'Iron Man 3', sobredosis de entretenimiento

El superhéroe cinematográfico está pasando por su mejor momento en los últimos años, ya que abundan las cintas protagonizadas por este tipo de personaje y el público está ansioso por ver las nuevas aventuras en la gran pantalla de Iron Man, Spider-Man o Superman, por mencionar sólo tres casos cercanos en el tiempo. Sin embargo, el estilo de esas producciones oscila bastante en función de la persona encargada de darle un tono característico. Por poner un ejemplo irrefutable, la trilogía de Batman de Christopher Nolan en bien poco se parece a los títulos producidos por Marvel, los cuales alcanzaron su primer punto de culminación con el estreno el año pasado de ‘Los vengadores’ (‘The Avangers’, Joss Whedon).

La idea de ofrecer una fórmula que englobe a títulos como ‘Iron Man’ (id, Jon Favreau, 2008) —y su primera secuela—, ‘El increíble Hulk’ (‘The Incredible Hulk’, Louis Leterrier, 2008) ‘Thor’ (id, Kenneth Branagh, 2011) o ‘Capitán América: El primer vengador’ (‘Captain America: The First Avenger‘, Joe Johnston, 2011) puede parecer un tanto descabellada, pero lo innegable es que todas ellas formaban parte del plan de Marvel para crear un imperio cinematográfico que garantice la popularidad del superhéroe en el cine durante varias décadas. ‘Iron Man 3’ (id, Shane Black, 2013) inaugura la Fase 2 de ese plan y el resultado en términos de gran entretenimiento de masas es bastante satisfactorio pese a no llegar al nivel alcanzado por ‘Los vengadores’.

La influencia de 'Los vengadores'

Ya en las dos entregas anteriores de la franquicia se recurría con bastante frecuencia al humor, sobre todo para aprovechar el carisma innato de Robert Downey Jr., pero en ‘Iron Man 3’ se produce un cambio en la forma de enfocar la comicidad de la historia. Cierto que se mantienen las líneas de diálogo socarronas para el protagonista, pero en otras muchas situaciones —su relación con el niño, breves gags para rematar alguna escena, etc.— se aproxima mucho más al peculiar tono que Joss Whedon imprimió a ‘Los vengadores’. Este hecho me llamó poderosamente la atención, ya que es cierto que hay ciertos títulos en la carrera de Shane Black que llevarían a atribuirle todo el mérito de este aspecto, pero lo cierto es que no me sorprendería lo más mínimo que el propio Whedon haya sugerido unas cuantas ideas que hayan acabado en el guión final obra de Drew Pearce y el propio Black.

No os dejéis engañar por la campaña promocional de ‘Iron Man 3’, ya que estamos ante una película eminentemente cómica que precisamente cuando menos brilla es cuando se centra en ese halo de seriedad en el que tanto se había incidido en los tráileres. Comprensible resulta que Tony Stark haya cambiado tras la magnífica batalla con la que se cerraba ‘Los vengadores’, habiendo tímidos aciertos a la hora de mostrar la ansiedad que le provoca el mero hecho de recordarlo, pero el interés decae cuando la película ha de centrarse en la resolución de los misterios que hay alrededor del maquiavélico plan del Mandarín. La sorprendente actuación de Ben Kingsley anima un poco este apartado, pero no termina de ser suficiente.

Con todo, Shane Black se las ingenia para que ‘Iron Man 3’ sea una gran entretenimiento durante los dos primeros actor del relato, sabiendo combinar el humor con los despliegues ocasionales de grandes fuegos de artificio —el ataque al hogar de Tony Stark— y las batallas más físicas —convincente James Badge Dale por mucho que no sea más que un villano terciario— y, lo mejor de todo, permitiendo al espectador ser partícipe de lo que aparece en pantalla en lugar de echar mano de un montaje epiléptico. No todo será igual de interesante —tampoco lo era en ‘Los vengadores’—, pero Black demuestra su capacidad para que los inevitables altibajos no lleguen a hacerse molestos y te mantiene ansioso por saber qué sucederá a continuación.

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Un desenlace que no está a la altura

La gran disensión entre ‘Iron Man 3’ y ‘Los vengadores’ está en su último acto, ya que en la segunda había espacio tanto para espectaculares escenas de combate cuerpo a cuerpo como para pequeños alivios cómicos —la charla entre Iron Man y Loki— que convertían a la última media hora de la película en lo más cercano a la perfección que ha estado un blockbuster en muchos años. Eso no sucede en el caso que nos ocupa, ya que he de reconocer que llegué a cansarme de ver explosiones, excesos dramáticos que luego acaban quedándose en nada y, por primera vez en una producción de Marvel, no podía evitar preguntarme el motivo de que Iron Man no solicitase la ayuda de los otros vengadores o al menos soltase un par de líneas inspiradas explicando su ausencia.

La insatisfacción con el desenlace —no con la inspirada escena post-créditos, eso sí— me hizo acordarme de ‘Iron Man’, que también desfallecía sin remedio en ese tramo de la película. La principal diferencia es que aquí se peca por exceso, ya que el presupuesto de la película creció en 60 millones de dólares tras el éxito triunfal de ‘Los vengadores’ y sospecho que la gran mayoría de ellos se destinaron a que el desenlace fuese lo más bigger tan life posible, sin importar incurrir en un montón de innecesarios deus ex machinas para intentar conseguir que sea todo más emocionante de lo que realmente es. El trabajo de puesta en escena de Black también supera con holgura al de Favreau —funcional en la primera entrega y bastante discreta en la segunda—, consiguiendo así que lo terriblemente convencional que es casi pase desapercibido durante buena parte del acto final.

Otro aspecto que me queda claro es que Robert Downey Jr. es un absoluto crack para mostrar el lado más sinvergüenza de su personaje —atención al prólogo que comienza con el uso de una canción que ya te rompe todos los esquemas— y domina el humor como pocos, pero su efectividad decae cuando ha de ponerse serio, quedándome bastante claro que ése es el aspecto de Iron Man que menos le interesa. Mucho se ha hablado sobre que su contrato con Marvel llegaba a su final con esta película y Downey Jr. no está teniendo problemas en mostrar sus dudas sobre si lo más conveniente no sería pasar página. Sospecho que, por mucho que en Marvel sean algo rácanos con los sueldos que pagan —Terrence Howard abandonó la saga precisamente por eso—, un cheque bien jugoso —y eso que ya acabó cobrando 50 millones de dólares por ‘Los vengadores’— acabará evitándolo.

Es una pena que la sobredosis de explosiones y una acción demasiado convencional en el tramo final acabe impidiendo que ‘Iron Man 3’ compita de tú a tú ‘Los vengadores’, cinta a la que como poco iguala durante sus dos primeros actos, pero ante la que palidece en su último tramo. Al final lo que nos queda es un muy buen entretenimiento que destaca sobremanera cuando apuesta con más fuerza por lo cómico.

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