'Harry Brown', Michael Caine cogió su fusil

Ayer apareció en DVD El 27 de abril saldrá en DVD, sin haber pasado por salas en España, la película ‘Harry Brown’, de Daniel Barber. La cinta está protagonizada por Michael Caine en un papel que lo remonta a los personajes de matones que tan a menudo encarnó durante los años ’60, pero con un matiz derechista, que refleja un cambio de opinión política del propio intérprete: Caine, que había militado históricamente en el laborismo, ha hecho público su apoyo a David Cameron a raíz del rodaje de esta película.

Porque ‘Harry Brown’ es un filme que encaja, de forma canónica, en el género de cine de justicieros —lo que en inglés se denomina con el término «vigilante», pero no con el sentido español— y, como tal, no sólo excusa, sino que glorifica al justiciero y apoya la noción de ejercer la justicia por la propia mano. Seguro que la premisa «han matado a mi mejor amigo y la policía no hace nada» la habéis escuchado más veces.

La película arranca con acierto: una inteligente utilización de cámaras subjetivas nos sumerge de manera ejemplar en el punto de vista de unos delincuentes juveniles que han logrado hacerse con el control de una zona absolutamente degradada. Montados en la moto de esta pandilla de encapuchados, seremos partícipes de sus robos, peleas, trapicheos, extorsiones… De pronto, el punto de vista cambia – de forma igualmente ejemplar – y pasamos a contemplar dichas actividades en plano general, desde el punto de vista del personaje de Harry Brown (Michael Caine).

Con tan solo un primer plano nada histriónico, este excelente actor consigue transmitir toda la rabia, tristeza y, en última instancia, derrota y apatía, que supone el haber conocido tiempos mejores para un barrio que se ha venido abajo.

Un ritmo pausado

El ritmo parsimonioso del que hace gala ‘Harry Brown’ en sus compases iniciales deja bien claro que, dentro del género de justicieros, se adscribe al sector de películas que se disponen a hablar de forma seria sobre el tema‘La extraña que hay en ti’ (‘The Brave One’, 2007) sería un buen ejemplo, así como ‘El justiciero de la ciudad’ (‘Death Wish’, 1974) –, frente a las películas que se toman la misión del vigilante como algo casi paródico, que sirve de excusa para todo un ejercicio de cine de acción, por ejemplo, la misma saga ‘Yo soy la justicia’ (‘Death Wish’) a partir, sobre todo, de su tercera entrega.

Las películas de este segundo tipo no solo pueden resultar más entretenidas y trepidantes, sino que, además, son menos peligrosas ideológicamente, ya que existe la capacidad de verlas sin tomárselas en serio. Y es que el tiempo que dedican las de tono trascendente a defender y justificar a su héroe suele ser interminable. Es evidente que existen excepciones dentro de ese grupo que se toma en serio, como es el caso de la compleja personalidad de Travis Bickle en ‘Taxi Driver’, film no glorifica a su protagonista.

Durante los tres cuartos de hora que ‘Harry Brown’ dedica a presentar la situación para justificar que finalmente Brown coja su fusil, la película no ha profundizado ni en el problema social que aborda, ni en la psique de su personaje, ni en las dificultades de la policía para actuar. En su lugar, ha presentado una reiteración innecesaria de secuencias similares entre sí en las que parece que la duración excesiva de sus planos sólo responde a la intención de alejar el film de los tópicos del género.

Un justiciero de setenta años

Cuando, por fin, Harry Brown se pone en marcha, nos encontramos con un tipo de realización muy alejado de la garra del inicio de la película: el realismo ha dejado paso a recursos clásicos del cine de acción, rodados con las limitaciones que implica el tener a un protagonista de más de setenta años. El resultado es un camino intermedio que no logra ser espectacular ni verosímil. La fotografía de la película es un claro ejemplo de esta opción: huye del cromatismo de cierto tipo de cine de acción pero, a la vez, en su feísmo verdoso, ya pasado de moda, es visualmente muy afectada.

El director añade una buena dosis de tremendismo y se recrea en las escenas sin otro propósito que el subrayado. El final llega precipitado por unos mecanismos de guion manidos y antinaturales. Sin embargo, por aquello de la simetría, también debo decir que la imagen elegida para cerrar la película es una metáfora tan limpia y sencilla como eficaz.

En conclusión, nos encontramos con una película que tiene apariencia de buena y trascendente por la forma en la que está tratada, pero que no se aleja del simplismo de algunas cintas de acción que, al menos, entretenían. Clint Eastwood, con una edad similar y tras haber encarnado a uno de los más famosos justicieros, Harry el sucio; demostró en la magnífica ‘Gran Torino’ que se pueden afrontar asuntos como la degradación de un barrio sin este tipo de extremismos maniqueos. ‘Harry Brown’ no está exenta de valores fílmicos positivos y brinda la posibilidad de observar la interpretación de Caine, pero no se encuentra entre los grandes films de su género.

Mi puntuación:


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