'It: Capítulo dos' es una terrorífica montaña rusa que no llega tan alto como la primera entrega

Pocos esperaban que ‘It’ fuese a tener un éxito tan grande, ya que se convirtió en la película de terror más taquillera de todos los tiempos con una recaudación mundial de 700 millones de dólares. Además, en Warner estaban de enhorabuena, porque no tenían que forzar las cosas para sacar adelante una secuela. El propio libro original de Stephen King les daba el material necesario para ponerse manos a la obra lo antes posible con ‘It: Capítulo dos’.

Sobre el papel, la gran diferencia entre ambas películas es que la primera tenía a unos niños como protagonistas que en la segunda ya han alcanzado la edad adulta. Andy Muschietti perdía así la baza del relato coming of age y también la ambientación ochentera que tan bien le sentaba a ‘It’, o eso creíamos, ya que ‘It: Capítulo dos’ regresa a menudo al pasado con escenas normalmente muy estimulantes en sí mismas pero que tienden a entorpecer la narrativa de la película. Al final lo que nos queda es una terrorífica montaña rusa en la que priman más las escenas de miedo que el desarrollo de personajes.

Reuniendo al club de los perdedores

El primer tercio de ‘It: Capítulo 2’ está dedicado a volver a reunir al club de los perdedores, mostrando primero en qué se han convertido  para que luego su vida se ponga patas arriba cuando reciben una llamada del único que se quedó en Derry. Ahí ya percibimos un detalle negativo que va a afectar a la película cuando su abultada duración invitaba a pensar lo contrario: está todo contado de forma un tanto apresurada, centrándose más en el impacto de las escenas individuales que en cualquier otra cosa.

Ya la primera entrega funcionaba mejor fijándonos en secuencias individuales, pero esos elementos que se pierden en la secuela ayudaban a que el interés nunca decayese de forma tan notable somo llega a suceder en ‘It: Capítulo 2’. Eso se debe en parte a que el guion de Gary Dauberman da demasiado por sentado la conexión del público con los personajes, confiando más de la cuenta en lo introducido en su predecesora para no perder mucho tiempo en ellos.

Es verdad que los actores están bastante bien elegidos con respecto a los chavales, pero rara vez tienen al menos un arco de personaje lo suficientemente satisfactorio como para volver a mostrar lo que nos conquistó en ‘It’. Hay prisa en volver con Pennywise y sus posibilidades como drama adulto en esa fase se desvanecen -el que más tiene es Bill Hader, quien sabe exprimirlo al máximo, pero está más dosificado a lo largo de toda la película-, siendo los actores los que dan algo más de entidad a sus personajes.

De hecho, ese primer tercio es más efectivo en los breves momentos en los que vuelve con Pennywise, primero para mostrar su regreso -muy curiosa la aparición del cineasta Xavier Dolan- y más tarde para volver a incidir en algo que el cine de terror de gran presupuesto actual suele tener demasiado miedo para mostrar: que la víctima sea una niña -en la primera fue Georgie el que primero sufrió la ira homicida, así que tiene sentido que aquí cambiemos de sexo-.

Una serie de catastróficas desdichas

Una vez reunido el club de los perdedores sucede algo curioso: se separan constantemente. Tiene sentido que lo hagan, tanto para enfrentarse a sus miedos como para hacer que la historia avance. Ahí la película sigue volviendo habitualmente al pasado, tanto para recordar cosas al espectador como para ampliar ciertos detalles, pero sobre todo para volver a contar con los niños que tan buen resultado le dieron a Muschietti en la primera entrega.

Con la excepción de esos pequeños recordatorios que tienden a resultar un tanto torpes, todas esas secuencias recuperan el encanto que carecen los hechos ambientados en la actualidad. Ahí la sensación de montaña rusa es constante, estando tan pronto en lo más alto como descendiendo en picado. Muschietti parece consciente de ello y por eso abundan más las escenas impactantes que en su predecesora, o al menos esa es la sensación que deja la película.

Eso vuelve a dejar poco espacio para que los personajes respiren por sí mismos, siendo más evidente cuando toca centrarse unos minutos por separado en cada uno de ellos. No es que sea algo horrible, simplemente que no llegan a importarte lo suficiente y prefieres dejarte llevar por la fuerza visual que pueda tener cada una de las argucias de Pennywise. Por momentos incluso llega a recordar a los ataques oníricos de Freddy Krueger, aunque sin llevarlos a sus últimas consecuencias. Hay que darlo todo al final.

Un cierre satisfactorio

Por suerte, llega la hora del gran enfrentamiento final, donde ‘It: Capítulo dos’ sale victoriosa, evitando el ridículo visual de la adaptación televisiva y sabiendo, esta vez sí, dar esa entidad emocional a los personajes para que uno sienta que hay más en juego. Las historias de cada uno de ellos se cierran de forma acertada y bien llevada, sin olvidarse nunca de esa imprescindible tensión para mantener en vilo al espectador.

Es también ahí cuando todos funcionan mejor como grupo, porque antes era difícil ponerles pegas en lo individual, pero como ente colectivo no tenían esa química que desprendían los chavales y el volver de forma habitual al pasado también servía a modo de recordatorio de este punto.  

En resumidas cuentas

‘It: Capítulo dos’ es peor que su predecesora, ya que resulta un poco más apresurada y su tratamiento de los personajes principales es menos satisfactorio. Además, tiende más a los grandes golpes de efecto para impactar al espectador, pero en líneas generales es entretenida, tiene algunos momentos inolvidables y cierra la historia de forma mucho más efectiva que la anterior adaptación.

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