Festival de Sevilla 2022 | 'Holy Spider' es un gran thriller del director de 'Border' que no deja nada por contar en su retrato de la psicopatía religiosa y la misoginia iraní

Cuando el ministro de cultura y guía islámica de Irán vio 'Holy Spider', dijo de ella que "había insultado las creencias de millones de musulmanes y la población chiíta del mundo", y anunció que si alguien de Irán había participado sería castigado. No deja de ser sorprendente que el país que vio nacer a Abbas Kiarostami, Asghar Farhadi o Jafar Panahi siga viendo el cine como un enemigo, máxime cuando goza de una reputación internacional increíble (muchas veces, eso es cierto, gracias a cintas precisamente que critican al gobierno y la sociedad iraní).

La película en cuestión, que hemos podido ver en el Festival de Sevilla, no insulta las creencias de nadie (a no ser que seas un psicópata). Es, de hecho, un retrato bastante fiel del caso de Saeed Hanaei, un asesino confeso que mataba prostitutas por considerarlas mujeres corruptas moralmente... Y, al ser atrapado, recibió el apoyo de parte de la población iraní y la prensa. Es la historia de un loco que utiliza la religión como excusa, de un enfermo sexual sin redención, y de un sistema judicial tan corrupto como roto.

Los asesinatos de la araña

'Holy Spider' no es, sobre el papel, una película iraní: se trata de una coproducción entre Dinamarca, Alemania, Suecia y Francia... pero su director es iraní, y coge mucho del tono de los thrillers del país y su ambigüedad moral para narrar unos hechos que, hace dos décadas, dividieron a la sociedad de un lugar que ya estaba en la cuerda floja entre el conservadurismo religioso y el aperturismo, mostrando que las protestas actuales no vienen de hace dos días y se han ido cociendo a fuego muy, muy lento. El cine, como siempre, es un método para entender nuestro presente.

Como decía, la película no es iraní, pero su director sí. Se trata de Ali Abbasi, autor de la fabulosa 'Border', que sabe perfectamente de lo que habla: durante la época que se narra en la película estudiaba en la universidad de Teherán y tuvo que ver las manifestaciones a favor de la libertad de un asesino de dieciséis personas, algo reflejado tal cual en la cinta, por sorprendente que nos parezca desde un punto de vista occidental.

'Holy Spider' es, además del retrato de un Irán que no termina de marchitarse, un thriller absolutamente modélico y una de las películas más emocionantes del año. Pero, a pesar de que el juego del gato y el ratón sea estupendo, con escenas de tensión a flor de piel, lo más interesante de la cinta es su tratamiento del sexismo en una Irán maltrecha de la que solo unos pocos pretendían entonces salir.

Does whatever a spider can

Huyendo de todos los convencionalismos posibles, 'Holy Spider' muestra la feminidad en el Irán de inicios de siglo como una trampa en la que nacer mujer significaba tener vía libre para el escarnio, el abuso sexual e incluso la culpabilización constante de la víctima. No le ocurre solo a las prostitutas asesinadas, cuyas muertes se justifican por no ser puras, sino a la propia periodista que lleva el caso, que, tras un caso de acoso sexual en su trabajo anterior, se ha ganado el apelativo de golfa.

Durante toda la película sobrevuela un tristemente demasiado cercano "Ellas se lo han buscado" que nos hace dudar hasta el último segundo sobre el final de la película. Y es que Saeed Hanaei no solo tiene apoyo popular, sino también gubernamental: durante el juicio, parece imposible que ese asesino confeso que evade cualquier posible trampa legal vaya a ser condenado. Son escenas de una asfixia constante... cuyas argumentaciones enfermizas no distan mucho de lo que podemos ver en ciertos rincones oscuros de redes sociales ahora mismo.

En el fondo, en 'Holy spider' todo tiene que ver con el sexo. Rahimi sufre acoso sexual por parte de la policía por fumar junto a uno de ellos (acto suficiente para considerar que es una ligera de cascos), Saeed no termina de admitir que sus actos deplorables le producen placer, su mujer elige la sumisión sexual como manera de excusar las posibles infidelidades de su marido... En un país tan aparentemente asexualizado como Irán, el sexo crece de maneras cada vez más perversas, imposibles y peligrosas. Como parte innata e insaparable del ser humano, la prohibición de la mirada sexualizada es caldo de cultivo para psicópatas.

Dialogando con el presente

Pero 'Holy Spider' no sería tan buena como es si no fuera por unos personajes únicos que demuestran que conocer y comprender no es lo mismo que empatizar y justificar. No solo el asesino convencido de su inocencia a ojos de Alá o la periodista dispuesta a morir a cambio de volver a ser considerada válida en la industria, sino también todos los secundarios, desde la prostituta con la que se abre la película hasta el juez posiblemente corrupto: las capas de profundidad son inabarcables, y demuestran la buena mano de Abbasi para retratar a los que viven aparentemente integrados pero realmente habitan en los márgenes de la sociedad.

Abbasi muestra una Irán oscura, caótica, triste, en la que el miedo campa a sus anchas, no solo en forma de "la araña", sino de la obligatoriedad religiosa, la impunidad sexual machista y un reaccionarismo extremo que entronca perfectamente con la situación actual del país, con protestas continuas: el diálogo entre lo que fue y lo que es Irán ha sido casualidad, pero también una muestra de que no todo es lo que el régimen ha querido pintar estos años: el germen de la revolución ya estaba ahí desde hace décadas.

'Holy Spider' es un thriller iraní rodado fuera de Irán (es Turquía, de hecho, para evitar conflictos) pero que se atreve a plantar cara a un régimen dañado desde hace mucho tiempo, al que sacarle las vergüenzas es tan fácil como ponerle un espejo delante. Saeed, y el perdón social que casi consiguió, no solo forma parte de una historia real increíble: además, es el testimonio de una época reciente que nos suena a pasado remoto, y al mismo tiempo a futuro acuciante.Es una película rodada con crudeza, sin ambages ni dejarse nada por contar. Abbasi ha conseguido grabar una de las mejores obras del año a costa de ganarse la enemistad del régimen iraní. Porque hay películas que deben ser contadas.

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