'Il Divo' brillante retrato satírico de Andreotti

En el año en el que el cine italiano está viviendo un auge inesperado, varios son los títulos que su irrupción están logrando, además de notoriedad artística, una estupendo reflejo de la situación actual de Italia, de sus bajos fondos, pero también de las turbias artimañas de la clase política. En el año de ‘Gomorra’, también alcanza enorme auge ‘Il Divo’, hábil crónica satírica de la figura política de Giulio Andreotti (apodado Il Divo) en su última etapa como gobernante.

Paolo Sorrentino traza un retrato profundo, reflejando con detalle y con sarcasmo al jefe de gobierno más influyente de la segunda mitad del siglo XX, en el país transalpino (y pieza clave de la formación de la Primera República). Un estupendo fresco de las miserias de un hombre en sus ansias de poder, que nos enseña a un Andreotti casi como una caricatura, con enormes dosis de cinismo y humor grotesco para evidenciar hechos nada risibles, ni cómicos, que suponen la oscura política del gobernante y sus ministros de la Democracia Cristiana, que durante muchos años impuso su hegemonía, a pesar de críticas y sospechas fundamentadas sobre sus manipulaciones y coqueteos con la mafia para mantener el poder a toda costa.

‘Il Divo’ afronta con valentía la compleja tarea de reflejar el último gobierno de esta personalidad política, salpicada de la polémica por su despiadada distorsión de la realidad política y legitimación “por el bien del pueblo”. Brilla con especial énfasis en los detalles de mostrar al personaje odioso y repugnante, pero con la perspectiva suficiente para enseñarnos el interior de un político inteligente, maquiavélico, casi vampírico y acertadamente locuaz.

Sorrentino imprime un ritmo vibrante a la presentación de los hechos, una narración acelerada que no da descanso al espectador, añadiendo capítulos que van agrandando las ramificaciones de un gobierno cuestionado, pero que se mueve con la solvencia de la experiencia y las artimañas de su astuto líder. Evidencia una enorme inspiración visual en la puesta escena, con referencias claras al más puro Tarantino (en la impactante escena de la llegada del equipo asesor), y también a Fellini (en la escena de la fiesta a ritmo de batucada). Todo ello fusionando con cohesión y atrevimiento una banda sonora dispar, que se mueve entre notas clásicas y ritmos rockeros y hasta tecnos.

Aunque, es lógico que al Divo real, ya retirado, no le haya hecho especial gracia el retrato de Sorrentino (por aquello de convertir en verdades como puños capítulos pasados que fueron maquillados convenientemente), lo cierto es que no sale malparado en su definición. A veces se asemeja a un verdadero vampiro expresionista, con movimientos acartonados y expresiones férreas, pero en otras, encontramos a un verdadero zorro, inteligente y tremendamente hábil en la manipulación para mantener su trono. Sus frases, sus respuestas y sus comentarios son verdaderos latigazos, frases lapidarias (algunas delirantes) que nos enseñan la verdadera argucia de la figura política y de su lado humano (espléndida la escena de la entrevista, donde deja buena muestra de su capacidad para salir inmune de una tormenta).

El ejercicio de estilo de Sorrentino es abrumador y alcanza cotas brillantes para sumergir al espectador en la intrincada trama política narrada. Sin embargo, en la osadía de condensar tal cantidad de hechos, datos y personajes es donde el realizador tropieza y evidencia ciertas lagunas. Quedan algunos flecos sin el engarce suficiente, lo que acaba desconcertando y creando algo de confusión en determinadas situaciones.

No se puede negar que buena parte del acierto del film de Sorrentino es contar con una actor tan sublime como Toni Servillo, capaz de mutarse en un Andreotti por momentos espeluznante. Un personaje al que sabe sacarle múltiples matices, dominando su discurso y rozando con suficiente sutileza la sobreactuación. Sus movimientos, expresiones y dicción son un prodigio de interpretación y uno de los principales valores de ‘Il Divo’, uno de esos personajes que hacen historia y perduran en la memoria del espectador.

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