperado, la obsesión, el poder, la esperanza, y sobre todo un pasado del que se desea escapar. Dentro de todo lo narrado, Kubrick opta por volver a utilizar el flashback, rizando el rizo sin necesidad alguna. De hecho, hay instantes en los que los flashbacks sobran de forma alarmante, realizados únicamente para que la película fuese considerada un largometraje.

Al respecto cabe citar la escena en la que el personaje femenino —Gloria Kane— habla de cómo su padre siempre prefirió a su hermana, una bailarina de ballet que se suicidó. Fue añadida posteriormente por el propio Kubrick —en la que apareceía su esposa por aquel entonces— simplemente para que la película fuese más larga —recordemos que estamos hablando de una duración de 67 minutos—, y aunque dicha secuencia posee una magnífica fotografía, que le confiere un aire irreal y fantasmagórico, lo cierto es que no aporta absolutamente nada a la historia central. Y he aquí uno de los grandes problemas de la cinta. Kubrick firma por última vez un guión original, consciente de que lo suyo no es escribir, sino filmar. 'El beso del asesino' posee varias secuencias asombrosas en las que se puede ver el talento de Kubrick a ráfagas.

Instantes de innegable talento para la composición de encuadre, inmejorable fotografía y tiempo rítmico. A la mencionada secuencia —sin duda el flashback menos malo del film—, creo que hay que añadir la escena del asesinato del manager de Davey, con quien lo confunden. Kubrick deja la cámara fija casi a ras de suelo, y deja que los personajes se muevan por el encuadre, hacia un callejón oscuro, donde fuera de campo se comete el asesinato. Aquí Kubrick consigue más, al sugerir la fatalidad en su historia de una forma tan marcada y directa, por no decir terrible. Un asesinato que se produce por una simple y lógica equivocación, y que demuestra que el poder a veces está en manos de los más incautos, que actúan por miedo. Dicha fatalidad puede verse en el resto del film, con esos protagonistas hartos de su existencia, buscando una nueva oportunidad, pero no se transmite como en esta magistral secuencia, una de las mejores escritas por Kubrick. Una pena que en conjunto la película no funcione, debido a lo mal hilvanada que está la historia, con situaciones muy forzadas, por no hablar del único happy end que ha hecho Kubrick en su vida, totalmente forzado e incoherente con los que nos estaba contando hasta ese momento.

Así, 'El beso del asesino' está marcada por un subrayado excesivo por parte de su autor, quien nos recuerda una y otra vez la situación actual de Davey esperando en la estación. El espectador no pierde en ningún momento esa referencia, y muchas veces no siente el posible peligro por el que pasan los personajes, ya sea una persecución por los tejados de Manhattan —la película fue filmada en escenarios reales—, o la sugestiva pelea final dentro de un almacén lleno de maniquíes, en la que se ponede manifiesto la crudeza con la que Kubrick se enfrenta a una pelea cuerpo a cuerpo, una pelea en la que ambos contrincantes saben que es a muerte.

Frank Silvera fue el único actor profesional con el que Kubrick contó para 'El beso del asesino', y lo cierto es que es el único destacable de todo el reparto, a pesar de lo mal que está escrito su personaje —nunca queda lo suficientemente clara su obsesión por Gloria— . Tanto Jamie Smith como Irene Kane, que dan vida a Davey y Gloria respectivamente, adolecen de una inexpresividad alarmante, sobre todo el primero, que en la escena de la lucha con maniquíes, éstos parecen expresar mucho más que él.

Repito: 'El beso del asesino' se tiene en cuenta sólo por estar firmada por Stanley Kubrick. De hecho, se creía que el propio director había quemado los negativos, renegando del trabajo, hasta que en 1994 se proyectó en el New York Film Festival´s Video. Ahora puede conseguirse fácilmente en DVD, pero su valor no va más allá de algunas secuencias impecablemente filmadas. El resto es para olvidar.

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