Añorando estrenos: 'Noche en el alma' de Jacques Tourneur

Si ha habido un director perfectamente dotado para crear atmósferas de lo más turbio, y en las que se daban la mano todo tipo de temas, ese siempre ha sido el nunca del todo considerado como se merece, Jacques Tourneur. Películas como ‘La noche del demonio’ (‘Night of the Demon’, 1957), ‘Retorno el pasado’ (‘Out of the Past’, 1947) —una de las cumbres del Film Noir—, y sobre todo ‘La mujer pantera’ (‘Cat People’, 1942), ‘Yo anduve con un zombie’ (‘I Walked with a Zombie’, 1943) y ‘El hombre leopardo’ (‘The Leopard Man’, 1943) —excepcional trilogía temática de índole fantástica—, entre las más conocidas, respaldan a un director al que le gustaba más sugerir que mostrar. La sutileza por encima de la evidencia.

‘Noche en el alma’ (‘Experiment Perilous’, 1944) pertenece a la gloriosa época de la productora RKO, productora que duró desde 1928 hasta 1953, y por la que pasaron algunos de los directores y actores más famosos de aquellos años. Desde Orson Welles a Alfred Hitchcock, pasando por Katharine Hepburn o Cary Grant, y cómo no, el insigne Val Lewton, especializado en producciones de terror. El presente es el primer film producido por el escritor Warren Duff, que también se encarga del guion en la única adaptación cinematográfica de una novela de Margaret Carpenter. Un drama de suspense psicológico, como gustaban de hacer en aquellos años, de resultado estimable sin llegar a la perfección de las citadas.

‘Noche en el alma’ tiene bastantes similitudes con ‘Luz que agoniza’ (‘Gaslight’, George Cukor, 1944), en realidad un remake del film británico ‘Luz de gas’ (‘Gaslight’, Thorold Dickinson, 1940). La salud mental de uno de los personajes se pone en tela de juicio por su pareja, dando paso a un problema mucho mayor y en el que el crimen es el último paso. La bella Hedy Lamarr da vida a la dama en apuros —loca o no— que encuentra en el personaje de George Brent el bote de salvación al martirio que vive. El genial, y nunca bien considerado, Paul Lukas, es el tercero en discordia, el marido preocupado por la salud de su esposa. Así pues fantasía y realidad se unen al más puro estilo y gusto de Tourneur.

Romanticismo y suspense

Sin embargo, si el director gustaba de ser sutil, de sugerir y de no caer en subrayados, aquí lo hace en no pocas ocasiones. Narrada por el propio Brent, Tourneur se excede en el uso de voz en off, no por la presencia en sí, sino por las explicaciones a lo que ya hemos visto. Brent resume en un par de ocasiones la trama, por si hay espectadores que se pierden; al igual que algunos diálogos, innecesarios por la misma razón. Se trata del punto más débil de la función, a la que termina afectando por parecer una especie de lucha entre la facilidad de la evidencia y lo cautivador de la sugestión. Casi como un reflejo de lo que el espectador siente hasta llegado el tramo final.

Todo en ‘Noche en el alma’ resulta extraño, acorde con el tono de la historia. El encuentro de Bailey (Brent) con la extraño personaje de Cissie (Olive Blakeney) en el tren, en el que ella se muestra especialmente preocupada; más tarde la repentina muerte de ella, el entierro, el encargo a Bailey, por parte de Nick (Lukas), de que estudie y diagnostique a su esposa; y cómo no, la fascinación que Allida (Lamarr) despierta en todo hombre que se le acerca. A la actriz le toca el personaje más complejo de la función, mezcla de inocencia y siniestra madurez, y sobre la que, hasta el final, no sabemos si es así, si está loca, o sufre algún tipo de conspiración marital, en la línea de lo que Charles Boyer le hacía a Ingrid Bergman en el citado film de Cukor.

Brent no luce demasiado bien como héroe de la función, incluso no resulta convincente en sus teorías sobre psicología, y pierde la “batalla” actoral frente a un camaleónico Paul Lukas, que borda un personaje muy cambiante y decisivo. La normalidad y la locura dándose la mano en un rol que pasea libre por los góticos decorados, nominados al Oscar.

Con todo, y sobre todo por la arrebatadora presencia de Hedy Lamarr, ‘Noche en el alma’ cautiva lo suficiente, y propone una muy curiosa mezcla de drama, romance y suspense. Tony Gaudio, con sus luces y sombras, hace resaltar la parte de misterio del film —el cual también parece un precedente de la obra maestra ‘La escalera de caracol’ (‘The Spiral Staircase’, Robert Siodmak, 1945, curiosamente interpretada por Brent, en el papel del psycho killer—, y un muy trascendente Roy Webb eleva el film a lo más alto en su vertiente romántica con su más que presencial música, sobre todo en ese final tan feliz.

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