Cine en el salón: 'Los Cazafantasmas' de Ivan Reitman

"Están aquí para salvar el mundo."

Ahora que tenemos en cartelera el polémico remake o reboot de ‘Cazafantasmas’ (‘Ghostbusters’, 2016) es inevitable recuperar la cinta original. Uno de los mayores éxitos de los 80, en el presente casi nadie discute su etiqueta de clásico. En parte porque se ha revalorizado el cine de esos años: idealizado por los que crecimos en esa época y aprovechado por una industria que explota la nostalgia.

‘Los Cazafantasmas’ (‘Ghostbusters’, 1984) se ha convertido en un título tan venerado que muchos fans se han sentido insultados por la versión con protagonistas femeninas. Y eso a pesar de que el creador de la idea, el director y casi todas las estrellas de la original han apoyado a las nuevas cazafantasmas. Pero dejemos a un lado ese tema, al que ya volveremos, para valorar cómo ha resistido el paso del tiempo la película de Ivan Reitman...

Una locura, un milagro

Todo arrancó con un disparatado proyecto de Dan Aykroyd, muy aficionado a temas paranormales. Su intención era volver a colaborar con su amigo John Belushi tras 'Granujas a todo ritmo' ('The Blues Brothers', 1980) y 'Mis locos vecinos' ('Neighbors', 1981) en una historia sobre cazadores de fantasmas que viajan a través del tiempo, el espacio y otras dimensiones que habría costado una barbaridad.

Todo cambió con la muerte de Belushi en 1982. Ivan Reitman y Harold Ramis ayudaron a Aykroyd con el guion y vendieron el proyecto a Columbia Pictures, que les dejó 25 millones de dólares para hacer la película (un presupuesto elevado para una comedia en esos años). La condición era estrenar en el verano de 1984, un hueco en el calendario que el estudio necesitaba cubrir. El grupo se tira a la piscina a pesar de no haber resuelto el final de la película. Todos estos antecedentes marcan una producción llena de improvisaciones, la mayoría afortunadas.

Hoy cuesta imaginar otro reparto pero lo cierto es que pudo ser muy diferente. El único que estuvo desde el principio fue Aykroyd, que da vida al Raymond Stantz. Ramis decide ser Egon Spengler cuando no encuentran a nadie mejor (se dice que quisieron a Christopher Walken, John Lithgow, Christopher Lloyd y Jeff Goldblum), y el personaje que debía ser para Belushi, Peter Venkman, llegó a manos de Bill Murray tras ser rechazado por Chevy Chase y Michael Keaton, entre otros.

Cabe destacar que muchos de los diálogos más recordados de la película fueron improvisados. Al parecer, Murray se inventó casi todas sus líneas, e indirectamente fue responsable de que Ernie Hudson tuviera un papel tan secundario; Winston Zeddmore iba a ser Eddie Murphy pero prefirió rodar ‘Superdetective en Hollywood’ ('Beverly Hills Cop', 1984) y el personaje fue reducido para dar más presencia a Venkman ya que Murray era más popular que Hudson.

La suma de todos estos ajustes sobre la marcha es prácticamente un milagro, una película fresca e imprevisible que se mueve con sorprendente facilidad entre la comedia y el terror; dicen que al público le encanta reír y pasar miedo, aquí puede hacer ambas. La alocada premisa sumada a un elenco inspirado, el irresistible tono lúdico y una música de lo más pegadiza dieron como un resultado un film que reventó la taquilla en 1984 —curiosamente, la única película que la superó fue ‘Superdetective en Hollywood’—.

'Los cazafantasmas' no ha perdido su encanto

Tres décadas más tarde, la película sigue funcionando. Su mayor baza, el humor, no ha caducado, la química, las réplicas y ocurrencias del reparto mantienen su efecto. Quero destacar la gran aportación de dos secundarios: Annie Potts y Rick Moranis, que fue contratado después de que John Candy quisiera transformar demasiado al personaje. Los efectos visuales son sorprendentemente buenos a pesar de lo mucho que han evolucionado en los últimos años.

La película tiene problemas, desde luego, y se concentran en el tercer acto. Es donde resulta más evidente que falla tanto el ritmo —ahí se nota la limitación del director— como el guion, reescrito tantas veces y corregido con improvisaciones. Cuando se deja de lado la conflictiva creación del negocio de los Cazafantasmas para centrarse en una gran amenaza que podría destruir el mundo, la acción pierde interés.

Una de las claves de 'Los cazafantasmas', que han contribuido a convertirla en una obra de referencia, es que dos de sus protagonistas son auténticos "frikis" (geeks, nerds) apasionados de la ciencia y los gadgets. Esos personajes que suelen ser los raritos cuya reproducción parece complicada a menos que se dé entre sujetos de su misma "especie". No son los clásicos héroes del cine, son tipos corrientes cuyo mayor recurso es su inteligencia y su ingenio, con lo cual hay un público muy amplio que se identifica con ellos.

No es perfecta, desde luego, pero da igual, incluso en sus fases más planas te saca una sonrisa o una carcajada. No pretende cambiar la vida a nadie, sólo invitarle a seguir a un grupo divertido y loco. Si a estas alturas no entiendes por qué 'Los Cazafantasmas' fue un éxito y ahora es un clásico, quizá es porque no la has visto con el enfoque adecuado. Vuelve a verla con amigos y, sobre todo, no te la tomes en serio, es puro cachondeo.

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