'Estrellas sobre mi Corona', un Tourneur desconocido con ecos de Ford

Ya he hablado con anterioridad de Jacques Tourneur, diciendo que en mi opinión es uno de los grandes directores de los años 40 y 50. Clásicos imperecederos son obra suya, títulos como 'Retorno al Pasado', 'Yo Anduve con un Zombie', 'La Mujer Pantera', 'La Noche del Demonio' o 'La Mujer Pirata' son una buena muestra de ello, y si os fijáis, films muy distintos entre sí. 'Estrellas en mi Corona' es uno de sus films menos conocidos. De hecho, en nuestro país no ha tenido distribución. Se trata de un western de 1950, realizado en blanco y negro, en el que Tourneur se aparta considerablmente de lo que nos tenía acostumbrados en sus películas, y nos evoca directamente al mundo de John Ford, fílmicamente hablando, por supuesto. Con esto no digo que el film sea una continua copia de otro de Ford, ni muchísimo menos, pero sí hay cosas en esta película que bien podría haber firmado el maestro americano, tanto por su forma visual como temática.

El sencillo argumento de 'Estrellas sobre mi Corona' nos narra las andanzas de Josiah Grey, un predicador que llega a un pequeño pueblo en el que enseguida, y con muy buena mano para convencer, se pone a predicar la palabra de Dios. En poco tiempo, tendrá familia y un buen puñado de amigos. La película nos cuenta, mediante la voz en off de uno de sus personajes, algunas de las vivencias de Grey en dicho pueblo, con sus gentes, y de cómo marcó la vida de nuestro narrador.

Una historia sencilla, entendible y mostrada con total sencillez y profesionalidad por un Tourneur en plena forma, algo con lo que se disfruta doblemente, una por encontrarnos con lo mejor de su director, y otra por hacerlo en una obra sobre la que no tenemos demasiadas referencias, debido a su poca repercusión. Cuando un film desconocido sorprende, la satisfacción en estos casos suele ser mayor de la que se tiene en un film más famoso, y con esto no estoy diciendo que una sea mejor que la otra, o viceversa.

Tourneur se acerca aquí de forma muy clara al cine de Ford, tan de moda y éxito por aquella época. Y es que aquí hay alguna que otra secuencia que recuerda a los films de Ford, sobre todo los de blanco y negro, como 'Pasión de los Fuertes' o 'El Joven Lincoln', por poner dos ejemplos. La llegada del personaje de Joel McCrea al pueblo, o algunos momentos tensos al final del film, rezuman clasicimo fordiano por los cuatro costados. Y en cuanto a lo temático, hay en esta película muchas de las constantes de los temas de Ford, como por ejemplo, la unidad familiar, el compañerismo, o el típico personaje que lo organiza todo y que a veces está desencajado. También alusiones a la religión y las creencias, muy del gusto de Ford, y que son el eje central del film, consiguiendo escenas poderosísimas al respecto. Atención a cierto discurso a miembros del Ku-Klus Klan, o cierta escena, toda en silencio, de McCrea rezando a los pies de la cama de una moribunda. Prodigios, excepcionalmente filmados, que poseen una fuerza inusitada.

Los actores están todos maravillosos. Empezando por un muy convincente Joel McCrea, que lleva el peso de todo el film, componiendo un personaje muy carismático y que enseguida es de nuestro agrado. A su lado, Alan Hale, un eterno secundario de la época dorada de Hollywood, con un tipo de personaje muy de su estilo, el de hombre rudo, pero bonachón, que siempre ayuda cuando lo necesitan. Y también tenemos a Dean Stockwell, interpretando al "niño de la película", que en este caso es el narrador de la historia cuando era un crío. Evidentemente, Stockwell está muy lejos de lo que compondría años después con tanta convicción, y es que en este film, su personaje no pasaba de mero personaje infantil, sin más complicación.

Una película muy buena, muy en la línea de lo que se hacía en aquellos años, llenos de esplendor y glamour. Incomprensiblemente no tuvo el eco que merece, quedando en el recuerdo como una de las piezas más extrañas y desconocidas en la filmografía de Tourneur. Menos mal que el tiempo está para reinvidicar algunas cosas y que éstas no se pierdan.

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