‘Amor y otros desastres’: muchas pretensiones, pocos resultados

La película británica protagonizada por Brittany Murphy —probablemente esto también intentaba ser un chiste metalingüístico— ‘Amor y otros desastres’ se echa sobre sus espaldas la gigantesca responsabilidad de hacer un análisis del género de las comedias románticas y al mismo tiempo formar parte de él. Y fracasa, según mi opinión, en ambos frentes.

Las pretensiones de este film, dirigido por Alek Keshishian, son tan inmensas que precisamente consiguen que su fallido resultado enfade mucho más que si se tratase de otra más de las romcoms tan malas que se están estrenando en los últimos años.

Como ya adelantó Chico Viejo, ‘Love and other Disasters’ se las da de intelectual. Por ello comienza con páginas de guión escritas sobre la pantalla y hace numerosas observaciones sobre otras comedias románticas preexistentes o sobre el hecho de qué harían los personajes si se encontrasen dentro de un film. Ja, ja, qué agudo. Qué inteligente.

También se las da de diferente. De forma intencionada, la película muestra una estructura débil o inexistente con el objetivo de desmarcarse de los otros films del género y de ser algo superior y, en teoría, cinematográficamente más válido.

Todo esto podría ser aceptable —que conste que no estoy criticando las intenciones de crítica metalingüística, sino el resultado— si el argumento no estuviese basado en los malentendidos que serían rechazados para la serie adolescente más cutre de la televisión: me creo que es gay, pero no lo es; busco a un tío que se llama tal cosa, pero me había confundido con el nombre, etc… Y si no fuese tan fácil predecir absolutamente cada uno de los giros que va a dar la historia en todo momento. Es decir, si tanto sus personajes como su trama no estuviesen tan plagados de tópicos. La profundización en los personajes es nula. Se trata de personas superficiales con las que resulta imposible empatizar. Es decir, Keshishian ha caído en el peor de los defectos que pueden tener esas cintas que se dedica a criticar. Es lógico, ese defecto él ni se lo plantea, pues se queda únicamente en lo superficial de las películas analizadas. Y por ese motivo, su film es también somero y vacío como el que más. No es algo que le ocurra por querer convertir su obra en una historia coral y por tener poco tiempo para presentar a cada uno, pues, por ejemplo, ‘Love Actually’ presentaba una mayor cantidad de personajes y con todos se lograba la identificación, gracias a que estaban bien desarrollados.

La forma en la que la película está rodada también deja patente la superficialidad de su autor, director de ‘En la cama con Madonna’ y de ‘Un intruso en Harvard’, película que se rodó en 1994 y que fue la anterior a ‘Amor y otros desastres’. En muchas ocasiones, los planos buscan más las paredes y los trajes para hacer patente que se ha llevado a cabo un diseño de producción elegante que las reacciones de los personajes o los momentos de fuerza dramática.

El personaje del mejor amigo —gay, ¿qué extraño, verdad?— de la protagonista, escribe un guión sobre lo que ha ocurrido y lo presenta a un productor. En su entrevista, se coloca en boca de este personaje la forma de pensar de Keshishian y se presenta como el “malo” de la película a quien le recomienda que debe haber un momento apoteósico de clímax y que debe renunciar a sus ideas de película de ritmo nulo con la frase ya conocida en los manuales sobre guión: “Kill your babies”. Pues este productor tenía razón. O al menos, en el caso del film que nos ocupa pues, si bien es lícito y necesario tratar de evitar lo que está muy visto, ‘Amor y otros desastres’ presenta todos los elementos que ya nos tienen hastiados en este tipo de películas y es justo de los que le podrían beneficiar de los únicos que prescinde. Quiero decir: si de verdad hubiese hecho algo original, estaría muy bien ir por ese camino de creerse mejor que los demás, pero haciendo lo que hacen todos y peor, mejor estaría calladito.

Los actores no hacen un mal trabajo. Ya conocemos el tipo de sonrisa de Brittany Murphy que consiste en arrugar la nariz y que se supone que le da personalidad. Santiago Cabrera, Isaac Méndez en ‘Héroes’, que será en quien por fin ella encuentre el amor; trabaja bien, pero no aporta nada a su papel que no estuviese ya sobre el guión. El resto de los amigos, intercambiables entre sí, y los seres que pueblan el mundo de la farándula están bien representados por sus intérpretes, si bien ninguno de ellos se desmarca de forma especial.

Es necesario reconocer que en ‘Amor y otros desastres’ existen unas cuantas líneas de diálogo que tienen gracia. Algunas son ácidas observaciones sobre el mundo, sobre el cine o sobre las relaciones humanas. Junto a esto se puede admitir que el film se desarrolla sin demasiado problema y que en su arranque la originalidad sí funciona. Es decir, que se puede ver. Como ya decía, no es que sea tan mala, no es que se preste a que el titular de la crítica utilice por segunda vez la última palabra de su título; es que es tan pretenciosa que los defectos que tiene se magnifican en tu percepción debido a que su autor se ha creído que está revolucionando el género, cuando no está haciendo más que otro producto de poco interés.

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